El multiverso nace

Con un grito ensordecedor, el jefe cubrió su cuerpo con sombras que comenzaron a tomar forma, extendiéndose como tentáculos gigantes y deformes. De aquellas sombras emergieron manos espectrales que intentaron atrapar a las chicas. Ellas esquivaron con agilidad, pero era imposible evadirlo todo. En un instante, las cuatro fueron atrapadas y elevadas al cielo. Sintieron la presión de aquellas manos apretándolas sin piedad, haciendo que escupieran sangre. Un segundo después, el jefe las arrojó con brutalidad contra la plataforma de combate, que se hizo añicos bajo el impacto.

Las chicas cayeron pesadamente sobre una roca flotante en lo que quedaba del escenario. Sin darles tiempo para recuperarse, el jefe se abalanzó sobre ellas y comenzó una tortura despiadada. Sus golpes eran tan poderosos que cada impacto resonaba en el aire, y cada una de ellas se estremecía al recibirlos. No podían contraatacar. Estaban atrapadas en un infierno de dolor y desesperación.

Nicole intentó reunir sus fuerzas y lanzó una bola de fuego de gran intensidad contra su enemigo. Pero el ataque se disipó antes de tocarlo, como si su energía no fuera suficiente. El jefe esbozó una sonrisa cruel y continuó golpeándolas sin piedad. Entonces, con un movimiento de su sombra, generó una estaca afilada que perforó el estómago de Figueroa. La chica soltó un grito ahogado mientras un hilo de sangre brotaba de su boca.

El jefe observó a las cuatro con una expresión de triunfo. Sus víctimas apenas podían mantenerse en pie. Luego, su mirada se posó sobre Nicole, quien yacía en el suelo, intentando recuperar el aliento. Con una sonrisa sádica, generó una hacha gigante de sombras y la levantó sobre su cabeza. Apuntó directamente a Nicole y, sin vacilar, descargó un corte devastador hacia ella.

Nicole cerró los ojos, esperando el impacto. Sin embargo, en vez de sentir el golpe, escuchó un gorgoteo ahogado y un chorro de sangre salpicó su rostro. Abrió los ojos aterrorizada y vio a Niki caer al suelo, con una profunda herida en la espalda.

—¡Niki!—gritó Nicole, corriendo hacia ella y tomándola entre sus brazos. Su mano temblorosa tocó la herida y la sintió caliente y pegajosa. Cuando la levantó, sus dedos estaban completamente manchados de rojo.

—No… no es tan grave, tienes que resistir…—dijo con la voz entrecortada, aunque sabía que sus palabras eran una mentira.

Figueroa y la primera Figueroa también miraban con horror. La primera cayó de rodillas, con lágrimas corriendo por su rostro.

—¡Resiste, Niki! Vamos, te llevaré a la enfermería. Vas a estar bien…—Nicole intentó mantener la calma, pero su voz temblaba.

Niki, con mucho esfuerzo, logró sonreír.

—Gracias… Se que pueden salvar al multiverso del Destructor…—susurró.

Las palabras de Niki se fueron debilitando. En su mente, recordó su pasado, sus errores y las decisiones que la habían llevado hasta ese momento. Se arrepentía de tantas cosas, pero sabía que, al final, había encontrado un camino diferente. Miró a sus amigas una última vez, con una sonrisa débil en el rostro.

—Luchen… no se detengan… Nunca… dejen de… luchar…—susurró antes de exhalar su último aliento.

Las tres la miraron, con el corazón hecho pedazos. Nicole cerró los ojos de Niki y, con una expresión inquebrantable, la dejó descansar en el suelo. Se levantó lentamente y fijó su mirada en el jefe.

—¡Quieres seguir peleando!—bramó el jefe con una carcajada. —Tu amiga acaba de morir y aún así te atreves a desafiarme. Tienes agallas. Mira, te propongo algo… ¡Únete a los Xtreme Tiempos! Te entrenaré como lo hice con Niki y te volveré más fuerte. ¿Qué dices?

Nicole apretó los puños.

—Nunca. Niki murió sabiendo que estaba haciendo lo correcto. Y yo voy a terminar lo que ella empezó.

—Si no fuera por mí, ella no sería nada. ¡Era una débil sin remedio, igual que tú!

—Pues ella y yo somos la misma persona.—Nicole dio un paso adelante, con una determinación ardiente en sus ojos.

