Capítulo 2.

Sintiéndose humillado, Jacob fue hasta su alcoba; misma que se encontraba en los rincones el palacio. Allí se cambió de ropa y después frente al tocador miro su propio reflejo.

— Malditos sean...— Dijo Jacob para después mirar la puerta de su habitación abrirse.

— Señor... Todo está listo.— Dijo un hombre con vestimenta de guardia.

— Bien... Preparense...— Dijo Jacob mirando al hombre a través del reflejo...

...

Pasaron los minutos y en la sala de banquete toda una fiesta había comenzado. Edmund y Leonard en compañía de los muchos guerreros que habían llegado de batalla, celebraban con comida y el mejor alcohol que se podría adquirir. Entre gritos y murmullos de tantos hombres, Euridice se notaba feliz de ver a su hermano de vuelta, pero incomoda por el ruido.

Notando esto, Leonard fue hasta ella y felizmente la abrazo por la espalda.

— Hermanita bonita. Envie tus obsequios a tu habitación. ¿Por que no vas a verlos?.— Preguntó Leonard sonriendo.

— ¿De verdad?!. Sii ire!.— Dijo pegando un brinco de emoción, se dio vuelta para irse pero se detuvo y regreso hasta él con el semblante más serio. — Solo... Ve y discúlpate con Jacob... o no te perdonaré nunca!.— Dijo Euridice para después darse vuelta e irse del lugar.

Leonard sonriendo suspiró y se dispuso a regresar para seguir con la diversión...

Paso el tiempo rapidamente, sin darse cuenta había caído la noche. Euridice estaba en su habitación abriendo las enormes cajas y mirando cada uno de sus regalos que le había traido su hermano; vestidos, joyas, perfumes y mas, encontrando entre todo esto unos aretes que le encantaron y que se puso frente al espejo con gran emoción. En su mano derecha la pulsera de su hermano Edmund, en sus orejas los aretes de Leonard y en su cabello una peineta que le había regalado su padre hace tiempo.

Sonriente regreso a seguir revisando los regalos, mientras miraba un cofre logró encontrar algo que le extraño. Era un sobre mismo que tenia como destinatario a su padre.

— Mm...? Seguro se que le colo...— Dijo Euridice en un suspiro para después ponerse de pie y tranquilamente salir de la habitación.

Con una sonrisa en su rostro camino por los pasillos hacia la habitación de su padre para darle ese sobre...

En los jardines del palacio, Arjona caminaba tranquilamente haciendo su guardia hasta notar algo que lo extraño mucho. En todo el camino que hizo había notado que no habia ningún guardia en sus posiciones, solo penso en que estarian tomando en la celebración pero esta idea se cancelo cuando pudo notar por uno de los edicios a un grupo de soldados charlando, todos con una misma persona.

— Blad...— Susurro mientras observaba esto para después tomar aire. Tenía un mal presentimiento asi que de inmediato se dio la vuelta para caminar hacia otro lado...

A su vez, Euridice llegó hasta el piso donde estaba la habitación de su padre. Allí camino hacia esta pero también noto que no había ningún guardia.

— Mm... Que silencio tan feo.— Susurro Euridice llegando hasta la habitación de su padre, cuya puerta estaba entre abierta y dejaba ver algo de luz saliendo. Llegando allí puso su mano sobre la puerta para abrirla pero en ese mismo momento logró escuchar algo que le sorprendió.

El sonido de algo caerse contra el suelo a la vez que las luces se apagaban dentro de la habitación, fue suficiente para saber que algo andaba mal. Entro a la habitación y de inmediato encontro algo que le heló la piel.

Su mano dejo caer el sobre y después corrio hasta su padre, quien se encontraba sobre el suelo mientras un charco de sangre crecía sobre el piso.

— ¡papá!.... ¡papa!...— Grito ella asustada. Justo en ese momento unos pasos la hicieron percatarse de que no estaba sola, de un lado de la habitación salió Jacob, sosteniendo una espada cuya sangre manchaba su filo. — Ja-jacob... Papá.... Llama a alguien, papá... esta frio.— Dijo Euridice mientras se empapaba en lágrimas.

