Un nuevo problema

Mientras tanto, en otro mundo, una silueta se lamentaba profundamente. Sin embargo, tras unos instantes de reflexión, dio una orden con firmeza.

Al mismo tiempo, en la tierra original que conocemos, en la ciudad de Gigante, Huila, en el mirador de la Mano del Gigante.

Junior se encontraba con su familia disfrutando de una salida recreativa para fortalecer los lazos familiares y distraerse un poco. También los acompañaban su primo y la novia de éste. A pesar de la alegría del momento, Junior no podía evitar que su mente divagar hacia un recuerdo que lo atormentaba desde hacía un año: la transformación de Camila.

Aquel día, ella había alcanzado un nivel de poder similar al suyo, lo que representó un desafío incluso para él en su forma divina. Aunque logró detenerla, el miedo a que aquello se repitiera lo inquietaba. Si Camila volvía a perder el control como en aquella ocasión, podría no distinguir entre aliados y enemigos, poniendo en peligro a sus propios amigos. Junior suspiró y sacudió la cabeza, tratando de disipar esos pensamientos.

Volvió su atención al sendero que tenían por delante. En la entrada del mirador, un gran letrero llamó su atención:

Mirador La Mano del Gigante.

Sube la montaña con tus poderes o sin poderes. ¡Tú decides!

Al leer esto, la familia tomó una decisión unánime: subir la montaña sin poderes. A pesar de las quejas de algunos, acordaron que sería una excelente oportunidad para desafiarse a sí mismos y demostrar que no todo dependía de sus poderes.

—Subirla sin poderes me da mucha pereza. Subamos usando poderes, por favor —protestó la hermana de Junior.

—Nada de eso. Tomemos esto como un buen entrenamiento —replicó Junior con determinación.

—Claro, pero eres un Dios y no ha habido villanos desde hace tiempo. No hay razón para entrenar —comentó su primo encogiéndose de hombros.

—Eso no significa que debamos descuidarnos —intervino la novia de su primo, Luisa.

—Pues yo digo que Luisa y yo la subimos con poderes —bromeó el primo de Junior, abrazándola.

—Nada de eso —sentenció el padre de Junior con un tono autoritario—. La subimos a la antigua y sin discusiones.

—Vamos, Yilmer, sí podemos hacerlo —dijo Luisa con una sonrisa alentadora.

Sin más protestas, los chicos comenzaron el ascenso a pie. Para algunos fue más desafiante de lo esperado, y el cansancio pronto hizo estragos. Sin embargo, nadie se dio por vencido, y tras un arduo esfuerzo, alcanzaron la cima.

Dos horas después.

—Casi no llego —jadeó la hermana de Junior, doblándose para recuperar el aliento.

—Deja de exagerar —se burló Junior, dándole un leve empujón en el hombro.

La vista desde la cima era impresionante. Desde allí, podían contemplar el vasto paisaje de Gigante, con sus montes verdes y ríos hermosos. Todos se sintieron satisfechos por haber logrado el ascenso sin depender de sus poderes.

Junior y su familia disfrutaban del mirador, tomándose fotos y compartiendo un rato agradable. Mientras observaba el paisaje, su primo Yilmer y la novia de este, Luisa, se acercaron a él.

—¿Cómo sigue Nicole? —preguntó Luisa con curiosidad.

—Bien, pero sigue en coma… —respondió Junior con el ceño fruncido. —Aún no entiendo cómo terminaron así.

—Escuché que estaban muy heridas cuando aparecieron de la nada —comentó Yilmer, cruzándose de brazos.

—Sí… Salieron de un portal y apenas estuvieron afuera unos minutos antes de desmayarse. Han pasado meses y nada que despiertan. Me tiene muy preocupado.

—Debe haber una razón —dijo Luisa, intentando tranquilizarlo. —Quizá no demoren en despertar.

Junior asintió, pero su mente seguía inquieta. En ese instante, notó algo en el cielo: un prisma flotante que destellaba con energía inestable. De repente, una explosión sacudió el cielo y de ella emergió un hombre gravemente herido, cayendo a gran velocidad. Detrás de él, una criatura monstruosa lo seguía de cerca.

—¡Miren eso!—exclamó Luisa, señalando al cielo.

—¿Quién es ese y qué demonios es esa bestia?—preguntó Yilmer con el rostro pálido.

—No lo sé, pero el tipo está muy malherido. Voy a ayudarlo. Ustedes prepárense para luchar—ordenó Junior.

En un destello blanco, su cuerpo se cubrió con su aura al transformarse en su forma de Dios. La presión de su aura levantó polvo y sacudió el suelo.

—Es la primera vez que veo esta transformación en persona… —pensó Luisa, impresionada.

Junior salió disparado y, en un abrir y cerrar de ojos, impactó su puño contra la cara del monstruo, enviándolo volando y haciéndolo escupir sangre. La criatura se estrelló contra el suelo, provocando un sismo en la zona. Junior, sin perder tiempo, atrapó al desconocido antes de que chocara contra el suelo.

El héroe lo observó con atención. Había algo extraño en él… Se parecía demasiado a él mismo. Antes de que pudiera procesarlo, el hombre herido levantó una mano temblorosa y sujetó el brazo de Junior.

—Salva… el multiverso… —murmuró con dificultad, escupiendo sangre.

—¿El multi… qué? —preguntó Junior, confundido.

—Soy tú… de otro universo… —balbuceó el desconocido, entregándole un brazalete. —Ve a la Tierra 1102 y habla con los…

No pudo terminar la frase. Su cuerpo se desplomó sin vida. Junior apretó los dientes, sintiendo una oleada de dudas y temor.

Antes de que pudiera reaccionar, la bestia rugió y cargó contra los héroes. Su familia y los otros combatientes se lanzaron a la batalla, pero la criatura era formidable. Golpeó a varios de ellos, haciéndolos retroceder. Sin embargo, de repente, esferas de energía descendieron del cielo y explotaron contra la bestia, causando estragos en su cuerpo.

Todos alzaron la vista y vieron a Junior volando rápidamente hacia el monstruo. En un parpadeo, desapareció y reapareció debajo de él, asestándole un golpe devastador en el estómago. La bestia escupió sangre mientras era enviada a las alturas. Junior no le dio tregua, siguiéndolo y golpeándolo repetidamente con una furia descomunal.

Finalmente, con un feroz rugido, Junior atravesó el torso del monstruo con un golpe final. La criatura se desintegró en polvo rojo, deshaciéndose en el aire.

Junior descendió y se acercó al cadáver del hombre que se parecía a él. No entendía del todo lo que significaba el multiverso, pero sentía que algo grande estaba por ocurrir.

—Esto no ha terminado… —susurró, cerrando los puños con determinación.

Sabía que debía hablar con Nicole y Figueroa lo antes posible. Aunque aún estaban en coma, presentía que pronto despertarían. Y cuando lo hicieran, el destino del multiverso podría depender de ello.

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