Capítulo 8

Al llegar a una habitación completamente diferente y nueva. En la cual había una cama y todo lo necesario para una princesa. Euridice se sintió de alguna forma en su zona de confort nuevamente, sin embargo aún seguía con miedo por lo que estaba pasando.

— Bueno... te quedarás aqui. — Dijo Arjona mientras se mantenía cerca de la puerta. Euridice se sento sobre la cama y después miro por la ventana.

— Que pasara ahora.... ¿Con el imperio de mi padre?.— Preguntó Euridice.

— No te preocupes por eso... Quizá. Jacob no sea tan mal emperador. — Dijo Arjona a lo que Euridice se levanto y fue hasta él tomándole de los ropajes para hablarle con firmeza.

— Yo lo vi Arjona... La luna desaparecer... El temblor. Luego venian grietas que se abrían del suelo y... — Agacho la cabeza notándose temerosa. — El Abismo...— Dijo ella.

— Seguro solo soñaste... — Dijo Arjona tragando saliva y mirando a otro lado.

— No!. Yo se que algo anda mal. Mi padre hizo de todo por este imperio, mi hermano Edmund quería crear nuevas reformas en este imperio... Leonard... Peleo por este reino. — Dijo Euridice para después mirarlo a los ojos. — Es mi turno hacer algo por este Reino. Debo de pelear tambien!.— Dijo ella con firmeza.

Arjona se mantuvo en silencio unos segundos, suspiro y negó con la cabeza. Sabía que lo qur iba a decir iba a lastimarla, pero quizá solo así la haría cambiar de opinión.

— Euridice... ¿Que puedes hacer tu?.— Preguntó él. Euridice dio un paso atras y agacho la cabeza. — Eres debil, no puedes ni caminar distancias medianamente largas sin cansarte, no puedes levantar un arma. O en su defecto, no eres sabía ni sabes inspirar a otros como para buscar aliados... Simplemente eres una princesa mimada que vivio toda su vida en un palacio. No sabes ni vestirte sola.— Le dijo él.

Sintiendo su corazón a punto de reventar, Euridice dejó salir sus lágrimas. Arjona miro a otro lado, le dolía demasiado verla así.

— Mejor enfocate en quedarte aquí a ser una buena princesa como siempre lo has sido.— Dijo el disponiéndose a salir de la habitación, sin embargo al instante un golpe en el rostro lo derribo.

— ¡Te atreves a hablarle asi a la princesa! ¡Eres un idiota!.— Le dijo Degel claramente enfadado. Arjona se quedó sentado en el suelo y después se levanto.

— Solo digo la verdad. — Dijo él saliendo de la habitación.

Apenas se fue, Degel y Euridice se quedaron solos. Degel cerró la puerta y mirando a Euridice noto lo mal que estaba.

— Debe ser duro pasar por todo esto... Arjona mintió. La verdad es que eres muy valiente. — Dijo Degel. Euridice camino hasta sentarse en la cama, negó con la cabeza y apreto sus brazos.

— De que sirve ser valiente?... No tengo fuerza ni mucho menos soy inteligente, que podría hacer yo contra lo que pasa ahora solo usando mi "valentia".— Preguntó ella mirandole a los ojos.

— Te contaré dos pequeñas historias... La primera. Había una vez dos hermanos, uno de ellos era tan fuerte que imponia respeto a los otros... El segundo no era muy fuerte, pero era inteligente y con el poder de las palabras podía dar batalla mejor que su propio hermano. Una tarde ambos jugaban en el bosque cuando un oso los ataco, el hermano fuerte intento proteger al otro; pero ante la fuerza del oso no pudo evitar caer herido. El segundo hermano al ver al otro a punto de ser devorado, pensó en una forma de aullentar al oso así que uso su inteligencia para hacerlo. Logrando crear un sonido para llamar su atención, alejo al oso de su hermano y corrio por el bosque hacia un risco. Al llegar alli el oso estuvo por matar al hermano debil, en ese momento llego su mal herido hermano; quien comenzo a empujar al oso hacia el risco. Al no poder hacerlo solo, el hermano debil dio un golpe sobre una de las patas del oso, de esta manera el oso perdio el equilibrio y cayo por el risco. Despues de esto, los hermanos se prometieron mejorar. Uno se prometio ser mas fuerte, para poder proteger a su hermano y el otro prometio ser mas listo, para poder idear planes y estrategias para acompañar a su hermano.— Dijo Degel, Euridice escucho y no tardo en reconocer esa historia.

