MIRANDA ROSS
¿Puede el destino ser más traidor e inesperado? Sabía desde siempre, que existía esta posibilidad de que nuestros caminos inevitablemente se cruzaran algún día, pues irremediablemente tenemos un hijo en común, aunque él no lo sepa.
Si bien, mi hijo no ha manifestado querer saber de su padre, cuando muy bien es consciente de que existe, e incluso de quién es, he estado presta a que en algún momento se interese en buscarlo, y yo de ningún modo podría negarle ese derecho a mi hijo e ineludiblemente nos tendríamos que ver. Sabía que podía pasar tarde o temprano, pero no así, tan inesperadamente… bajo estas circunstancia, no estaba preparada y no lo pude evitar… muchas emociones que pensé enterradas y peor aún olvidadas, se removieron de donde por lo visto estaban bien escondidas, más no curadas, porque aunque mi hijo me lo recuerda a diario, pensé no sentir ninguna emoción por él… ¡No me parece justo, no obstante, no puedo salir corriendo sino enfrentarlo!
Hola, mi historia comienza con un desamor, que ahora que lo pienso bien, irónicamente, me lo ocasioné yo misma, porque hasta donde me hicieron entender, en esta historia lamentablemente, fui solo yo quien amó y quien creyó que lo que teníamos era real.
Todo comenzó cuando conocí a un hombre, uno maravillosamente guapo y encantador, que ilusamente creí era el amor de mi vida y que yo también lo era para él, lo asumí por la forma en que me conquistó, que me trataba, besaba y amaba físicamente, por sus detalles y cuidados, aun cuando nunca me lo expresó con palabras, para mi sus gestos eran suficiente, pues, “Un gesto vale más que mil palabras” … no siempre se puede creer en eso, y yo me equivoqué al hacerlo.
Al principio, nuestro encuentro fue odio a primera vista, pero luego cuando nos dimos la oportunidad de conversar y después de varios café, con miradas y luego besos involucrados, nos hicimos novios e iniciamos una relación de pareja, es decir, comenzamos a vivir juntos, y yo me entregué completamente a esa nueva experiencia en mi vida. Sin embargo, él un día sin más me dejó, sí, así como lo leen, me abandonó y se fue incluso antes de que pudiera decirle que estaba embarazada, dejándome sola, desorientada y rota por dentro, además de presa de un nuevo abandono, pues hacia un año había perdido también a mis padres.
Este hombre de mi historia, me dejó atrás, para casarse con otra que aparentemente y según él, si era el amor de su vida (aunque nunca me lo dijo, me enteré por las noticias), ella era mucho mayor que yo y ya establecida, una super modelo que cumplía aparentemente con sus estándares de mujer ideal ¿Qué podía yo hacer al respecto? Aunque me dolió, no podía juzgar su decisión y mucho menos sus sentimientos, no lo iba a obligarlo a quedarse, ni exigirle nada, ni siguiera porque llevaba a su hijo en mi vientre.
Aunque sentía mucho dolor en mi corazón por el abandono, decidí seguir adelante con mi embarazo, sola por supuesto, y luchar por mi hijo que evidentemente iba a crecer sin su padre, cosa que me entristecía aún más, pero él o ella no tenía la culpa de nada.
Ciertamente, el embarazo no fue planificado, simplemente se dio, más era mi bebé y yo no le iba a negar el derecho de nacer… Y sí, me costó superar todo incluyendo lo que yo llamo el abandono, pero lo hice por mí y por mi hijo… por ambos, emprendí un arduo recorrido para seguir luchando por mis sueños sin depender de nadie y para demostrarme a mí misma (y porque no decirlo, también a él) que sí se puede y que no importa las circunstancias, la edad, las desventuras, siempre se puede seguir adelante y más cuando se tienen propósitos.
Los míos eran lograr concretar la meta que me planteé, primeramente, incluyendo ahora, ser una buena madre y segundo consolidar un proyecto que desde que decidí comenzar mi carrera soñé con emprender.
