Capítulo 12

Al dia siguiente, los tambores comenzaron a sonar para indicar el comienzo de la coronación. Al palacio asistieron nuevamente muchas personas, pero esta vez para ver la coronación del nuevo Emperador de Caelum.

En plena luz del día, con el sol en su maximo punto pero con nubes que cubrían su luz en pequeños momentos.

Frente al enorme trono de marmol blanco y Oro al aire libre, todos estaban reunidos dejando solamente el camino de la alfombra libre.

A lado del trono un hombre anciano de túnica blanca con el símbolo del sol, a lado de una corona de oro. Las personas pronto presenciaron la llegada a la alfombra de Jacob, con los ropajes tradicionales para este momento. Túnica larga de hilos dorados, varias joyas sobre su cuerpo; mismas que nunca había podido usar.

Camino hasta dar el primer paso en la alfombra, se detuvo un momento para ver la misma y después comenzo a caminar.

La música con los tambores sono más y más fuerte, con cada paso aumentaban el ritmo hasta que finalmente se detuvieron de golpe cuando Jacob llegó hasta el trono.

Miro el mismo con detenimiento y después de dio la vuelta hasta sentarse sobre el con ambas manos sobre los descansa brazos. Todos miraron hacia él, el anciano de blanca túnica tomó la corona y después fue hasta estar detrás del trono, para asi colocar de manera firme y segura la corona sobre la cabeza de Jacob.

— ¡Con ustedes! ¡El Emperador Jacob de Caelum! — Dijo con fuerza la voz del pueblo. Todos aplaudieron y después hicieron una gran reverencia para mostrar su respeto.

Ya estaba listo, Jacob había sido nombrado el nuevo Emperador de Caelum...

...

Habían pasado ya tres días desde que paso ese accidente. Finalmente pasando ese tiempo, Euridice abrio los ojos.

Lo primero que vio fue un techo de madera, con un poco de humedad. Miro a los lados y las paredes también estaban echas de madera y ladrillos. Con algo de esfuerzo se levanto notando sobre su cuerpo una ropa limpia y nueva, algunas vendas y alrededor de su cabeza otra de estas.

Miro a su lado y de inmediato se noto muy preocupada.

— Arjona...— Susurró Euridice mirando a su lado sobre otra colchoneta a Arjona, quien estaba completamente cubierto de vendas, parches y en algunas partes de su cuerpo pequeñas tablas de madera para mantener dichas extremidades completamente quietas.

Euridice se arrastro hasta estar junto a el, tocó su rostro y noto que estaba tibio. Se noto contenta de saber que estaba vivo, pero no pudo evitar llorar al verlo así.

— Menos mal despertaste... Estaba pensando en irte al tirar al rio. — Dijo una voz masculina, suave y gentil. Euridice miro de donde provenía la voz, miro en la puerta de aquella choza a un chico joven de cabello negro, delgado y de estatura mediana.

— ¿Quién eres...?— Preguntó Euridice.

— ¿Quién mas?. Pues obvio el que te salvo. Bueno, el que te encontró fue otro, pero a mi debes agradecerme que estés viva.— Dijo él chico caminando hasta otra habitación, misma que al abrir pudo salir un poco de humo junto con un aroma delicioso.

Euridice miro de vuelta a Arjona, poniendo sus manos sobre la de él. Aquel chico no tardo en volver, poniendo sobre el suelo una pequeña mesita y después sobre esta algo de comida.

— Come, necesitas recuperar fuerzas. — Le dijo él.

— Gracias...— Dijo Euridice limpiando sus ojos de las lágrimas que querian salir.

— Si te soy sincero... No creo que sobreviva. — Dijo él suspirando. Euridice lo miró sorprendida, esperando que lo que dijese no fuese de verdad.— Tenía mucho veneno en su cuerpo, quizá llegó a zonas importantes o sus organos. Tiene las costillas y la espalda fracturada, una pierna rota, heridas muy profundas. Cuando te encontré el te estaba abrazando, seguro el fue quien amoldo tu caída. — Dijo él. Euridice se cubrio de lagrimas y después comenzo a llorar.