— Es... Usted y Arjona.— Dijo Euridice sorprendida.

— Si. Ahora va la segunda. Dos jóvenes caminaban por la playa una noche, cuando notaron sobre la arena cientas de estrellas de mar. Uno de ellos se acerca, levanta una de las estrellas y la lanza de vuelta al océano; el otro joven le dice "no salvarás a cada una de esas estrellas" a lo que el otro le responde, "no, pero salvaré a esa".— Dijo Degel. Escuchando esa historia Euridice se quedó procesando y a su vez pensando.

— ¿Por que me dice esto?... — Preguntó Euridice.

— No se, ni siquiera yo he entendido eso. Esas palabras me las dijo alguien muy especial... hace muchos años.— Dijo Degel mirando al suelo.

— ¿Quién?.— Preguntó Euridice.

— Tú padre... Fue cuando mi padre el Rey Leonas Murió — Dijo Degel poniéndose de pie para caminar hacia la puerta.— A mi me alentaron a no rendirme... Así que quizá pase lo mismo contigo.— Dijo el antes de salir de la habitación.

Euridice se quedo en total soledad en la habitación, se recosto sobre la cama y se puso a pensar. Miro hacia la ventana y después comenzo a caer dormida...

...

A la mañana siguiente, Euridice se levanto temprano. Fue a buscar a Arjona y Degel, quienes estaban reunidos en una sala de juntas. Ambos estaban discutiendo sobre los asuntos del reino y es que tenían un problema.

— El reino de Brown cerró los canales para dejar el paso de agua a Outro... No hay agua — Dijo Degel.

— Esos bastardos. ¿Pero como saben que estamos aquí?!.— Dijo Arjona alterado.

— No lo saben, pero no quice entrar a la Quintilla para nombrar a Jacob Emperador. — Dijo Degel. Todo mientras Euridice escuchaba desde afuera de la habitación.

— Pff... No puede ser. — Dijo Arjona.

— Sendai también recibió amenazas, quieren invadir su reino si no acepta entrar en la Quintilla. — Dijo Degel.

— ¿No pueden hacer nada?...— Preguntó Arjona.

— Mi ejercito y el de Sendai juntos podría dar batalla a el resto... Pero el ejercito Imperial es muy poderoso, eso lo sabes. — Dijo Degel. Arjona se noto afligido y pateo una silla que se encontraba cerca a el. — La única forma de que todo vuelva a la normalidad es que Euridice se nombre Emperatriz, por ley ella es la única heredera hasta que este muerta. Por eso la buscan.— Dijo Degel.

— No dejaré que la atrapen.— Dijo Arjona con firmeza en sus palabras.

— Pues entonces huyan ya. Quizá a otro continente. — Dijo Degel a lo que Euridice irrumpió en la habitación.

— Me rehusó!.— Dijo Euridice con la cabeza en alto. — No voy a huir más, yo voy a pelear... Haré todo para recuperar la prosperidad el imperio, no dejare que Jacob acabe con todo esto.— Dijo ella.

— ¿Estás loca?. ¿Que planeas hacer?.— Preguntó Arjona frunciendo el ceño.

— Anoche... tuve un sueño, igual que las visiones que tuve el día los días anteriores. Yo buscaré a los cinco Ases legendarios.— ...

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