La batalla

El sol ya se escondió, Lila y yo vamos hacia el límite del reino, alcanzo a percibir el olor de los lobos enemigos acercándose, habían más animales con ellos y no hablo de caballos.

Mi pueblo ya estaba listo, podía ver hombres y mujeres dispuestos a pelear, esto no se trataba solo de mi mujer, era cuestión de honor, debemos defender nuestra tierra, no debemos permitir que cualquiera se sienta con el derecho de venir a atacar.

Lenox: ¿Estás lista?

Lila: Si.

Veía a mi esposa, ella tenía su vista fija en el horizonte, sabía muy bien cómo se sentía, su parte vampiro estaba saliendo. Escuchaba su garganta, ella trataba de pasar saliva con dificultad, el pensamiento de buscar alimento cada vez era más fuerte.

Bernie: Ya vienen.

Lenox: Todos listos, quiero a los beta en las montañas, bajarán atacando por la espalda, ¡ahora!-

Bernie salió con la manada, yo seguiría al frente, por ahora no me transformaría, tome de la mano a mi esposa y camine.

Vi como los lobos negros con manchados en el lomo llegaban. Su alfa se acercó, traía un aire de superioridad.

Se hizo al frente, era un lobo grande más que el promedio.

Lenox: ¿Qué hacen aquí?

Alfa Negro: Alfa Lenox pensamos que esconderías a la diosa, que amable traerla ante nosotros.

Lenox: Deja la estupidez y lárgate.

Alfa negro: Vengo a reclamar mi derecho aparearme con la diosa.

Lenox: No tocaras mi mujer.

Alfa Negro: Ella no es de nadie, solo es un instrumento para procrear nuevas especies.

Podía sentir a Lila agitarse, en verdad estaba enojada.

Lenox: Adelante nena, es hora que te alimentes.

Vi como sonrío, su rostro llevaba malicia combinado con belleza.

Se transformó en esa hermosa loba y atacó al Alfa, el la superaba en tamaño y fuerza pero mi esposa estaba hambrienta, se muy bien que no se detendrá hasta que se alimente.

El Alfa comenzó atacarla, yo solo los observaba, Ramona gritaba que interviniera pero no lo haría, Lila se cobraría la ofensa por tratarla como una cualquiera.

Los lobos negros se lanzaron al ataque, yo saqué mi espada, era momento de pelear.

En cuestión de segundos se volvió un campo de batalla real, bestias y humanos peleaban entre sí.

Yo iba volando cabezas sin piedad alguna, no perdía de vista a Lila, seguía atacando al Alfa. Me parecía estúpido lo que él hacía, trataba de usar su vínculo de poder para doblegarla, quería que agachara su cabello pero mi mujer no era una simple loba, ella llevaba la suya en alto.

Elefantes místicos venían al ataque, aquí había magia involucrada, no quería mostrarme pero no tenía opción, lo mejor era acabar con todos pronto.

Me transformé, podía ver la cara de asombro de todos, saqué mis garras y mis filosos dientes, en cuestión de minutos iban cayendo incluso esas bestias místicas.

Un aullido se escucho en el lugar, el Alfa negro era quien gritaba, Lila estaba en su cuello, ella estaba drenando toda su sangre, sus ojos eran negros como la noche, el pelaje de su boca y pecho eran rojo, creo que nadie había presenciado algo así, los lobos no bebemos sangre, mi mujer era única y muy especial.

Los lobos negros se lanzaron al ataque, iban ayudar a su alfa, en ese momento decidí intervenir, Lila debía comer tranquila y yo lo iba a garantizar.

“Es un monstruo”-

Escuchaba decir, lo bueno es que ahora le tendrían miedo, es posible que nadie vuelva atacarla.

El Alfa cayó al suelo, no había una gota en su cuerpo, Lila seguía con hambre.

Lenox: Amor ve a saciarte.

Su gruñido fue espectacular casi excitante, la vi correr, destrozaba a los lobos, la cantidad de sangre que brotaba de sus cuellos.

Lenox: Que orgullo ser tu esposo…

Mi loba solo gruñó, sé que está emocionada y cargada de adrenalina en este momento.

Ramona: No quiero ni preguntar qué tipo de diosa tenemos.

Lenox: Ella es única.

Ramona: No lo pongo en duda.

Eran mil enemigos, a penas íbamos por la mitad, muchos de mis lobos estaban cansados, pedí que los betas bajaran de la montaña y nos respaldaron, pero jamás lo hicieron, Bernie había cavado su propia tumba.