El chico miro su dolor, suspiro y después de levanto para ir hasta la cocina...

Pasando unos minutos, Euridice ya había comido. Entabló una conversación con aquel chico cuyo nombre era Undo y era al menos tres años menos que Euridice.

Ambos charlaban sobre lo que le había pasado a Euridice; el como había llegado a caer por el risco, cuando alguien entro a la choza.

— He vuelto Undo... — Dijo un hombre de túnica negra. Euridice lo miro, era un hombre de apariencia algo extraña. Tenía el cabello de un color rosado, muy extraño, llevaba una túnica negra y larga y mantenía una sonrisa en su rostro. — me alegra que haya despertado princesa. — Dijo él.

— ¿Princesa?!.— Dijo Undo sorprendido mientras que Euridice se noto nerviosa, pues no le conto nada a Undo sobre eso y temía que la entregaran. El hombre camino hasta ponerse de cuclillas frente a ella, con esa misma sonrisa puso su mano sobre su hombro y palmeo suavemente.

— Le he estado esperando su majestad... Desde hace más de 20 años.— Dijo él. Undo la miró, parecía ahora entender más.

— Dux, hablas de... La visión que tuviste?..— Preguntó Undo a lo que Euridice se noto confundida.

— ¿Visión?.— Preguntó ella. Dux agacho la cabeza con esa misma sonrisa y después se sento sobre el suelo.

— Es... Una historia larga... — Dijo Dux...

...

Hace más de 20 años, el Imperio de Caelum tenía a su lado el apoyo de un poderoso Monje. Un Monje tan poderoso que se dice podía ver el futuro.

Todos en Caelum le tenian mucho respeto, el Emperador Sauce no era la excepción; pues incluso construyo un templo para que el pudiese estar más cómodo al hacer sus oraciones y pudiese compartir su poder y bendición con el resto del imperio.

Sin embargo, un día aquel Monje tuvo una visión muy extraña. Aquella visión indicaba que el Emperador Sauce junto con sus dos hijos morirían por un ataque a la familia Imperial y después el reino entero caería bajo el control de un invasor que traería de regreso a los oscuros poderes del Abismo.

Sin embargo, por alguna razón el Emperador no quizo creerle. Lo tachó de loco y después lo exilió del Imperio, destruyó el templo que le construyó y prohibió que se hablara de él o sería condenado con pena de muerte.

Nunca se volvió a saber de aquel Monje, se llegó a creer que murió al entrar en territorio enemigo; pero nada es algo confirmado...

...

La noche cayó, Euridice se encontraba sentada junto a la puerta mirando la luz de la luna. Dux le conto la verdad, él era el Monje, y ella era parte de su visión.

Parecía ser que el ya había previsto que caerian por el risco y por eso fue que los encontró. Sin embargo no pudo decirle si Arjona sobreviviría, dado que al parecer el nunca apareció en su visión.

Sintiéndose abrumada, Euridice miro a Arjona; quien permanecía inconsiente. Poco después apareció Undo, quién camino hasta ella.

— Princesa... Sería bueno que vaya a dormir — Le dijo Undo.

— Si... Gracias. — Dijo Euridice con una pequeña sonrisa.

— Por favor retírese de la puerta, si se enferma quién debe cuidarla soy yo.— Dijo Undo con un suspiro.

Euridice asintió y se levanto para ir con cuidado hasta la colchoneta, allí se recosto de lado; mirando hacia Arjona. Undo cerro la puerta y después se metió en otra habitación cuya puerta cerró también.

En total silencio, sin nada de luz. Euridice tomo la mano de Arjona y después tomo aire.

— Arjona... No mueras...— Dijo Euridice apretando suavemente sus ojos.

Sin ella darse cuenta, sus ojos brillaron en un tono amarillo suave antes de que estos se cerraran para dormir...

...

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