Las chicas sintieron un escalofrío recorrer sus cuerpos al ver la puerta de la oficina del jefe. Contuvieron la respiración cuando esta comenzó a abrirse, pero en lugar de encontrarse con el misterioso líder de los Xtreme Tiempos, vieron salir a Niki. Exhalaron aliviadas, aunque su curiosidad seguía latente. Sin embargo, antes de que pudieran formular preguntas, una alarma resonó por todo el lugar.
—¡Vamos! —exclamó Niki, sujetándolas por los hombros para arrastrarlas con ella.
Corrieron tras Niki hasta llegar a la sala de monitoreo. En la pantalla gigante que mostraba el mundo de Nicole y Figueroa, aparecieron tres nuevos prismas. La sala se llenó de movimiento cuando los gerentes se reunieron para analizar la situación. Carlos se ofreció para la anomalía superior, Santiago se encargó de la inferior y Niki se adjudicó la intermedia, llevándose a las chicas con ella.
—¿Es una misión tipo D? —preguntó Nicole, con el ceño fruncido.
—Sí —confirmó Niki—. Y no se confíen.
Las chicas asintieron, comprendiendo la seriedad de la situación. Se unieron a un grupo de cinco guardias con cascos oscuros y corrieron hasta una sala de transferencia. Niki sacó un dispositivo de cristal transparente que comenzó a proyectar información: códigos, coordenadas y un mapa del destino. Finalmente, el cristal mostró unas palabras:
A.U Número 3
Un portal en forma de prisma se abrió ante ellos, mostrando al otro lado un frondoso bosque.
—Entren. Chicas, quédense detrás de mí —ordenó Niki.
Nicole y Figueroa asintieron y cruzaron junto a los guardias. Una brisa fría las envolvió al llegar al otro lado. Miraron a su alrededor y notaron que estaban en España, en el año 2002. El aire olía a humedad y a madera fresca. Los guardias se adelantaron, vigilantes, cuando algo se movió entre los árboles.
Nicole vio la figura de un hombre emergiendo de la maleza. Su mano derecha estaba hecha de madera afilada, sus cabellos rubios y rizados caían sobre su frente y sus ojos azules reflejaban una locura contenida. Su piel pálida delataba su ascendencia rusa. Nicole no lo reconocía, pero el rostro de Figueroa se puso pálido.
—Es… es Palkin —susurró Figueroa con horror.
Nicole frunció el ceño. Sabía que Palkin era un asesino letal, famoso por su velocidad y brutalidad. Según la historia, un héroe logró detenerlo, pero ahora estaban viendo algo diferente. El héroe que debía vencerlo yacería muerto a sus pies.
—Esto no es bueno —murmuró Nicole.
Sin previo aviso, Palkin cargó contra ellos. Los guardias fueron lanzados por los aires, incapaces de reaccionar a su velocidad. Nicole y Figueroa saltaron a un lado, esquivando por poco el impacto. Niki desapareció de su vista, solo para reaparecer tras ellas con una sonrisa confiada.
—¿Se asustaron? —preguntó divertida.
—No —gruñó Nicole, con el orgullo herido.
Palkin alzó su mano afilada y les lanzó una mirada de odio.
—KTO TY? IDITE OTSYUDA, SUKINY DETI —gritó en ruso.
Figueroa miró a Nicole, confundida.
—¿Qué dijo?
Antes de que Nicole pudiera responder, Niki dio un paso al frente y respondió en un ruso fluido:
—Chto ty delayesh’, arestovan? Pozhaluysta, ne soprotivlyaytes’. My otvezem yego v khoroshuyu tyur’mu. Poydem bystro. G-n Palkin.
El asesino ruso soltó una carcajada burlona.
—Kha-kha-kha-kha-kha-kha. Tyur’ma. Etogo ne proizoydet.
Niki sonrió y miró a las chicas:
—¿Quiso venir con nosotros sin problemas? —preguntó Nicole.
—No. Quiere pelear —contestó Niki.
—Ay, no… —bramó Figueroa.
Palkin se lanzó contra ellas con una velocidad impresionante. Nicole, Figueroa y Niki se pusieron en guardia, preparándose para el combate.
