8

Estaba de mal humor, la mala señal de Internet y la señal de mi teléfono era una vergüenza; no pude leer los correos de Katherine sobre el tema de trabajo. Mi dulce relevo, era la lunática de Madeleine que tuvo que renunciar al escuchar que su Jefe pedia una noche loca y ella se negó porque eran con patrocinadores.

“… ¡Acaba de romperle la botella de Whisky a un cliente… por tocarla!”

“… Frank está molesto, cierto?”

A todo color, Madeleine sólo llevaba 2 semanas en mi lugar y llevaba 5 clientes heridos; observe el reloj de mi habitación con frustración. Quedarme en casa, era algo que yo no soportaba hacer y me arregle para ir á a trabajar como instructora de pintura con niños.

“Maestra, es un placer estar en su clase…”

“Bienvenido!”

Había pasado mucho, la galería pública era sencilla y con pocos estudiantes, cada uno con su nivel de pintura sea frutas, pinturas reconocidas y cosas faciles; las puertas Correderas que sustituyeron a las de madera luciendo moderno, dejaba visibilidad para aquellos transeúntes.

“oh…”

Eramos observados por muchas personas, pasaban viajeros, cuando acabo la clase pude suspirar; estaba por cerrar.  Entro una mujer pequeñita, con un saco rojo, baston negro, el cabello pulcramente recogido, algo arrugada, ojos claros, pintada como las mujeres de películas viejas y andaba como si tuviera mucho tiempo.

—Hola, hermosa niña—Dijo con voz suave.

—Hola, madame—Dije sonriéndole a la bella mujer. Pense que estaba sola, hasta que entraron 2 hombres altos, cerraron la puerta detrás y las cortinas de los ventanales fueron acomodadas por ellos—¿Puedo ayudarles en algo?—Dije impresionada.

La anciana sonrió, ese fue mi error, no podía respirar y todo se volvió negro. Escuche maldiciones en francés e ingles, mis piernas dolían como si estuviera en una sola posición, ardían mis muñecas, no veía nada, y mis labios no se movían. Un aire me recorrió haciéndome sentir expuesta.

—¡Esto no se hace abuela!—Escuche una voz enérgica.

—No me alces la voz, niño!—La voz de la anciana era fría.

Quitaron lo que cubria mis ojos, Daniel con ropa del diario y Armando estaba hablando con unos monigotes; Error! Un golpe impacto en mi cara, la anciana tenia mano dura y sus ojos parecían navajas.

—¡No tienes derecho a mirar!—Dijo apretando mi rostro. Fue muy brusca—¡Maldita mujerzuela! Creías que no vería atraves de… la fachada de maestra de pintura?—Dijo impresionándome.

—¡Abuela!—Dijeron Armando y Daniel.

Un monigote me jalo del pelo, para ver a la anciana a los ojos con reverencia, y poof sentí un pinchazo en los tobillos.

—¡Mientras mas te esfuerces!... los clavos perforaran tus tobillos—Dijo la anciana con alegría.

—Si necesitabas información, podías preguntarnos…!—Dijo Armando sacando a la anciana de su enfoque. Mi nuca dolia en carne viva—Marcus, vas a romperle el cuello—Dijo empezando a enojarse.

La anciana, con una seña de su mano, me libero el monigote y descanse, no sin antes sentir pinchazos mas duros. ¡¿Donde me sentaron?! Quise gritar de dolor, pero no me podía mover y menos decir nada.

—¿Por qué la protegen? Niños—Dijo la anciana.

—Es… una mujer ejemplar—Dijo Daniel como… eso fuera justificación. La anciana no le creyó—Nos agrada, esta bien!—Dijo molestándose como un niño.

Armando lo vio con desdén y frialdad a la anciana.

—Abuela, porque no aceptas que nos agrade alguien… normal—Dijo Armando cruzándose de brazos.

—Es por su posición y nombre—Dijo la anciana. Me fulmino—Ella es una ramera… fingiendo ser una mujer que sabe arte—Apretó mi barbilla.—Marcus—Entonces Daniel golpeo al monigote y Armando a los otros.

Otro bofetón en mi cara, donde golpeo se estaba hinchando, por un segundo me di cuenta que me habían vestido como una prostituta, la anciana tomo una hacha y partió el brazo de la silla; se desarmo haciéndome caer de culo. Si recuerdas la película de terror donde el lunático tiene una motosierra, imagina que el lunático es una anciana, la cierra es un hacha y sus ojos son de loca. ¡Una bella anciana actuando como una asesina!

—¡Estate quieta!—Dijo con voz afrancesada.

—No, abuela!—Dijo Daniel tratando de desarmarla.

Pude destruir los amarres, Daniel no pudo detenerla, había un tubo por encima de mi, y maniobre para permanecer en los aires; la anciana se quedo en shock, mientras el otro guardia se paraba atrapar mis tobillos. Gire posando mis piernas en sus hombros, y apreté, se detuvo todo al oir el crujir de su cuello gordo, moreno, apestaba a sudor, ni ese traje apretado cubría su gordura.

—¡Manuel!—Grito la anciana.

—Cass—Dijo Daniel. Desplegué mis piernas viendo caer al gordo y después baje con delicadeza—No tenias que… usar—Dijo tratando de hacerme sentir culpable.

Alguna vez sentiste que algo murió, eso paso conmigo, al ver ese hombre en la moqueta, más hombres inconscientes, Armando que estaba inexpresivo, la anciana parecer una mujer indefensa y a Daniel sin querer hablar conmigo; pase a su lado para irme y no me detuvo. Corrí por la avenida desierta, luces iluminaban de forma tenue, llore sin hacer sonido, quería volver a mi infancia como antes… mis padres haciéndome limpiar los muros donde pintaba, Dora haciéndome reir y a Eric con su entrenamiento para hacernos sufrir en vacaciones.

"Cuando salga del colegio... me iré lejos y no me volverás a ver..."

"Dejaste de ser... mi hija!"

Llegué al lago, un auto estaba estacionado y Daniel salió de el, no estaba lejos mi antiguo hogar; Armando me atrapó al vuelo haciendo que cayera en el frío pasto. Esos ojos azules, eran peligrosos, podía ser el más frío de los hombres, el vao de su boca apetecible salía como chimenea y sólo dije...

—¡No quiero saber nada de usted!—Mi voz era clara y dura.

Mi vida... ya no volvería a la normalidad... Lo lamentaria después...

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