Capítulo 9

Luke lucía un atuendo que reflejaba su estatus noble y su influencia en la corte. Vestía una túnica elaborada de terciopelo verde oscuro, decorada con bordados dorados y gemas incrustadas. Su capa, de un tono similar, arrastraba con majestuosidad por el suelo, añadiendo un toque regio a su presencia.

Un cinturón de cuero ricamente ornamentado ceñía su cintura, resaltando la elegancia de su vestimenta. Botas de cuero negro, finamente trabajadas.

Al observarlo, noté que su porte resultaba atractivo pero también intimidante. La manera en que llevaba su vestimenta denotaba cierta altivez, y su mirada penetrante no escapó a mi escrutinio. Aunque en el pasado, Luke había sido alguien cercano a mí, la imagen actual del hombre ante mí despertaba emociones contradictorias: una mezcla de desdén y cierta fascinación por el cambio en su presencia.

La cierta fascinación que creció por un breve momento desapareció; sin duda alguna, este hombre solo dictaba la forma de pisotear a la gente. Su presencia imponente y su vestimenta regia no lograban ocultar la frialdad y la arrogancia que emanaban de él. Me recorde a sí misma que bajo la superficie de ese atuendo elegante y su porte noble, Luke era alguien que había causado dolor en mi vida. Las heridas del pasado resurgieron al verlo, recordándome la traición y el sufrimiento que él me había infligido.

Los condes parecían tan imponentes al no hacer una reverencia, ya que éramos de un rango mayor que ellos. Sus miradas altivas y su actitud orgullosa dejaban claro que no estaban dispuestos a mostrar ningún signo de deferencia hacia nosotros. Era evidente que querían establecer su posición y demostrar que, a pesar de nuestra fortuna, consideraban que su linaje y título nobiliario merecían respeto.

Nosotros tampoco íbamos a bajar la cabeza y dejar que nos pisotearan. Aunque su actitud soberbia intentara imponerse, nuestra fortuna y posición social no debían ser menospreciadas. La rivalidad entre ambas familias se vislumbraba claramente en ese encuentro.

Aunque la tensión y el orgullo seguían presentes, alguien nos guió hacia unos hermosos muebles. La atmósfera de la sala contrastaba con la frialdad del recibimiento, y la elegancia de la decoración no pasó desapercibida.

La condesa, a regañadientes, entabló una conversación con mi padre después de un rato. Su voz irritante resonaba mientras expresaba su descontento por nuestra supuesta falta de educación.

La condesa, con tono despectivo, comenzó: "Marqués, no puedo dejar de expresar mi decepción por la impuntualidad y la aparente descortesía de su familia".

Mi padre, manteniendo su compostura, respondió: "Lamentamos sinceramente cualquier inconveniente causado por la colisión de los carruajes. Nuestra intención no era llegar tarde ni ser descorteses. Le aseguro que valoramos la cortesía y el respeto en estas ocasiones".

La condesa, con una mirada crítica, insistió: "Este incidente no refleja bien en la reputación de su familia, marqués. La unión de nuestras familias merece más consideración".

Mi padre, manteniendo la calma, concluyó: "Apreciamos su comprensión, condesa. Haremos todo lo posible por compensar cualquier malentendido y demostrar que valoramos la alianza entre nuestras familias".

La voz de la condesa resonaba en mis oídos de manera irritante e insoportable. Cada palabra pronunciada por ella aumentaba mi deseo de abandonar ese lugar lo más rápido posible. En ese momento, preferiría enfrentarme a una persona totalmente fría y calculadora que soportar la presencia de esa mujer. Su actitud condescendiente y crítica solo avivaba mi impaciencia por abandonar esa incómoda situación.

La sensación de una mirada persistente me llevó a dirigir la mía hacia la fuente, encontrándome con la intensa mirada de Luke. Su expresión revelaba un matiz de curiosidad y extrañeza, como si algo en mi presencia le resultara intrigante.

La reunión con los condes y la condesa fue un desafío para mantener las apariencias y contener mi desdén hacia ellos. Mientras la conversación se desarrollaba, Luke continuaba observándome de manera inquisitiva. Era consciente de su mirada, pero decidí ignorarla y enfocarme en la tarea que tenía por delante.

Mi padre, siempre diplomático, respondió a las críticas de la condesa con una serenidad que yo, en mi interior, no compartía. A pesar de la tensión en el aire, se logró llegar a acuerdos sobre ciertos detalles relacionados con la unión de nuestras familias.

Después de la reunión, mientras caminábamos por los jardines de la mansión de los condes, Luke se acercó a mí con paso seguro. Su mirada intensa se encontró con la mía, y por un momento, quedamos en silencio. No pude evitar recordar nuestro pasado, la conexión que alguna vez compartimos antes de que todo se desmoronara.

"Vivianne", pronunció mi nombre con cierta cautela, como si estuviera explorando la posibilidad de un diálogo.

"Luke", respondí con cautela, tratando de mantener mi distancia emocional.

Su expresión se tornó más seria, como si estuviera evaluando mi reacción. "Las circunstancias nos han vuelto a reunir, querida. Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para que nuestra unión sea llevadera."