Sin esperar una respuesta, se lanzó contra él. La batalla volvió a encenderse con una intensidad devastadora. Esta vez, Nicole estaba dominando. Su furia y dolor alimentaban cada golpe, cada técnica, cada movimiento. La primera Figueroa y Figueroa se unieron al combate, atacando sin descanso. Aunque el brazo de Figueroa estaba herido, su variante la apoyaba, permitiéndole moverse con mayor libertad.

El jefe intentó contraatacar, pero las chicas no lo dejaban respirar. Sus movimientos eran veloces, precisos, implacables.

—Sigan así… Me encanta…—dijo el jefe con una sonrisa demente. Pero, por primera vez, en su voz se escuchaba algo más que simple arrogancia. Había una pizca de preocupación.

Mientras tanto, en la línea original, en el mundo de Nicole y Figueroa.

Junior había llegado a la finca de Nicole y entró saludando a sus familiares, pero no vio a Nicole por ninguna parte. Pensó que quizás estaba haciendo un mandado o revisando las vacas con su padre. Sin embargo, cuando vio que el padre de Nicole estaba en la piscina, se acercó y se encontró con algunos de los tíos de Nicole, quienes lo recibieron con comentarios sobre lo mucho que había crecido.

—¡Estás más alto y te ves todo un hombre! —dijeron, riendo.

Junior se dirigió al padre de Nicole y notó que estaba con la hermanita de ella, quien había crecido bastante en los tres años que habían pasado. Se sintió viejo al recordar que ya tenía veintitrés años, pero sacudió la cabeza y fue al grano.

—Tío, ¿dónde está Nicole? No la he visto por aquí —preguntó Junior.

—No sé, hijo. Tu tía la envió a ver las vacas, pero ya lleva ochenta y cuatro minutos afuera —respondió su tío, algo preocupado.

—Mmm… Bueno, iré a buscarla.

—De acuerdo, hijo.

Antes de salir, Junior comió un poco de la comida que su tía le había traído y luego se dirigió en busca de Nicole.

Mientras tanto, en la Tierra de los Xtreme Tiempos.

El campo de batalla era un caos de explosiones y destrucción. Nicole, Figueroa y la primera Figueroa estaban en plena lucha contra el jefe. La pelea se había vuelto extremadamente sangrienta y, debido a su brazo lastimado, Figueroa no podía continuar peleando. Solo Nicole y la primera Figueroa siguieron enfrentándose al jefe, pero ya estaban agotadas. Se detuvieron un momento, jadeando por el esfuerzo, mientras que el jefe, en cambio, parecía tan fresco como si nada hubiera pasado.

—Maldito… —murmuró Nicole, furiosa.

Sin pensarlo, se elevó en el aire y disparó una gigantesca bola de fuego. El jefe creó una enorme mano de sombra y la detuvo con aparente facilidad. Nicole apretó los dientes y aumentó la potencia del ataque, pero el jefe ni se inmutó. Viendo la oportunidad, la primera Figueroa se lanzó al ataque por tierra, pero el jefe la atrapó con la otra mano de sombra. Sin embargo, cometió el error de olvidarse de Figueroa, quien apareció por detrás y le propinó una potente patada en la espalda.

El golpe desequilibró al jefe, y la bola de fuego de Nicole lo alcanzó de lleno, provocando una explosión masiva. Cuando el polvo se disipó, el jefe estaba visiblemente herido, con su cuerpo cubierto de quemaduras y sangre brotando de su boca. No obstante, Figueroa también había sufrido el impacto y cayó al suelo, apenas consciente.

—Uno de nosotros va a morir hoy… —dijo Nicole, con determinación.

El jefe avanzó con pasos firmes y de repente lanzó un puñetazo gigante hacia Nicole, aplastándola con brutalidad. Ella escupió sangre por el impacto. Luego, giró rápidamente y le propinó una patada en el brazo herido a Figueroa, haciéndola gritar de dolor. La primera Figueroa, llena de rabia, activó el cien por ciento de su poder y se lanzó contra él en un combate cuerpo a cuerpo.

Sin embargo, ya estaba en su límite. Cada golpe le costaba más esfuerzo, y el dolor la desgarraba por dentro. A pesar de todo, no se detenía. El jefe la observó con diversión, pero en ese momento tosió y escupió un gran chorro de sangre.

