capitulo: un juego de reinas y reyes

En la vibrante tarde de la celebración de la cosecha en Athos, Dafne, la regia monarca, se sumerge en la animada feria, donde los colores y aromas danzan en el aire. Mientras Dafne se pasea con gracia entre los puestos, su atención es atraída por la presencia imponente de Ethan, el rey de Nabu, quien ha decidido tomar un breve respiro de la formalidad de los documentos para sumergirse en la efervescencia de la festividad.

Ethan, aunque lleva dos días en Athos, ha dedicado el tiempo a revisar los documentos proporcionados por Claudio, el rey. Sin embargo, la feria de la cosecha ofrece una oportunidad para liberarse de las responsabilidades reales y disfrutar de la alegría efímera que la ocasión ofrece. Su presencia en la feria no pasa desapercibida, y los murmullos entre la multitud señalan la llegada del rey de Naboo.

Dafne, astuta y perspicaz, ha captado la atención del monarca vecino. Mientras se acerca a él entre los puestos de la feria, su vestimenta real resplandece con elegancia, y su mirada revela una combinación de confianza y misterio. Ethan, por su parte, se ve intrigado por la reina de Athos, una mujer cuya belleza se mezcla con la autoridad que emana de su posición.

A medida que Dafne se acerca, decide desplegar sus encantos con la intención de seducir a Ethan, no solo por el placer del juego, sino con planes más profundos que se esconden detrás de sus ojos. Se detiene frente a él con una sonrisa sugerente, como si conociera un secreto compartido entre ellos.

—Ethan, rey de Naboo, y su fiel escudero ¿os encontráis disfrutando de la feria de la cosecha? —pregunta Dafne con una melodiosa entonación, su voz llevando consigo la promesa de algo más allá de las palabras convencionales.

Ethan, sorprendido por la presencia magnética de Dafne, asiente con cortesía y reconoce la belleza de Athos y su celebración. Sin embargo, una tensión palpable se cierne sobre ellos, una electricidad que va más allá de las formalidades reales.

—En verdad, Dafne, reina de Atos, esta feria supera todas las expectativas. Pero me temo que no he tenido el placer de disfrutarla plenamente hasta ahora —responde Ethan, con una chispa de curiosidad en sus ojos.

Estefan no puede con su frustración, aunque puede reconocer que Dafne tiene cierto magnetismo, pero en este momento quien ha captado su atención es aquella señorita que la acompaña. Es una chica menuda, pero hermosa y delicada, hay algo en ella que al joven le llama mucho la atención. Ethan desea pasar un rato con la reina a solas, así que al notar a su buen amigo distraído con la señorita, decide animarlo para que vaya con la dama.

- oh, pero y está dulce señorita ¿es acaso su dama, su alteza? - pregunta Ethan dirigiendo se hacía Dafne.

- Ella, es mi fiel sirviente y amiga su majestad.

- se ve que es una joven encantadora ¿no lo cree sir. Estefan? - le dice Ethan con una sonrisa pícara.

- así es su alteza.

- Debería invitarla a disfrutar de las ferias está noche. Claro si a la reina no le molesta. - dice Ethan, dirigiendo la mirada a Dafne.

- Por supuesto que no me molesta. Si luna así lo desea, puede ir a disfrutar de las ferias con mi autorización. - le dice Dafne.

Dafne le da una mirada de aceptación a luna, ella capta que la reina quiere quedarse con el emperador, sin necesidad de preguntar o juzgar, decide aceptar.

- si a sir. Estefan le interesa, no tengo problema en aceptar. - dice luna.

- Por supuesto que me encantaría, por favor My Lady, vallamos a disfrutar de las ferias.

Ambos se dirigen a los puestos que se encuentran en el lugar, mientras, Dafne y Ethan quedan solos.

- por favor majestad, vayamos a caminar un rato. - le dice Ethan.

Dafne, con gracia calculada, propone un recorrido por la feria juntos. Entre risas compartidas y la exploración de los diversos puestos, la tensión entre ellos se intensifica. La atracción mutua se convierte en un juego sutil de insinuaciones y miradas cargadas de significado.

- Alteza, dígame ¿alguien a captado su atención? - Dafne dice con fingida ignorancia.

- Ja, ja, ja, sabe, puede llamarme Ethan cuando no estamos frente a nadie que pueda juzgarnos, y con respecto a su pregunta hay una persona que llama mucho mi atención. - le dice Ethan tomando una rosa, la paga y se la regala a Dafne.

- Que galante, es muy hermosa. Gracias Ethan. - dice su nombre de forma coqueta.

Luego de un rato de caminar por el lugar se detienen en un restaurante a comer, pues ya es tarde y no han comido nada. Se sientan y las personas los miran con curiosidad, pues es el emperador de Naboo quien se encuentra con la reina de Atos. Los murmullos no se hacen esperar.

"Hacen una linda pareja"

"lástima que la reina sea una mujer casada"

"Es una desvergonzada, cómo puede estar a solas con un hombre, estando casada"

"Que yo sepa el rey también es casado, pero solo sale con su concubina"

"Si, la reina debería darle a probar de su propia medicina"

"Cierto, además la reina puede tomar concubinos la ley lo dice."

"Verdad, no está cometiendo ningún pecado, quien quita y el emperador sea su primer concubino"

"Pues sería un hermoso concubino"

"y poderoso"

Todas las mujeres que se encontraban hablando, asienten y comienzan a sonreír, pues creen que la reina y Ethan hacen una pareja perfecta. No estaría mal que la reina empezará a tomar concubinos que le den el poder necesario para vivir en el palacio.

- ¿No le molesta las habladurías majestad? - pregunta Dafne.

- A mí no, ¿y a usted?

- Tampoco, jamás me ha importado el que dirán.

- entonces pidamos y disfrutemos el momento.

Mientras platican, llega la comida. En un momento Dafne toma su cabello para amarrarlo dejando al descubierto su cuello, Ethan queda pasmado pues la reina tiene un lunar en forma de corazón en el cuello y es igual al de la mujer misteriosa con la que paso la noche aquella vez.

- ¿Te pasa algo Ethan?

- No majes… Dafne, estoy bien tranquila. Sigamos - le dice un sorprendido Ethan.

Ambos continúan pero el rey no puede sacar de su mente, que la reina puede ser la mujer con la que paso la mejor noche de su vida. Por alguna razón pensar en eso lo hace sonreír.

Mientras degustan manjares locales y se sumergen en la alegría de los juegos de la feria, Dafne teje una red de seducción, revelando partes de sí misma de manera estratégica. Ethan, cautivado por la enigmática reina, se encuentra cada vez más atraído hacia ella, aunque una voz interna le recuerda las complejidades políticas que rodean su visita a Atos.

Ethan, sintiendo la dualidad de la situación, se debate entre la atracción magnética de Dafne y las obligaciones que lo atan a Nabu. La feria de la cosecha se convierte en un escenario de encuentro y deseo, donde los destinos personales y políticos se entrelazan en una danza delicada.

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