Caminaba con gracia, mi vestido de seda susurrando historias en cada paso, mientras me adentraba más a los jardines del condado Thorton.

Luke se volvió hacia mí. Mencioné su nombre tranquilamente, dejando que mis labios pronunciaran las sílabas con la misma delicadeza que acaricia una pluma sobre pergamino. No podía permitir que mi voz traicionara la complejidad de las emociones que albergaba en mi interior. Este momento requería una máscara imperturbable.

Sus ojos, fríos como las piedras que formaban las paredes circundantes, se encontraron con los míos. No había ni rastro de afecto en esa mirada, solo una frialdad que cortaba el aire como un viento gélido. La ausencia de cualquier vestigio de ternura o comprensión en sus ojos me golpeó como un recordatorio brutal de la realidad que se desplegaba ante nosotros.

Las palabras de Luke resonaron, tranquilas pero firmes, como el golpeteo de una espada desenvainada. En unos meses, pronunció con una solemnidad que dejaba poco espacio para la negociación, estaríamos casados. La noticia, aunque esperada, resonó en mi interior como un tañido de campana que anunciaba un cambio irrevocable.

Manteniendo la compostura, incliné la cabeza ligeramente en un gesto de asentimiento. Fingir aceptación era una habilidad que tenía que pulir muy bien. Luke, de linaje distinguido y fortuna próspera, era el candidato perfecto para asegurar la estabilidad de mi familia y preservar el linaje.

La mansión, con su arquitectura majestuosa que se erguía como un monumento a la grandeza , parecía observar nuestro encuentro con una sabiduría silenciosa.

Luke se acercó y extendió su mano en un gesto que simbolizaba la formalidad de nuestro compromiso. Mis dedos se encontraron con los suyos en una danza coreografiada por las expectativas sociales. La frialdad de su mirada se transmitía también a través del contacto de nuestras manos, como un recordatorio tangible de la naturaleza transaccional de este acuerdo.

Nos encaminamos más hacia los jardines de la mansión, donde la brisa susurraba secretos entre las hojas de árboles antiguos. Las palabras de Luke resonaban en mi mente como un eco constante, marcando el comienzo de una nueva fase en mi vida.

A medida que caminábamos, el viento acariciaba nuestros rostros. Luke se detuvo, y su mirada fría se posó en mí con una intensidad que no podía ignorar. Era como si estuviera evaluando cada rasgo de mi rostro en busca de algún indicio de resistencia o desacuerdo. Mantuve mi expresión imperturbable, como un mármol tallado por la mano del tiempo.

"En unos meses, seremos marido y mujer", repitió Luke, sus palabras resonando a través del viento de la tarde. Su tono era firme, como las raíces de los árboles que se aferraban al suelo.

Fingir una sonrisa ante sus palabras se volvió una tarea más ardua. El cambio repentino en el rostro de Luke, de la frialdad a una expresión más amable, me tomó por sorpresa. Sus ojos, que antes habían sido un reflejo de distante formalidad, ahora parecían teñirse con un matiz de suavidad. Una sonrisa, aunque leve, curvó sus labios, y su voz adoptó una tonalidad más dulce.

"Sé que todo esto va muy deprisa," admitió con una sinceridad que me desconcertó, "pero confío en que lo haremos bien. Después de todo, serás una buena esposa, y yo te cuidaré todo el tiempo."

La dualidad en su comportamiento me dejó intrigada. La calidez repentina chocaba con la imagen más fría que había proyectado momentos antes. Mis ojos buscaron los suyos en busca de alguna señal de lo que motivaba este cambio.

"Luke," comencé con cautela, sintiendo la necesidad de abordar la contradicción en sus acciones. "Aprecio tus palabras. ¿Hay algo más que deba saber?"

Sus ojos se encontraron con los míos, esta vez con un destello de vulnerabilidad que no había anticipado. "Vivianne, entiendo que esto no es lo que soñabas para tu vida, pero ambos estamos comprometidos en este camino. Quiero que sepas que, a pesar de las formalidades, estoy dispuesto a hacer todo lo posible para que te sientas segura y cuidada."

El contraste entre sus palabras y la frialdad inicial no escapó a mi atención. La abrupta transición de frialdad a cordialidad, resonaba como una melodía discordante. ¿Cómo no me había dado cuenta antes de esta farsa que se desplegaba ante mis ojos?

Luke, como si percibiera mi inquietud, rompió el silencio con una confesión inesperada. "Siento mucho mi actitud de antes. Estaba muy estresado por ciertas cosas."

Sus palabras resonaron en el aire. La necesidad de mantener las apariencias, me armé con la habilidad de fingir cariño. Con una voz amable, cuidadosamente modulada para ocultar la intranquilidad que albergaba.

Mi rostro adoptó una expresión que pretendía reflejar comprensión y afecto, aunque en lo más profundo de mi ser, el remordimiento persistía.

"Luke," comencé con cautela, mi mirada buscando la verdad detrás de sus ojos. "Entiendo que todos llevamos nuestras propias cargas, pero la honestidad es fundamental para construir una conexión real entre nosotros. Si hay algo que necesitas compartir, estoy aquí para escucharte."

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