La verdad de Lisha

El día transcurría con calma en la casa de Elizabeth, pero en su interior, Lisha seguía confundida.

La noche anterior aún pesaba en su mente.

(La noche anterior)

Elizabeth la observaba fijamente, con una mirada que parecía escarbar en lo más profundo de su alma.

—Tómate tu tiempo, Lisha… —murmuró con suavidad, aunque en su voz había una firmeza inquebrantable.

Elena, quien había estado presenciando la escena, suspiró.

—Iré por algo de beber —dijo, sin querer interrumpir.

Se hizo un silencio incómodo. Los ojos de Lisha comenzaron a perder su brillo natural, sumergiéndose en una opacidad extraña. Elizabeth mantenía la conexión con su poder, esperando que su presa cediera.

Desde el suelo, Elena arqueó una ceja con escepticismo.

—Creo que tu mirada está perdiendo su toque —comentó en tono burlón.

Elizabeth suspiró y frotó sus ojos, sintiendo un leve cansancio.

—Hace mucho que no usaba mi poder… tardó demasiado en caer.

—Bien, pues como te dije, ella es la novia de Losert. Adelante, pregúntale qué pasó.

Elizabeth inclinó levemente el rostro y habló con voz pausada:

—Dime… ¿cómo terminaste en el bosque?

Lisha, aún sumida en el trance, respondió con un hilo de voz:

—Porque traicioné a Belial.

Elena frunció el ceño.

—¿Quién?

Elizabeth se tensó.

—Belial… es uno de los vampiros más peligrosos. —Su mirada se endureció—. ¿A qué te refieres con traicionar?

Lisha titubeó. Su cuerpo tembló levemente, como si su subconsciente resistiera la confesión.

—Fallé en la misión… no, más bien… no quise hacerlo.

Elizabeth sintió una punzada de inquietud en su interior.

—¿Qué misión?

Lisha cerró los ojos y, cuando los volvió a abrir, lágrimas silenciosas resbalaban por sus mejillas.

—Matar a Losert.

Elena permaneció en completo silencio. Elizabeth sintió su propio corazón golpear con fuerza contra su pecho.

—¿Por qué trabajabas para Belial? —preguntó, esta vez su voz tenía un filo peligroso.

—No es como si tuviera opción… —susurró Lisha—. Mi linaje le pertenece a Belial.

Elizabeth entrecerró los ojos.

"Familiares entrenados desde su nacimiento… pensé que solo era un mito."

De pronto, Lisha empezó a sacudirse. Su cuerpo intentaba liberarse del control de Elizabeth.

—Términa con mi vida…

Elizabeth abrió los ojos con sorpresa.

—No puedo hacer eso. Primero dime… ¿qué sientes por Losert?

Lisha guardó silencio. Su expresión se tornó atormentada y llevó una mano a su pecho.

—Esto que siento… no puedo permitírmelo. El corazón de Losert le pertenece a otra chica.

Elena soltó un resoplido.

—Para estar bajo hipnosis, responde con demasiada claridad.

Elizabeth desvió la mirada.

—No es una hipnosis total —explicó—. Solo la seduje con mi poder. Responde lo que le pregunto, pero conserva su voluntad.

Elena chasqueó los dedos.

—Ah, ahora lo recuerdo.

Lisha no pudo contener más su angustia. Su respiración se tornó errática, su cuerpo tembló y, finalmente, perdió el conocimiento.

Elizabeth la observó en silencio.

—Fue demasiado para ella. —Se giró hacia Elena—. Si Belial está tras Losert, tendremos que protegerlo.

Elena se rascó la cabeza, fastidiada.

—Será complicado hacerlo entre las sombras.

Elizabeth la miró, su determinación brillando en sus ojos.

—Entonces tendremos que involucrarnos otra vez.

Elena dudó.

—¿Estás segura?

Elizabeth asintió.

—Mientras él sea humano… Vladich no regresará.

O al menos, eso creía.

Porque lo que Elizabeth aún ignoraba era que Losert, incluso siendo humano, tenía el poder de despertar a Vladich.

El peligro acechaba en cada sombra.

Más tarde, cuando Lisha despertó, Elizabeth la observó con calma.

—Te perdono. —Su voz era firme—. Y te pondré al tanto de todo. Tanto del pasado… como del futuro que se avecina.

La noche seguía avanzando, envuelta en un frío implacable. En la oscuridad, las piezas del destino comenzaban a moverse.

---

(A la mañana siguiente)

Cuando Lisha despertó, todavía se sentía aturdida.

Elizabeth la observaba con calma.

—Perdóname por lo de anoche —dijo con un tono de leve arrepentimiento.

Lisha se incorporó lentamente y suspiró.

—No te preocupes… anoche resolvimos muchas cosas. Ahora sé que fuiste la exfamiliar de Losert… y también que, ahora que soy una traidora, nunca podré ser un vampiro completo.

Elizabeth cruzó los brazos.

—Solo hay que hacer otro contrato.

Lisha la miró, desconcertada.

—¿A qué te refieres?

—Haz un contrato conmigo y conviértete en mi familiar. Si queremos proteger a Losert, debemos poder salir al sol… y hace más de unos meses que vivo bajo las sombras.

Lisha la observó en silencio, con algo de admiración.

—Está bien. Dime qué debo hacer.

Elizabeth sonrió con sutileza.

—Nada. Según las reglas de los vampiros, si tu familiar muere, el contrato se rompe. No sé cómo lo manejan en esos casos, pero una vez que olvides a Belial, haremos el contrato.

Lisha bajó la mirada.

—Desconozco muchas cosas… Como te mencioné, mi infancia solo fue entrenamiento para el asesinato.

Elena, quien recién despertaba, se desperezó con un bostezo.

—Pero no contaste con el amor.

Lisha se sonrojó.

—A decir verdad… nunca me convertí en un monstruo sin corazón. Solo fingí serlo, pero ya no puedo más.

Elizabeth sonrió.

—Por eso, ahora estarás con nosotras.

Elena se estiró un poco y asintió.

—Eli tiene razón. Con nosotras estarás más relajada.

Lisha, sin poder contenerse, se dejó caer al suelo.

—Gracias… de verdad, gracias.

Elizabeth la tomó del hombro y la ayudó a levantarse.

—No tienes que agradecer.

Así fue como Lisha se convirtió en su aliada.

Las tres estaban decididas a proteger a Losert… pero ignoraban el peligro que se avecinaba.

O al menos, dos de ellas no sabían de qué era capaz Belial.

Lisha, en silencio, planeaba una estrategia.

"Si Belial mandó a Jonathan, significa que pronto enviará a los otros tres… El Cuarteto del Infierno. Maldición… son sus mejores vampiros."

Elizabeth la observó de reojo y notó su preocupación.

—¿Pasa algo, Lisha?

Lisha reaccionó rápidamente.

—Belial envió a uno de sus asesinos más letales. Jonathan… Él fue quien me apuñaló. Es un vampiro de alto rango.

Elena rió con confianza.

—No hay problema. Yo soy una licántropa fuerte, y Eli también es una vampira de alto rango.

Lisha quedó atónita.

—¿En serio?

Elizabeth asintio con calma y cambio de tema.

—Bueno, ¿qué les parece si comemos algo? Ya vuelvo.

Mientras Elizabeth se alejaba, Lisha la observó con admiración.

CONTINUARÁ...

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