— Hubiera sido mejor que no vieras esto...— Dijo Jacob, Euridice miro la espada y alli se dio cuenta de lo que pasaba.

Temblorosa se puso de pie y dio un paso atras mientras Jacob miraba el cuerpo de su padre sobre ese charco de sangre que logró empapar hasta los zapatos de Euridice.

— ¿Por que...?.— Preguntó Euridice estando en shock.

— ¿Por que?... No crei que fueses tan inocente. — Dijo Jacob para después mirarla. — No te preocupes... A ti jamas te lastimaria, al final eres la única que me ha apoyado... Y se que me apoyaras en esto.— Dijo caminando hasta ella, finalmente llevó su mano hasta ella y antes de poder tocarla ella le dio un manotazo. — El Imperio que nuestro padre dominaba.. No es más que un Imperio echo bajo el sufrimiento del pueblo, lo que yo haré... Será traer de regreso la gloria de lo que fue Caelum.— Dijo Jacob.

— Eres un asesino...— Dijo Euridice mientras retrocedía para después caminar hacia la puerta, sin embargo a su vez entró a la habitación un hombre, el mismo con el que Jacob se había reunido horas antes. Quien en realidad era el jefe de la guardia real, Blad.

— Señor... Todo esta listo.— Dijo Blad.

— Tú... ¿tambien...?— Dijo Euridice mientras respiraba agitada por el shock.

— Señorita... Buenas noches.— Dijo Blad haciendo una reverencia ante ella.

Mirando a su hermano, Euridice negó con la cabeza y después salio corriendo de la habitación. Jacob le miro irse y después miro de nuevo el cuerpo de su padre.

— Señor... La princesa... ¿tambien?.— Preguntó Blad.

— No, traela... Sin ningún rasguño.— Dijo Jacob...

Entre el pánico y las lagrimas, Euridice corrio hasta bajar a la planta mayor en donde se encontraba la habitación del banquete.

Alli corrio hasta esta pero al llegar noto el silencio tan profundo que le hizo temer lo peor. Corrio y abrio las puertas notando que todo había terminado mal también allí.

En el suelo, sobre las mesas y sillas, se encontraban todos los guerreros muertos. Con espuma en sus bocas y los ojos rojos. No tardo en notar a su hermano Edmund sobre una de las sillas.

— ¡NOOOOO!... — Solto ella un fuerte grito lleno de horror y dolor, corrio hacia el interior de la sala y después miro a Leonard sobre el piso, recargado en una pared aún respirando. — Leonard... Leonard aguanta...!.— Dijo ella corriendo hasta el para asi ponerse a su lado y buscar una forma de ayudarlo. Sus ojos estaban rojos, su boca tenía espuma y sangre y a su vez su respiración se iba cortando.

— Eur...dice..— Susurro Leonard mientras una lagrima salia por sus ojos hasta bajar por su mejilla.

— Leonard... Leonard... No te mueras...— Dijo ella abrazándolo con fuerza contra su pecho mientras soltaba un fuerte llanto pidiendo ayuda a gritos. — ¡AYUDENME! ¡ALGUIEN AYUDEME!... Por favor... Alguien venga!...— Gritaba ella entre llantos. Leonard con sus últimas fuerzas, levanto su mano hasta tocar su mejilla.

— Te... Quiero...— Susurró Leonard antes de que el brillo en sus ojos desapareciera, su mano cayó al suelo y su respiración... se fue.

— ¡AAAAAAAAHHHHHHH!....— Grito Euridice un desgarrador llanto al verlo morir, nadie vino a ayudarla y poco después entro a la habitación un grupo de guardias con Blad al frente.

— A ella.— Dijo Blad.

Euridice los miro y sin más se levanto y corrio hasta la puerta de servicio misma que atraveso para seguir corriendo y huyendo. Ya no sabía quien estaba de su lado, sus hermanos habían muerto y quizá ya nadie en el palacio la ayudaría...

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