Después de completar mi periodo de interna y obtener mi título, que dicho sea de paso recibí por administración, porque se supone que ese día especial y trascendental para mí, él iba a estar conmigo y lógicamente no fue así… comencé a trabajar en una clínica.
Mientras mi barriga crecía y hacia mi residencia en el hospital de la ciudad, además de mi cumplir con mi trabajo en la clínica, seguí estudiando para especializarme en pediatría. Antes quise ser cardióloga, pero en vista de mi embarazo preferí escoger esta especialidad, para poder estar pendiente de todo lo referente a la salud y cuidado de mi hijo, iba a ser madre soltera, así que sentía que debía estar bien preparada en todo sentido.
Entonces mientras trabajaba, vendí las prendas que me habían quedado de mi madre, así como las que me habían regalado, y el auto de mi padre. Compré un apartamento más pequeño, era tipo estudio, estaba bien para mi bebé y para mí, no necesitábamos mucho, más adelante sabía que Dios iba a proveer y tendríamos algo más grande.
Una parte del dinero la destiné para comenzar a remodelar la casa de mis padres, y el resto lo coloqué a plazo fijo en el banco con mis otros ahorros, pues planeaba lograr la meta que me proyecté, que no era otra que tener mi propia clínica.
Tanto en la clínica como en el hospital, entablé amistad con excelentes médicos de diferentes especialidades, debo decirlo, no eran amistades fortuitas, porque la verdad me cuesta mucho hacer amigos, ósea, no soy muy sociable, no, fue una cacería que comencé con la intención de reclutar a los mejores médicos para que formaran parte de la visión que tenia.
Me acercaba a ellos, con la intención de plantearles mis ideas y proyecciones, algunos escuchaban y me miraban con incredulidad, sin darle crédito a lo que les proponía, pero otros se contagiaban con mi entusiasmo y se animaron a apoyarme. Así comencé a formar un grupo exclusivo de buenos médicos, que cada tanto nos reuníamos a hacer planes y sobre todo cuentas.
Esa parte, a veces los desanimaba, pero les conté que tenía a disposición para comenzar en la casa de mis padres, que era una casa grande y que ya tenía muy bien distribuida. Allí por el momento, organicé la sede para comenzar, además les conté del dinero que tenía a plazo fijo y un crédito que estaba pronta a recibir, es decir, ya tenía el 70% para iniciar. Los que tenían algo de capital se animaron a invertir y los que no, igual decidieron formar parte del proyecto.
Así comenzó a materializarse mi sueño. Saqué el dinero del Banco y emprendí de lleno con mi ambición, construir la clínica que luego se convirtiera en la más prestigiosa del Estado. Y así nació la clínica “METROPOLITANA SANTA MARÍA” Comenzamos con 6 especialidades y paso a paso, se fueron sumando más y más y la clínica fue creciendo, adquiriendo reconocimiento y mucha demanda.
Cuando mi hijo nació, fue a pesar de estar emocionalmente sola, el día más importante de mi vida, donde realmente me sentí realizada como mujer al cumplir esa meta tan significativa de traer un ser especial e inocente al mundo y convertirme en madre.
Al siguiente año, obtuve mi título de especialista en pediatría, otro logro que solo celebré con mi bebé, pero no pedía más, porque en lo frágil de mi corazón prefería que así fuera, solo a mi hijo necesitaba a mi lado.
Triunfos iban y venían, tanto en la clínica como en mi hogar, donde vivíamos solo mi hombrecito y yo, parecía solo, pero estaba cargado de mucho amor, nuestro pequeño hogar era cálido. Yo trabajaba fuerte, era o, mejor dicho, soy una mujer decidida, responsable y exigente, algunos dirán que dominante e imponente, pero debo serlo para que todo marche como deseo.
Fuera de la clínica es otra cosa, totalmente lo contrario a la descripción anterior. Y toda la atención afuera, era para mi hijo y los niños del orfanato donde literalmente vivimos mi hijo y yo, y hacemos en nombre de la clínica, obra social.