—No… —susurró el jefe, con sorpresa.

—¡Así que también tienes un límite! —exclamó Figueroa, sonriendo con satisfacción.

El jefe se tambaleó y apretó los dientes con furia.

—Jajajajaja. Ves, nadie es perfecto. Tú también tienes un límite. Todos lo tenemos —dijo Nicole, incorporándose con esfuerzo—. Sufres más que Niki y la primera Figueroa. Eres fuerte, sí, pero tu exceso de confianza es tu mayor debilidad. No eres un ser perfecto.

—¡Cállate! —rugió el jefe, lleno de rabia.

Nicole sonrió con confianza y miró a sus compañeras.

—Voy a encargarme de él.

Nicole se lanzó contra el jefe con toda su furia, envolviendo su puño en una ventisca gélida. Su golpe impactó con tal fuerza que el enemigo escupió sangre mientras era lanzado por los aires. Sin darle tiempo a reaccionar, Nicole lo atrapó en pleno vuelo y lo estrelló contra el suelo con brutalidad. El jefe jadeaba, pero Nicole no le dio tregua. Lo golpeó una y otra vez, con rabia y determinación, hasta que su cuerpo quedó inmóvil. Para asegurarse de que no volviera a levantarse, alzó una roca afilada y la clavó en su pecho con un grito de victoria.

El silencio se apoderó del campo de batalla. Nicole respiraba con dificultad, sintiendo el peso del combate en sus músculos.

—Se acabó… Sabía que no era tan fuerte —murmuró, dejando caer su cuerpo sobre una rodilla, exhausta.

Figueroa asintió débilmente. Ambas estaban al límite, sus cuerpos estaban cubiertos de heridas y moretones. De pronto, un resplandor blanco inundó el lugar, cegándolas momentáneamente. Al abrir los ojos, quedaron maravilladas: millones de prismas flotaban a su alrededor, brillando con una luz indescriptible. Era un espectáculo hermoso, un indicio claro de que el multiverso por fin había nacido.

—Es… hermoso —susurró Nicole, con lágrimas en los ojos—. Por fin… el multiverso es una realidad.

—Nunca tuve la oportunidad de ver esto antes… —dijo la primera Figueroa, contemplando el espectáculo con nostalgia.

Nicole y Figueroa la miraron con curiosidad.

—¿No vienes con nosotras a nuestro universo? —preguntó Figueroa, con una mezcla de esperanza y tristeza.

La primera Figueroa negó con la cabeza y esbozó una leve sonrisa.

—No. Me quedaré aquí. Le daré a Nicole un digno entierro. Se lo merece.

—Es cierto… No fue al cielo ni al infierno, simplemente… a la nada —murmuró Nicole, bajando la mirada.

La primera Figueroa suspiró y les dedicó una última mirada.

—Cuídense. Fue un honor conocerlas.

—Lo mismo decimos —respondió Figueroa con una sonrisa triste.

—Gracias por todo —agregó Nicole.

Ambas miraron el prisma central, el portal que las llevaría de vuelta a casa. Dudaron por un momento, considerando si insistir para que su versión alternativa las acompañara. Sin embargo, sabían que su decisión estaba tomada. Con un último vistazo, dieron un salto y se sumergieron en el resplandor. La caída fue vertiginosa y, debido al agotamiento, ambas se desmayaron antes de llegar a su destino.

Mientras tanto, en la Tierra de las chicas.

Junior había llegado al lugar donde Nicole y Figueroa desaparecieron. Había sentido algo extraño en el ambiente, una sensación que no podía explicar. Fue entonces cuando un portal se abrió frente a él y, de su interior, cayeron Nicole y Figueroa, inconscientes y cubiertas de heridas.

El corazón de Junior se aceleró al verlas en ese estado. Corrió hacia ellas, sacudiéndolas suavemente.

—¡Nicole! ¡Sara! ¡Reaccionen! ¿Qué les pasó? —gritó, con evidente preocupación.

Pero ninguna respondió.

Sin perder más tiempo, Junior las cargó con cuidado y las llevó al hospital, sin tener idea de lo que había ocurrido. No sabía que el multiverso heroico acababa de nacer, ni que su mundo jamás volvería a ser el mismo.

¿Qué les esperaba ahora?

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