Mientras tanto, en las instalaciones de los Xtreme Tiempos, en la oficina del jefe, Carlos hablaba con insistencia:
—Jefe, vuelvo y le digo que esas mujeres no me dan nada de confianza. Esas jovencitas son unas malparidas, y yo sé por qué se lo digo.
—Debes calmarte —respondió el jefe desde un rincón oscuro de la habitación—. Si hacen algo indebido, Niki ya dijo que las encerrará en la prisión temporal. Ese lugar está destinado para los A.U. problemáticos. No los matamos, los dejamos allí para que pasen el resto de su existencia. Para eso la creé. Sin embargo, veo que esas chicas pueden llegar a usar el cien por ciento de sus poderes.
—Jefe, por favor. Si llegan a equivocarse, déjeme matarlas. Las llevaré a la nada con todo gusto… y también a Niki.
—No. No las mates. Son jóvenes. No quiero asesinar a nadie a menos que sea una situación extrema que pueda desatar un caos en el multiverso.
—Bueno, jefe. Pero no prometo que las dejaré sin un rasguño.
—Haz lo que quieras, pero no las mates.
Carlos se retiró de la oficina. El jefe giró su silla y observó el prisma flotante frente a él, notando que el nuevo mundo aún no había sido borrado.
—Hazlo rápido, Niki —murmuró.
De vuelta al nuevo universo.
Nicole y Figueroa combatían contra Palkin mientras Niki las observaba a distancia, evaluando su desempeño. Aunque los guardias estaban presentes, eran poco útiles en la lucha. Palkin intentó atacar a Nicole con su brazo de madera afilada, pero ella esquivó con agilidad. Figueroa, aprovechando su velocidad, lo golpeó en el estómago, enviándolo varios metros atrás. Furioso, Palkin lanzó una rafaga de estacas de madera; Nicole y Figueroa lograron esquivar, pero uno de los guardias no tuvo la misma suerte y fue atravesado por el cuello. Cayó al suelo sin vida.
Niki observó la escena con frialdad, pero sus ojos reflejaron un destello de pesar. Nicole y Figueroa vieron al guardia y comprendieron algo aterrador: el guardia no ira al cielo ni al infierno, el va ir a la nada. Ese pensamiento las llenó de rabia y se lanzaron con furia renovada contra Palkin.
El combate se intensificó. Figueroa, usando su super velocidad, esquivó sus ataques y conectó una serie de golpes en su torso. Nicole aprovechó la distracción para atacarlo desde el otro lado. Lo golpearon con fuerza en la cabeza, el abdomen y las piernas, debilitándolo. Palkin escupió sangre, tambaleándose.
De repente, uno de los guardias se abalanzó sobre él y, con un movimiento certero, le atravesó el pecho con su sable. Palkin vomitó sangre y cayó de rodillas, con la mirada perdida. Segundos después, su cuerpo se desplomó, sin vida.
—Como siempre, rápido. Bueno, borremos este mundo —dijo Niki con un tono indiferente.
—Pobre… se va a la nada —susurró Nicole.
—Es hora de irnos de aquí —señaló Figueroa.
—Sí. Vamos, chicas.
Nicole estaba a punto de irse, pero Figueroa se quedó mirando fijamente algo. Nicole notó su expresión y decidió acercarse para ver qué le llamaba tanto la atención. Lo que vieron las dejó heladas: un grupo de niños llorando, con la mirada aterrorizada. Fue entonces cuando entendieron que habían escuchado claramente las palabras de Niki. Mientras tanto, uno de los niños, un joven de catorce años con el cabello castaño, ojos negros y piel trigueña, usó su telequinesis para arrebatarles la granada que estaban por usar. Con voz temblorosa, preguntó:
—¿A qué se refieren con borrar?
El chico comenzó a retroceder mientras los guardias avanzaban con determinación.
—Chico, danos lo que tienes en la mano —ordenó uno de los guardias, avanzando con cautela.
Nicole y Figueroa sintieron cómo la indignación crecía dentro de ellas.
—Por favor, obedece —pidió Niki con seriedad.