Allí me enamoré más de la especialización que a última hora escogí, y para mi niño y para mí, ese lugar se convirtió en nuestro refugio y segundo hogar. Donde siempre que llegábamos éramos recibido con genuino y sincero amor… allí con nuestra familia adoptiva, celebrábamos nuestras fechas importantes, cumpleaños, día de gracia, navidad, entre otros… ¡También allí éramos felices!
A medida que transcurrían los años, mi hijo y yo afianzábamos nuestros lazos de amor, y así mismo crecía mi imperio médico. Logrando abrir dos nuevas clínicas en las ciudades más importantes del país, prestando el mejor servicio médico asistencial de la ciudad y lo mejor que sucedía allí, es que era accesible para todos.
Donde funcionó la primera clínica, es decir, en la casa de mis padres, la pusimos al servicio de la comunidad, prácticamente se convirtió en un hospital comunitario, con servicio especial de mi parte para todos los niños, no obstante, también hacíamos jornadas gratuitas de todo tipo. Manejábamos personal especialista de la clínica, porque en el contrato que firmaban para trabajar en ella, existía esa cláusula donde se comprometían a cumplir unas horas en el hospital como labor social.
Mi niño como ya pueden evidenciar en lo antes dicho, prácticamente creció rodeado de los niños del orfanato y de la comunidad donde estaba el hospital, que no era más que mi sector, donde nací y crecí… allí creo lazos de hermandad con todos ellos, tanto que hasta un equipo de fútbol fundó allí, por supuesto, patrocinado por la clínica. Él trata a todos por igual, con mucho cariño y respeto.
A él, lo he criado bajo valores de respeto, solidaridad y humildad, le he enseñado, no voy a decir que, a ser autosuficiente, pero si lo más independiente que se puede, él sabe para su corta edad, técnicas de primeros auxilios, sabe defenderse hasta en la cocina, y mucho más claro, es un buen estudiante y se ofrece siempre a ayudar en las obras sociales que realizamos, no se siente un niño privilegiado a pesar de gracias a Dios no faltarle nada material, porque bien le he enseñado austeridad. Incluso él siempre ha preferido estudiar con los niños en el orfanato, donde tenemos una linda escuela y muy buenos profesores, y para nada la educación es limitada.
En el amor de pareja, que les puedo decir, como toda persona que queda frágil después de una dura decepción, quedé con mucho recelo de entregar mi corazón nuevamente, porque como dice el dicho “Al picado de culebra, hasta las lagartijas lo asustan” pues nada, me quedé sola, además me dediqué tanto a mi proyecto que, para mí eso quedó en… digamos un tercer plano, todo eso del amor y la pareja feliz, me era indiferente e inexistente…
Tampoco voy a mentir y decir que me entregué al celibato, puesto que, por ahí discretamente calmaba mi necesidad carnal sobre todo con alguien que me atrajera, dejando siempre claro que no buscaba ni nada serio ni mucho menos, ningún compromiso con nadie.
Tuve una relación, para mí solo fue física con el mismo hombre durante mucho tiempo, pero sin meterlo en casa (Ese como ya les he dicho, era solo mío y de mi hijo), hasta que se quiso poner posesivo, exigir más de la cuenta, y tomarse atribuciones que no le correspondían, y sencillamente lo despaché. Tal vez pensaran que actué igual que mi ex, pero a diferencia de él, yo fui sincera desde el principio, ósea que esta persona estaba clara y sabía a qué atenerse si sobrepasaba los límites.
Y así comienza esta historia…
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Updated 61 Episodes
Comments
Patricia Pérez
muy real y sincero, nada de una vez y hace diez que no le ve el cielo jaja
2025-02-20
1
Yise
Super enganchada /Tongue//Tongue//Tongue//Tongue/
2024-08-14
4
Mildred Álvarez
Está historia me encanta es la tercera vez que la leo y sigo entusiasmada como la primera vez.
2024-07-10
5