Lila llegó a mi lado, se acuno en mi cuello, yo solo la acariciaba.

Lenox: ¿Satisfecha?

Lila: Mucho.

Lenox: Bueno ahora quiero que lastimes a todos los lobos posibles, ¿podrás?

Lila: Por supuesto.

Pase mi lenguas por su cuello, la sangre en su pelaje seguía caliente, en verdad es deliciosa.

Lila salió a batallar, la veía pasar y morder cuellos, esta vez no se detenía a drenarlos solo quería asesinarlos. Yo hice exactamente lo mismo.

Mis leales y fieles lobos también lo hacían, algunos iban cayendo heridos, pedí que los retiraran del campo, mientras seguíamos en la lucha.

Poco a poco los enemigos cayeron, solo veía animales muertos en el campo, algunos se transformaron en humanos, otros se quedaron en su forma Animal.

Yo solo observaba a mi mujer, ella era asombrosa, estoy seguro que ella sola podría con todos, su magia ha subido de nivel, puedo sentir como se me eriza la piel ante su presencia.

Su cuerpo emana una luz azul, jamás había visto algo así.

Los enemigos habían sido derrotados, Lila estaba a unos metros devorando un elefante, su lado salvaje estaba sin control.

Tuve que correr a detenerla, ya ese animal estaba muerto, debía dejarlo tranquilo, tan pronto me acerqué entendí lo que hacía Lila.

No era un animal común, era un hombre transformado, una ráfaga de imágenes pasaron por mi mente, podía ver esas bestias atacando su reino, no tuve más remedio que dejarla terminar lo que hacía, ella simplemente lo desmembró.

“Es una sadica” Escuchaba susurrar

Lenox:Lo es, qué bueno que ya todos pueden ser testigo de lo que les hará mi mujer a todo aquel que vuelva a insinuar que la tomara a la fuerza, supongo que sus partes quedarán regadas por el reino.

Podía sentir el miedo en todos ellos, mi esposa había demostrado ser una loba poderosa.

Lenox: Levante mi mano e incineré el lugar, no quería rastros de esos lobos en mis tierras.

Ramona: ¿Qué harás con Bernie?

Lenox: Quiero que lo encuentren, lo traerán ante mi, es hora que deje de respirar.

Lila y yo caminábamos en el frente, los demás lobos nos seguían, sé que habían heridos que habían sido llevados al centro médico.

Lila: ¿Lo hice bien?

Lenox: Estuviste perfecta, en verdad estoy orgulloso de ti.

Lila: Quiero ser digna.

Me di la vuelta y la miré fijamente a los ojos.

Lenox: Soy yo el que trabajará para ser digno de ti.

Ramona: Lenox ya puedes ir a la nueva casa, me han dicho que está lista.

Lenox: Gracias.

El olor a sangre en su cuerpo era fuerte pero había un aroma en particular que me tenía inquieto.

Al llegar a casa se transformó, los dos pasamos a la ducha, el agua se había vuelto rojo, pero por más que ella esparciera esencias en su cuerpo ese extraño aroma seguía vigente.

Lila: ¿Qué pasa?

Lenox: Siento un olor extaño, emana de tu cuerpo.

Lila: Arrodíllate.

Lenox: ¿Qué?

Lila: Hazlo.

Me arrodillé tal como lo pidió, yo no entendia por qué lo pedía.

Lila: Acerca tu nariz a mi vientre.

Me acerqué tanto que lo rozaba.

Lila: Cierra los ojos y respira profundo.

Yo respire con fuerza, el olor era fuerte, eran lobos lo que olía.

Lenox: ¿Acaso?..

Lila: Son dos cachorros, ya se están formando.

Lenox: ¿Dos?

Lila: En menos de 60 días podremos tenerlos en nuestras manos.

Puse mi oído en su vientre, mi corazón se quería salir de mi pecho, el destino no solo me dio una bella mujer, también me regaló dos cachorros.

Me levanté y la bese, ella me había dado la felicidad más grande el mundo.

Lenox: Te amo, juro que te protegeré y también a nuestros hijos.

Lila: Lo sé, confío en ti.

Esa noche no hubo sexo, estuvimos toda la noche hablando de nuestro futuro, no era posible saber el género de nuestros hijos, pero estábamos felices por lo que nos diera la vida.

Lila se quedó dormida, yo tenía mi mano en su vientre, jamás creí que el destino me regalara una familia, pero a su vez me preocupa, mis hijos serán seres divinos y siempre estarán en peligro.

“Haré lo que sea por ellos” me juré eso antes de dormir…

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