Capítulo 11

Guiándome hacia la habitación donde se guardaban todas mis ropas y joyas, las sirvientas seleccionaron un camisón lindo que se ajustaba delicadamente a mi cuerpo. Con habilidad y sumo cuidado, me vistieron, prestando atención a cada detalle para asegurarse de que el camisón complementara mi figura de manera elegante.

El ritual continuó con el cuidado de mi cabello, que fue trenzado con una destreza que solo las sirvientas expertas podían brindar. Cada hebra recibió atención individual.

Me recosté en mi cama, sumergiéndome en la suavidad de las sábanas que envolvían mi cuerpo. La habitación, iluminada por la luz tenue de las velas, adquiría una atmósfera íntima y tranquila. Agradecí en silencio a las sirvientas por sus cuidados, mientras esperaba la llegada de mis hermanas.

El sonido suave de la puerta al abrirse indicó la llegada de Isabelle y Serene. Sus risas y voces familiares llenaron la habitación, disipando cualquier rastro de solemnidad que pudiera haber persistido.

Las sirvientas se retiraron de la habitación, dejándonos a mí, Isabelle, y Serene en la penumbra de la luz de las velas. Con el suave cierre de la puerta, la atmósfera se volvió más íntima, como si las paredes mismas reconocieran la llegada de un momento especial entre hermanas.

Isabelle, asumiendo su característico rol autoritario, comenzó a interrogarme sobre lo que había sucedido en el salón principal. Sus palabras resonaban con una firmeza que reflejaba su deseo de obtener respuestas claras y sin reservas. "No puedes ocultar lo que ha pasado, Vivianne. ¿Qué sucedió realmente en la mansión de los condes?".

Miré a Isabelle, y su pregunta, aunque directa, no me sorprendió. El ambiente de la habitación se volvió más serio mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que mi corazón sentía.

Serene, mi hermana pequeña, intervino con su observación aguda. "Parecías antes muy enamorada y te emocionaba la idea de casarte, pero ahora parece que es algo diferente".

Isabelle con cierto enojo en su voz exclamó "Sea lo que haya pasado, no puedes mentirnos, y Serene tiene razón. Has cambiado sobre tu futuro matrimonio."

Mi mirada se encontró con la de Isabelle, sintiendo la intensidad de su preocupación y quizás algo de frustración. Ante su firmeza, no pude evitar bajar la mirada por un momento, reconociendo la verdad en sus palabras.

"Tienen razón, hermanas. Las cosas han cambiado, y no puedo ignorar que la idea del matrimonio ya no me llena de la misma alegría que antes."

"No estamos aquí para juzgarte, Vivianne. Queremos que encuentres la felicidad, y si este compromiso no es lo que deseas, debemos encontrar una solución." Comentó con una voz tranquila Serene

"Te dije varias veces que lo pensarás. Pero no hiciste caso, Estúpida." Soltó sin más Isabelle

La frialdad en sus palabras perforó el aire de la habitación. Me enfrenté a la mirada acusadora de Isabelle, reconociendo la decepción y la frustración en su expresión.

"Cálmense las dos. Vivianne, tal vez tengas a otra persona y lo has reconsiderado o ¿ Pasa algo?. Y tú, Isabelle, recuerda que te has negado a casarte muchas veces solo por encontrar a alguien que realmente ames o te ame. No podemos juzgar." Dijo Serene con una voz tranquila y armoniosa.

Después de las palabras tranquilizadoras de Serene, nos sumergimos en un silencio reflexivo.

Finalmente, Isabelle rompió el silencio con un suspiro. "Quizás debemos abordar esto con una mente más abierta y comprensiva. Las decisiones sobre el corazón no son fáciles, y cada una de nosotras ha enfrentado sus propias batallas".

Asentí, agradecida por la comprensión emergente entre nosotras. "Sí, Isabelle. Necesito tiempo para entender mis propios sentimientos y encontrar la mejor manera de abordar esta situación".

Serene, con su sabiduría más allá de sus años, sonrió con tranquilidad. "Estamos aquí para apoyarnos mutuamente, sin importar las decisiones que tomemos. La familia es lo más importante".

"Bien, para distraernos de todo este tema y esta tensión, no sería una mala idea ir de compras. ¿No hay objeciones?." Dijo Isabelle

Serene y yo nos reímos ante sus palabras, reconociendo la sabia propuesta de Isabelle para desviar la atención de los asuntos complicados que nos rodeaban. La idea de sumergirnos en la distracción de la moda y las compras sonaba como un alivio bienvenido.

"Ninguna objeción aquí. Una buena dosis de compras puede ser justo lo que necesitamos para liberar la mente." Dije con una sonrisa

"Isabelle, ¿cómo te va en tu búsqueda de tu futuro esposo?." dijo Serene con una voz traviesa.

Las risas estallaron en la habitación ante la pregunta juguetona de Serene. Isabelle, conocida por su enfoque decidido en la vida, respondió con una sonrisa cómplice.

"Mi búsqueda continúa, Serene. Pero ya sabes, soy exigente cuando se trata de encontrar al indicado." Dijo Isabelle en un tono coqueto

Serene y yo volvimos a sonreír ante sus palabras.

"Nos irá bien en nuestros futuros matrimonios, debemos buscar primero nuestra felicidad." Dijo Isa en un tono amoroso

Después de estas palabras reconfortantes, nos sumergimos en un fuerte abrazo, compartiendo no solo la alegría de nuestras nuevas adquisiciones, sino también la certeza de que, independientemente de las decisiones que enfrentáramos, el apoyo de la familia sería nuestro ancla.

El abrazo, cargado de afecto y complicidad, selló un momento especial entre nosotras.

Después del abrazo reconfortante, nos acomodamos en la cama. Isabelle ocupó el lado izquierdo, Serene, la más pequeña entre nosotras dos, se acomodó en el medio, y yo ocupé el lado derecho. Nos acobijamos con suavidad, compartiendo historias y risas mientras la calidez de la compañía familiar llenaba la habitación.

Sin darnos cuenta, la tranquilidad y la conexión nos envolvió, y nuestros ojos se cerraron lentamente, cediendo al cansancio de un día lleno de emociones.

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