capitulo 18: Refuerzo

Narrador.

Al volver al palacio. Fiorella tenía la esperanza de poder ayudar a su esposo y al emperador de terminar está guerra. Gracias a que su padre creyó que era la misma mujer ingenua, puedo confiar en ella y entregarle una prueba que le certifican que las bestias se puede domesticar.

Buscando a la emperatriz, la encuentra en su despacho de perfumes, donde crea cualquier esencia para el estímulo humano. Pero está vez estaba frustrada, como un científico al no encontrar una respuesta exacta de su investigación.

— dios... Necesito saber cómo crear un perfume contra las bestias... ¡¿Pero como?!

Tanto Zafiro y Fiorella la veían dándole la espalda. Es cuando ella nota la presencia de ambas y se voltea sorpresivamente.

— han... Regresado...

— Ross, Fiorella encontró algo importante.

— así es su majestad... Aunque las circunstancias en que lo halle fue un poco peligroso no ocurrió a mayores...— Entregándole la hoja. Fiorella le explica con total precisión como le dijo su padre.

Es cuando la emperatriz abraza repentinamente a esa dama que la toma de sorpresa por tal gesto.

— realmente has salvado más que las vidas de nuestros familiares. Con esta información, se podría evitar una guerra masiva contras esas bestias. No tendríamos que sufrir por las perdidas. Bien... Me podré a trabajar...

— pero... ¿Estará bien?... ¿No necesita la ayuda de algún erudito o-...?

— Fiorella... Ross es muy buena con las pociones. Ella sabe lo que hace. Dejémosla sola.

Asintiendo, ambas salen de ese lugar. Rogando a que por fin puedan encontrar una solución para esta guerra.

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Y sobre aquello. Luego de un tiempo determinado. El emperador o como lo llamaban temporalmente, el general Ares, entraban en los dominios del reino caído.

Buscando cualquier rastro de su hijo o de los soldados. Lo único que podían presenciar era los escombros de la guerra que con anterioridad pasó.

— ¡General!— tras un llamado de uno de sus soldados, Benjamín mira con atención—... ¡Hay rastro de sangre fresca!

Y efectivamente, sangre fresca había en el camino. Con preocupación, todos sacaron sus armas tras una señal del general. Al seguir más por ese sendero, la sangre se veía más seguido. Sin embargo, un leve gruñido se escucha entre los arbustos, sin esperar un segundo más, la bestia salta a ellos e intenta devorar la cabeza de uno de los soldados. Pero por suerte estaba Benjamín preparado para ese suceso que le cortó la cabeza de un corte veloz. Los soldados se quedan un poco impresionados o mejor dicho no tenían palabras para expresar lo que vieron.

— sé que es la primera vez que ven a un lobo de fuego, pero debe de prestar atención al sonido de su gruñido, asi sabrán donde saldrán. Como lo practicamos, un corte preciso en la garganta. Elegí a solo lo más capacitado para blandir un arma pesada capaz de cortarle la cabeza de un solo golpe...

«fue el primero... Aún así, esos lobos ya saben que estamos aquí, solo es cuestión de que todos se reúnan para emboscarno... Pero necesito encontrar a Emiliano antes que eso pase... ¿Donde estas?»

Tras una búsqueda lo más rápido posible dentro del bosque del reino caído. El rastro de sangre se termina frente a un árbol. Al subir su mirada, lo único que presencia a era los arbustos robusto y extensos de los árboles.

— ¡General!... ¡Nos atacan!...

Nuevamente habían entrado en acción, Benjamín jamás guardo su espada y se adelantó para luchar contras las bestias. Sin embargo, algo singular tenía por frente de él... La bestia habían evolucionado a un estado en el que se volvieron más peligrosas que antes. Todo lo que tocaban se convertían en fuego a su alrededor y su arder era más grande al entrar en defensa.

Benjamín nota algo entre su alrededor, que rápidamente pide que su grupo retroceda ya que lo siguiente que presenciará será una trampa creada por alguien.

Al escuchar que una cuerda es suelta, los árboles crujen y un sonido que sobresale se hace presente, un tronco gigante de un arbol chocando fuertementen contra aquella bestia que parecía difícil de derrotar. Es cuando Benjamín mira arriba y por fin ve una figura que le hace sacar una sonrisa de alivio.

— Emiliano...

— padre...

— ¡Emperador!— salieron los hombres que Emiliano tenía de apoyo.

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