capitulo 17: La prueba

— ¡Usted!...

Fiorella.

Jamás pensé que encontrarlo. Y menos de esta forma en la que mis ojos lo veían. Estaba vestido de una forma deplorable, como un indigente. Ahora lo entiendo. Sé escabulló en el momento en el que atacaron el castillo, y sobrevivió ocultando quien era como un vagabundo.

— ¡No me toques!— aparte mi cuerpo de él y me alejé chocando contra una pared, me tenía acorralada.

Sin embargo, se mostraba indefenso y en un suplicio de su voz, me confesó.

— Fiorella... Por favor. Escuchame... Yo-... Sé que te cásate con el comandante... Y que ahora vives en el castillo. Los rumores de tu boda fue tan grande que me enteré ese mismo día... Sin embargo, también conozco lo que está pasando en el reino de Aurelio... Las bestias.

— ¡No me digas que-...

— sí. Yo también estaba involucrados en ese proyecto. Pero antes de seguir contándote está información...— me pide la mano. Una regla familia para hacer un contrato—... Necesito saber si puedo contar con tú ayuda. Eres lo único que me queda. He vivido la peor desgracia desde que cayó nuestro reino.

Él esperaba a que le tomara de la mano, así, le daría la seguridad que necesitara pues es una promesa de la familia que no se puede quebrar

Lo miré, suspiré y se la tomé. Él, agradecido por ello, sabía que no lo podía desamparar.

— gracias. Aún sigues siendo mi querida hija. Antes de contarte, necesito que me lleves a otro lugar más reconfortante. Ya no aguantaba más la vida de indigente. Fue humillante.

— espera... Necesito saber más. Y así podré asegurarme que puedas volver conmigo. Recuerda que antes eras un duque del rey y como tal eres cómplice de lo que estaba pasando. Cuéntame todo lo que sabes y me aseguraré de que estaras a salvo en el palacio conmigo.

— tienes razón...— saca de su chaleco toda rota, una hoja. Me explica antes de entregármelo—... Las bestias que ahora están saliendo de su escondite. Fueron encontradas en lo más profundo de un bosque en nuestro reino. Apenas eran huevos y su madre había muerto por razones que desconocemos. Rey tuvo la brillante idea de criarlos... Había un erudito que sabían que eran esas criaturas y le explicó a su alteza que podían controlarla con estos ingredientes...

Al fin, me da la hoja y veo nombre extraños que desconozco. Él me saca de la duda.

— son hierbas especiales y que funcionarían en las neuronas de las bestias. Sé pueden encontrar fácilmente en los bosques y el último ingredientes es una muestra de la persona que lo va a controlar, cabello, sangre cualquier rastro biológico... Teníamos todo listo hasta que las tropas del imperio Magno nos invadió... Esa es la única prueba que tengo para asegurar mi bienestar... Ahora... Devuélvemelo...

Intentó quitármelo pero no lo dejé. Molesto, me pregunta.

— ¿Que intentas hacer?... ¡Hiciste tú promesa conmigo?

— ¿Creíste que te iba ayudar luego de todo el sufrimiento que me hiciste?... Ahora que intento ser feliz con mi familia, vienes a interponerte en ella. ¡Pues no!... Eres una plaga que hay que exterminar. ¡A la mierda tu estúpida promesa!

— ¡Maldita mocosa-...!

Aproveché lo débil que estaba y le di un golpe bien duro en su entre piernas. Retorciéndose del dolor como un bicho, salí del callejón rápidamente. Buscaba a mi alrededor a Zafiro o a alguien.

— ¡Princesa!— grité con todas mis fuerzas para que me encontrará si estuviera por ahí.

Hasta que él toma de mi muñeca y jala de ella.

— ¡Esta vez me encargaré de tí!... ¡Tuviste mucha suerte de que Aurelio fue asesinado antes de que él usará las bestias en tí primero!... Si... Unas de las razones del porque te dejó en paz fue para ser su primera víctima y que las bestias te devorara-...

Sin esperarse lo siguiente. Un puñetazo sale a un lado de mi cuerpo, golpeado a ese hombre que una vez tuve la oportunidad de llamarlo padre. Volteé y vi a Zafiro.

— como te atreves a tocar a la esposa del comandante. Te saldrá caro que hasta deberás la vida...— al voltearse a mí, me pregunta preocupada—... ¿Estás bien?... Dime qué no te hizo daño.

— no... Aún no lo hacía... Princesa... Encontré una solución contra las criaturas. Necesitamos volver al palacio.

La princesa veía en mi mano una hoja, lo cual le da la razón de creerme.

— ¡Princesa Zafiro!— llegaron unos guardias que ella misma llamó para ayudarla a encontrarme.

— Llevenselo. Intento herir a un miembro de la familia imperial...— una vez hecho eso. Zafiro me pregunta por aquel hombre. Le respondí con toda la verdad.

— no es nadie para mí... Pero... Por una parte le estoy agradecida. Me dio la herramienta para posiblemente terminar está guerra sin derramar sangre.

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