Capítulo 6

Sendai miro a Degel, quien mantenía la mirada fija sobre Jacob; sabía que algo andaba mal. Jacob al notar su completa atencion en el, miro a otro lado.

— Conozco a mi hermano. Estoy seguro de que el jamás haría algo así.— Dijo Degel.

— Entonces dice que el príncipe miente!?.— Preguntó Vlakyr alzando la voz.

— Quizá.— Dijo Degel aún mirando a Jacob, quien suspiro y después habló.

— Entiendo perfectamente su situación... Pero, le preguntare personalmente a mi hermano que fue lo que paso. — Dijo Degel poniéndose de pie. — Mientras tanto, estoy fuera de la Quintilla. — Dijo Degel dando la espalda a la mesa para caminar hacia la salida.

— ¡Acaso planea una guerra!?. Si sale de esta habitación todos saldremos con nuestros ejércitos a su reino!.— Dijo Vlakyr. Degel se detuvo antes de llegar a su puerta y se dio media vuelta para verlos.

— De ser así, los esperare en mi reino.— Dijo Degel para finalmente salir de la sala.

— ¡Que carajos le pasa!.— Dijo Vlakyr golpeando la mesa. Justo en ese momento Sendai se puso de pie y tranquilamente miró a todos.

— Hasta no escuchar lo que paso de la voz de Arjona y la princesa... Estoy fuera de la Quintilla. — Dijo Sendai con suma seriedad para después caminar hacia su puerta.

Apenas se fue, Jacob se noto enfadado; sin embargo actuo como si todo estuviese bien, para mantener las apariencias...

...

Finalmente Arjona y Euridice siguieron su camino. Ambos comenzaron a caminar hacia lo que era el Reino de Outro en donde buscarían ayuda.

Para ocultar su cabellera; símbolo de la familia imperial, Arjona le puso una capucha para asi seguir avanzando. Durante el camino solian encontrarse con más personas que viajaban por los senderos, sin embargo nadie sospechaba nada; algo bueno.

Llegarían por lo menos al día siguiente, así que debian de apresurarse si no querían encontrarse con problemas...

Tras unas horas finalmente cayó la noche. Arjona y Euridice fueron a descansar en una parte del bosque, donde el hizo una fogata para hacer la comida y permitirle a Euridice descansar.

Ella aun se notaba afectada por todo, era obvio. Ver morir a su padre y hermanos, a manos de Jacob; era algo que le dolia demasiado.

— Toma... con cuidado que esta caliente.— Dijo Arjona pasandole un tazón con comida. Euridice lo tomo con cuidado pero lo caliente lo hizo soltarlo derramándolo sobre su ropa.

— Quema quema...!....— Dijo Euridice con dolor. Arjona fue hasta ella con un paño, con cuidado intento limpiar todo mientras miraba el rostro se Euridice cuyos ojos estaban apagados, tenía raspones en las mejillas y sus manos estaban secas. Para el era doloroso verla así, jamás penso en que ella tendría que pasar por algo tan terrible como lo que pasaba ahora.

— Tranquila... Ahora te sirvo más.— Dijo Arjona volviendo hacia la comida, mientras Euridice terminaba mirando al cielo, donde estaba el cielo estrellado y la luna brillante. Miraba esta con bastante tranquilidad hasta que noto algo que le aterro.

— Arjona... El cielo. — Dijo Euridice. Arjona miro arriba y noto como las estrellas comenzaban a desparecer y después la luna comenzaba a ser borrada por una intensa oscuridad.

Al instante vino una fuerte ventisca, misma que apago la fogata y los dejo en total oscuridad. Casi de inmediato Euridice se acercó hasta abrazarse a Arjona, el terror de ver tanta oscuridad comenzaba a hacerla llorar.

Con uno de sus brazos Arjona la sujeto, mientras que con el otro tomaba su lanza. Sentía a su alrededor una atmósfera muy turbia...

...

En el palacio imperial. En una sala a la cual solo accedía el Emperador. Se encontraba el altar donde fue sellado el abismo, mismo que debía de tener la sangre del sol para poder mantenerse cerrado. En su defecto, el Emperador de Caelum que siempre debia ser de la cadena Crudele era quien debía dar su sangre allí.

Justo allí, se encontraba Jacob cuya sangre estaba cayendo sobre el altar. Si hubiese sido la sangre del Emperador todo estaría bien, incluso si fuese sangre normal. Pero ese era el secreto de Jacob, el no era un simple humano más. No era descendiente del sol como Euridice y sus hermanos, pues era descendiente del abismo.

— Reitero la sangre que te sello... Te alimento para traerte de vuelta, trae tu oscuridad y tu caos de vuelta. — Dijo Jacob cumpliendo con las palabras para librar el sello.

Gracias a esto, en todo el imperio la oscuridad se apodero de todo. Las ventiscas apagaron las luces y todo se lleno de una atmósfera turbia y violenta.

— Estamos a solo unos pocos pasos de completar nuestra misión... Hijo. — Dijo Vlakyr al entrar en la sala.

— Lo se. — Dijo Jacob mientras miraba la sangre caer sobre el sello.

— Ya completamos tu venganza... Acabaste con los hermanos que por tanto tiempo te humillaron, y ahora. Tendrás el control de todo el imperio. — Vlakyr se acercó hasta darle suaves palmadas sobre el hombro. — Aunque se te escapo esa mocosa. Ya enviare a mis soldados a matarla.—

— NO. — Respondió Jacob con la voz en alto. — La quiero viva... y si faltas a eso. Tambien te mataré a ti. — Le dijo Jacob. Vlakyr frunció el ceño y miró a otro lado.

— Ella solamente nos va a molestar en nuestro plan... Si ella sigue viva no podremos despertar al abismo. — Dijo Vlakyr.

— Ya me encargaré yo de solucionar eso.... Pero ya lo dije, la quiero viva... Ahora sal de aqui. — Le ordeno Jacob saltándose del agarre en su hombro.

Vlakyr, notándose molesto se dio la vuelta y camino hasta la puerta, le miro de reojo antes de salir y después salio del lugar.

El sello comenzo a llenarse de la sangre de Jacob, llenando los canales de los símbolos. Sin embargo justo en ese momento el sello se agrieto y de este salio una grotesca voz.

— La luz del sol, sigue allá afuera. Las élites de nuestro Reino no pueden salir con ese peligro. Debes de exterminar al último sol si liberarnos queres. — Dijo esta voz. Jacob sabía a que se refería. Debía de eliminar a Euridice.

— Eso no sucederá. — Dijo Jacob.

— Te atreves a desafiar las ordenes del abismo?.— Dijo la voz.

— No, solo les informo. Que ella no morirá, ella no es un peligro. Así que pueden salir ya. — Dijo Jacob.

— Las grietas se abrieran y los nuestros emergerán. — Dijo la voz.

El altar se iluminó de un color rojo y violeta y después toda la tierra temblo...

...

Desde el bosque. Arjona volvió a encender la fogata, Euridice se mantenía cerca de el por el miedo. Justo en ese momento la tierra comenzó a temblar. Euridice se asusto y Arjona la sujetó.

El temblor fue intenso, durando al menos 10 segundos para después desaparecer.

— Yo... vi que esto pasaría... Yo lo vi.— Dijo Euridice saltándose en llanto. Arjona se noto confundido y después desvio la mirada, abrazandola contra su pecho para darle un poco de consuelo...

...

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