No había logrado conciliar el sueño en toda la noche, la angustia, la preocupación por ver que la puerta de su habitación permaneciera cerrada la mantenía despierta.
No esperaba a nadie, su familia la ignoraba y no era secreto, casi podía percibir su deseo de que un día ya no estuviera ahí. Pero, no podía decir lo mismo con respecto a su hermano.
Este, si tenía un día complicado, o si cometía el más mínimo error, este no tardaba en desahogar todo en ella. Su piel ya era testigo de los incesantes azotes, su dignidad ya fue pisoteada. Lo único que deseaba, era que el príncipe, su prometido la salvará de su pesadilla.
Los suaves rayos que se asomaron por los enormes ventanales la hicieron ver que no había cerrado los ojos en toda la noche, con su cuerpo agotado, con un semblante soñoliento se colocó de pie a la par en que las damas de compañía entraban. Su semblante serio y neutral sigue alistándola, pues no hablaban, a menos de que pidieran una de sus opiniones.
Caminando hasta el cuarto de baño, una de las muchas mujeres la ayudó a bañarse, otra se dispuso a arreglarla, el corset lo ajustaban tanto, que en ocasiones perdía la respiración. Colocándole un vestido azul y un abrigo por el presente invierno que azotaba a Alyria, la ayudaron a arreglar su rostro demacrado y ojeroso.
Para las mujeres no era sorpresa ver las cicatrices en su espalda, de ver aquellos moretones y mordidas en su piel, pues todas sabían acerca de las visitas nocturnas del joven amo, en la habitación de la princesa.
Una vez terminaron, con una inclinación de sus cabezas, se retiraron, dejando a la princesa en la protección de su habitación.
Mirándose en el espejo reconoció el buen trabajo de las damas de compañía al esconder los hematomas de su cuello. No podía creer que era ella quien se veía en el espejo, era increíble lo que el maquillaje podía hacer, su rostro jamás a sido tocado, solo aquellas cuencas oscuras debajo de sus ojos era la imperfección de su rostro. Sus ojos se desviaron a los baúles donde sus pertenencias fueron puestas.
Era hora, hora de salir de los enormes muros de ese castillo, pronto partiría lejos de su familia y hermano, para poder ser libre.
Suspiro con alivio al recordar ya no vería más a su hermano mayor, que aunque fueran tristemente tan solo tres días de viaje, suspiraba con alivio al renacer que la distancia los mantenía lejos de ella, camino hasta el mueble de madera fina tomando aquel libro que la acompaño en toda su vida. Lo apretó con fuerza hasta que los suaves toques provenientes de la puerta sonaron, rompiendo su burbuja de protección, al temer saber de quién se trataba.
—Adelante —. Dejó el libro en su lugar y se giró sin moverse de su posición en lo que vio la cabellera oscura de su hermano, sujeto con más fuerza la chalina que traía sujeta entre sus brazos al verlo caminar hasta ella. La altura de su hermano la sobrepasaba, tanto que aún le intimidaba.
—Pronto partirás, no te despedirás de tu amado hermano —. Dijo acariciando un mechón de su cabello con demasiado cariño.
—No me gustan las despedidas querido hermano, me dolerá más mi partida —. Contestó, mintiendo al respecto de lo que en verdad sentía, la satisfacción de irse y no volver nunca, estaba más que segura de que aria lo posible por impedir que su hermano sé interpusiera en su nuevo matrimonio.
Las manos enfundadas con la piel de aquellos guantes, la tomaron por la barbilla y levantó su rostro para que pudiera verlo a los ojos directamente.
—Mi amada hermana, que are sin tu presencia —. Apretó su barbilla con una aura peligrosa que provocó una reacción que desencadenó una serie de nervios en la pequeña rubia quien escondió sus manos en su chal, empuñando de la suave tela con temor de lo que pudiera ocurrir en ese momento.
Por suerte, un toque proveniente de la puerta la salvo de lo que su hermano pudiera estar pensando en su perversa mente. Una mujer entró seguido de unos dos guardias quienes tomaron los baúles donde iban sus pertenencias.
—Señorita, el carruaje a llegado, su presencia es aguardada en la puerta principal —.
Asintió y sin darle la oportunidad de marcharse actuó con rapidez queriendo huir de su hermano, pero se vio interrumpida por este en el momento en que la tomó por los brazos y la azotó sin delicadeza contra la puerta.
—Hermano...
—No, no quieras provocarme Evangeline, espero que hayas comprendido que nadie más te pude amar como yo lo hago —Dijo en su oído con evidente resentimiento —Recuerda esto, no puedes ser feliz con él, no lo permitiré ni en una década, juro por mi mismo que te traeré de vuelta a mis brazos —.
La soltó con brusquedad y dejándola inmersa en su temor, la abandono en la habitación para salir después de dejar en claro aquella amenaza. Llevo una mano a su pecho sintiendo el inconstante palpitar de sí corazón. Era lo que se temía, desde la noche anterior, en que la poseyó de nuevo en su deshonra sus agresiones fueron más consistentes, más dolorosas, más humillantes.
Cerro los ojos, tratando de controlar el hecho de que el agua acumulada en ellos saliera con libertinaje, no quería mostrarse débil ante las palabras que no hicieron más que implantarle un miedo que la angustiaba. Conocía a su hermano y por ello mismo reconocía que el hombre cumpliría su palabra.
Con unas náuseas horribles, con el miedo hasta la punta de su cabello salió de la habitación que antes fue su refugio, que fue destruido junto con ella en la desgracia de ver como topo puede ser tan fácil de destruir. Cerro todo aquello que pudiera recordar le a su pasado. Puesto que pronto, un nuevo capítulo de su vida comenzaría, pronto su infierno terminaría.
Tomando una última respiración profunda, poniendo su semblante de niña triste al alejarse de su familia fue que salió donde su familia se encontraba. La hipocresía era una de sus mejores cartas, dio una suave reverencia a sus padres ausentes, se permitió abrazar a sus hermanos con una falsedad y al final su hermano mayor, quien la veía con fijación.
Lo abrazo con el corazón en la boca, sentía el miedo cuando aquellos brazos la tomaron fuerza y la estrecharon a su pecho firme y duro.
—Juro que te extrañaré Evangeline — Continuo diciendo tras hacer una ligera pausa —En todas mis noches lejos de ti—.
Aquello le dejo un mal sabor de boca, comprendía el mensaje oculto en esas palabras inocentes. Con rapidez se apartó de su familia y se introdujo en el carruaje queriendo huir cuanto antes de todos ellos. Agitó su mano una vez la carroza comenzó andar, fue entonces, que una vez fuera del alcance de su hermano, su mayor pesadilla, fue que se permitió soltar lágrimas, lágrimas de terror, de trizas y de felicidad al por fin salir, por fin comenzaría una nueva vida o al menos eso era lo que ella creía.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 64 Episodes
Comments
Caridad Gallardo
que desgraciado
2024-10-16
1
Yesi Mts
No deben ser hermanos de sangre.
2024-08-22
0
Yeli Martinez
pobre chica ni se imagina el infierno que seguirá su vida.
en la ley y el orden "la serie" dicen que no es casualidad que una persona que sufre abuso vuelva a sufrir por parte de otras personas
2024-08-22
1