Uno de los guardias desenvainó su sable y avanzó con intención asesina.
—Muy bien, chico. Tú lo pediste —dijo con frialdad.
—Hazlo rápido —ordenó Niki, sin apartar la mirada.
El guardia levantó su arma dispuesto a acabar con el muchacho, pero antes de que pudiera siquiera tocarlo, Figueroa, con su super velocidad, le propinó una patada brutal que le rompió el cuello al instante. El cuerpo del guardia cayó al suelo sin vida. Nicole y Figueroa se colocaron delante del niño, protegiéndolo. Niki las miró con furia contenida.
—¿Qué están haciendo? —preguntó Niki, cada vez más molesta.
—No podemos hacer esto —respondió Figueroa, con la voz cargada de emoción—. Es un niño, por favor.
—Bien. Nos llevamos al chico —concedió Niki, aunque su tono era tenso.
—No —negó Nicole—. Hay más niños como él que pueden ser borrados.
—Pasen la granada borradora —ordenó Niki, su paciencia agotándose.
—No —replicaron ambas al unísono.
Los ojos de Niki se encendieron de furia.
—Ahora sí estoy… ¡MOLESTA! —rugió, y una llamarada de fuego la envolvió por completo.
Nicole y Figueroa adoptaron una postura defensiva, mientras los guardias daban un paso atrás.
—¡YO CONFIÉ EN USTEDES! —gritó Niki antes de lanzarse al ataque.
—¡LO QUE HACEN ESTÁ MAL! —respondió Figueroa, corriendo para enfrentarla.
Nicole tomó al chico y se alejó, mientras Niki se estrellaba contra Figueroa con una fuerza descomunal, levantando una nube de polvo y tierra. Cuando la visibilidad regresó, Nicole vio cómo Niki le daba una patada en el estómago a Figueroa, haciéndola escupir sangre antes de caer inconsciente. La rabia y el miedo invadieron a Nicole, quien instintivamente lanzó una llamarada de fuego directo hacia Niki. Sin embargo, esta detuvo las llamas con una sola mano, sin inmutarse.
Nicole apretó los dientes y volvió a atacar con todas sus fuerzas, pero de la mano de Niki emergió un torrente de agua que extinguió el fuego en el aire. Antes de que Nicole pudiera reaccionar, Niki apareció detrás de ella y le propinó una patada con una fuerte ráfaga de viento que la hizo caer en picada. Nicole impactó contra el suelo con violencia, sintiendo un dolor punzante en su pecho antes de escupir sangre y perder el conocimiento.
Niki descendió lentamente, con el rostro sombrío.
—Confié en ustedes… —murmuró con decepción—. Llévenlas a la prisión temporal.
Un guardia activó la granada borradora y el mundo comenzó a desvanecerse poco a poco, como si una gigantesca goma de borrar lo estuviera eliminando de la existencia.
Los guardias levantaron los cuerpos inconscientes de Nicole y Figueroa y atravesaron el portal de regreso a las instalaciones. Mientras avanzaban por los pasillos, Santiago se cruzó con ellos. Observó la escena con curiosidad, pero no dijo nada y siguió su camino. Finalmente, llegaron a la gigantesca puerta metálica que Nicole y Figueroa habían visto antes de su misión.
—Ábrela —ordenó Niki.
Uno de los guardias colocó su mano sobre el panel de seguridad. La pantalla escaneó su huella y la puerta se abrió con un sonido metálico. Sin más, arrojaron a las chicas dentro y cerraron la puerta tras ellas.
Mientras tanto, Carlos, al enterarse de lo sucedido, esbozó una sonrisa maquiavélica. Caminó lentamente por los pasillos con expresión triunfante. Sus ojos, iluminados por una sombra oscura, destilaban una peligrosa sed de sangre.
En el interior de la celda, Nicole y Figueroa comenzaron a recobrar la conciencia. Se incorporaron con dificultad, sintiendo el cuerpo adolorido. A su alrededor solo había ruinas y penumbras. Un escalofrío recorrió sus cuerpos cuando distinguieron cuatro siluetas acercándose lentamente entre los escombros.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 28 Episodes
Comments