Ecos de un Recuerdo

(Casa de Losert)

La noche transcurrió con tranquilidad. La conversación con Elena fluía de manera natural, como si fueran viejos amigos de toda la vida. Durante la cena, Losert sintió una extraña familiaridad, una sensación cálida que no lograba explicar.

Losert (pensando): ¿Por qué me resulta tan natural comer con ella?

Elena, atenta, notó su expresión pensativa y le lanzó una mirada de curiosidad.

Elena: —Dime, Lost, ¿pasa algo?

Losert parpadeó, confundido. Entonces, como si un relámpago atravesara su mente, un recuerdo borroso lo golpeó con fuerza.

(Recuerdo difuso)

Losert: —Por favor, no te muevas, Eli…

¿?: —¿Así que me llamarás Eli?

Losert: —Si te incomoda, no lo usaré más.

¿?: —No me molesta… pero en ese caso, yo te diré Lost.

(Presente)

El sonido de la voz de Elena lo hizo volver en sí. Sin darse cuenta, lágrimas silenciosas resbalaban por su rostro.

Elena: —¡Hey, Losert! ¿Qué te pasa?

Losert se apresuró a limpiarse las lágrimas y negó con la cabeza.

Losert: —No es nada… Perdón.

Elena sintió un peso en el pecho. Había cometido un error, uno que no debía permitirse. Tragó saliva y se levantó de la mesa, evitando su mirada.

Elena: —Debo irme… Gracias por la comida, Los… —Hizo una pausa, se corrigió rápidamente— Chico. Nos vemos.

Losert notó su incomodidad, pero solo asintió con una leve sonrisa.

Losert: —Nos vemos, Elena.

Esa noche, mientras el agua caliente de la ducha caía sobre su piel, Losert reflexionó sobre lo sucedido.

Losert (pensando): Lost… Eli… ¿Por qué reaccioné así?

Se sacudió la cabeza y suspiró. Había decidido no indagar más en el pasado, pero ahora, la duda lo atormentaba.

Aquella noche, durmió con un nudo en el pecho y un peso en el corazón.

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(Parque Estrella – 3:00 AM)

La brisa nocturna envolvía la figura solitaria de Elena. Su voz sonó densa, cargada de pesar.

Elena: —Tal parece que su lazo es más fuerte de lo que imaginaba…

A su lado, Elizabeth miraba el cielo con una expresión melancólica.

Elizabeth: —Tienes que alejarte de él… o recordará más de la cuenta.

Elena apretó los puños y bajó la mirada.

Elena: —Lo sé… Perdóname, Eli. Tú has sido fuerte todo este tiempo, y yo… se supone que soy la fuerte, pero…

Antes de que terminara la frase, Elizabeth la abrazó con fuerza.

Elizabeth: —No soy fuerte. No sabes cuántas veces he estado a punto de ir a verlo…

Elena le acarició la cabeza con ternura, tratando de reconfortarla.

Elena: —Tranquila. Prometo mantenerme al margen de todo.

Elizabeth se separó un poco y le dedicó una sonrisa débil.

Elizabeth: —No te preocupes… —Se limpió las lágrimas rápidamente y, cambiando de tono, preguntó—. Mejor dime, ¿cómo está?

La conversación entre ambas se alargó, y durante el resto de la noche, solo el viento y la oscuridad fueron sus confidentes.

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(A la mañana siguiente – Escuela)

Losert llegó a la escuela sintiéndose un poco apagado, pero todo parecía transcurrir con normalidad.

(Salón de clases)

Mientras se acomodaba en su asiento, sintió una mano firme en su hombro.

Ryujin: —Oye, Losert.

Losert se giró para mirarlo.

Losert: —¿Sí?

Ryujin echó un vistazo rápido a su alrededor antes de susurrarle.

Ryujin: —¿Crees que podamos hablar en otro lugar?

Losert arqueó una ceja.

Losert: —¿En otro lugar?

Antes de que Ryujin pudiera responder, Lisha entró al aula y, al verlos juntos, caminó rápidamente hacia ellos.

Lisha: —¡Hola, chicos!

Losert le sonrió con naturalidad.

Losert: —Hola, Lisha.

Ryujin, por su parte, frunció el ceño por un breve instante, pero lo disimuló con una sonrisa.

Ryujin: —Hola, Lisha… Qué oportuna eres.

Lisha ignoró su tono y se sentó junto a ellos.

Lisha: —¿De qué hablaban?

Losert: —No sé, aún no me ha dicho pa…

Ryujin (interrumpiéndolo): —De nada importante, jejeje.

Losert lo miró con extrañeza, pero decidió no insistir.

Losert: —Bueno, ahí lo tienes.

Lisha miró de reojo a Ryujin y una idea cruzó por su mente. Su sonrisa se tornó un poco más astuta cuando se dirigió a Losert.

Lisha: —Losert…

Losert: —¿Sí?

Lisha (sonrojándose ligeramente): —¿Crees que podamos hablar en el almuerzo?

Losert ladeó la cabeza, confundido.

Losert: —Siempre platicamos, ¿no?

Lisha: —Sí, pero… quiero decirte algo en privado. Me da un poco de pena…

Ryujin reaccionó al instante. Su mirada se endureció por un segundo, pero rápidamente ocultó su expresión.

Ryujin (pensando): ¿Llegarás hasta ese punto?

Losert, aún con dudas, decidió aceptar.

Losert: —Está bien… ¿dónde nos vemos?

Lisha: —Detrás del salón, en el pequeño callejón que da a los baños.

Losert: —Bien.

La conversación quedó ahí, pero la tensión en el aire no pasó desapercibida.

Continuará…

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