Capitulo 4

Llegaron a la casa de Ibrahim Brown, en realidad era una gran mansión y en su vida anterior él había mandado a modificar algunas partes solo para agradecerle a Kendra, lo cual no había logrado sino al final de su vida con sus acciones.

Al llegar pudieron ver a los sirvientes esperándolos y al mayordomo, quien se llamaba Joseph, Ibrahim presentó a Kendra y les dijo que ella seria de ahora en adelante la señora de la casa, por lo que le debían el mismo respeto que le tenían a él.

Ya todos habían escuchado de la llegada de Kendra a la casa y sabían que era una mejor hermosa, pero a su vez les habían dicho que era una niña mimada y que solía hacer berrinches, se rumoraba que no tenia la actitud para ser la esposa del heredero de los Brown y menos para llevar una casa.

Todos pudieron ver que era mucho mas hermosa de lo que todos decían y su caminar, cada una de sus acciones tenían una elegancia natural, una sola sonrisa iluminaba el lugar donde estuviera.

La pareja iba tomada de la mano, parecían dos enamorados caminando hacia su nueva vida, lo que hizo que todos estuvieran extrañados al verlos.

-Él es Joseph, el mayordomo, cualquier cosa que necesites háblala con él, te ayudará en lo que necesites – habló Ibrahim

-Un placer conocerlo Joseph - ella le regaló una sonrisa cortés y entraron a la casa

A Joseph le pareció que no era una joven arrogante y malcriada, al parecer los rumores no era ciertos y eso le agradaba, Ibrahim le mostró la casa y ella veía cada cosa como si fuera la primera vez, había tantos recuerdos en cada lugar de esa casa que no podía sentirse un poco susceptible.

-Kendra quedas en tu casa, yo debo atender algunas cosas en el estudio – la dejó con Joseph y se fue

-Señorita el señor ha estado muy ocupado recientemente, ¿desea algo? ¿ya ha comido? – intentó cambiar la decepción que quedó en su rostro

-¿El señor ya comió? – preguntó ella

-Si, antes de ir a buscarla

-Esta bien, me gustaría desayunar – le respondió a Joseph

Fue llevada al comedor en donde le sirvieron un desayuno variado, ya que no conocían lo que le gustaba y ella solo pudo probar un poco de cada cosa.

-Señorita si gusta algo especial puede decírmelo, yo mandaré a que preparen la comida a su gusto – aun no creía que esa joven tan dulce fuera tan terrible como le habían dicho

-No te preocupes Joseph comeré lo que ustedes hagan, puedes irte, quiero estar a solas – se escuchaba triste u el hombre no quiso importunarla

Al irse todo quedó en silencio, terminó de comer y dio un paseo por la casa para después ir a ver televisión en la sala de entretenimiento, cuando estaba por encender el aparato se escuchó su teléfono sonar y vio que era su hermano Renier.

Vio la pantalla unos segundos y rechazó una llamada, casi de inmediato volvió a recibir otra llamada de la misma persona, así que respiró profundo y contestó.

-Ken, soy Renier, ¿porque no contestaste antes? ¿tuviste algún problema? – su voz sonaba igual de cariñosa que siempre, pero ella sabia que era una farsa

-Por accidente rechacé la llamada, ¿sucede algo? – había algo extraño en su voz él lo notó

-Se que no estas feliz con todo esto y estas molesta, pero no quiero que te preocupes por nada, te voy a proteger todo lo que pueda y quiero que sepas que tu familia te ama con todo el corazón – esas palabras la molestaron terriblemente y colgó la llamada sin decir nada

Sentía que odiaba a su hermano, ¿Cómo había podido dejarse engañar por esas personas en su vida anterior? Quería verlos sufrir de la misma manera en que lo habían hecho con ella, estaba pensando en todo el dolor que le habían generado cuando se escuchó unas cosas cayéndose en el estudio.

Ella salió corriendo y mientras mas se acercaba escuchaba mas cosas estrellarse contra las paredes o contra el suelo, ella sabia que Ibrahim solía romper cosas cuando se molestaba, por ese tipo de reacciones se decía que tenia problemas mentales y que podía ser un hombre agresivo con su entorno, por lo que había posibilidades de que golpeara a su pareja en el futuro.

Anteriormente había escuchado a sus hermanos hablar acerca de las veces que Ibrahim se había agarrado a golpes con otras personas y también le habían dicho que podría golpearla algún día, pero nunca sucedió, a pesar de las cosas terribles que Kendra le había hecho él nunca había levantado su mano contra ella.

Lo que sucedía era que nadie se había detenido a pensar un poco en todo lo que ese hombre había pasado por llegar a donde estaba, sus padres habían muerto cuando él solo tenia 16 años y era el mayor de tres hermanos, eran él, un hermano y una hermana.

Desde temprana edad le habían enseñado a cuidar la fortuna familiar, a la vez que al morir sus padres había familiares que querían quedarse con los que sus padres habían logrado con tanto esfuerzo, a la vez que había una serie de competidores que intentaban desprestigiar y quitarles recursos y clientes a las empresas de la familia Brown.

En ocasiones podía ser agresivo, salvaje y hasta feroz, pero solo atacaría a las personas que lo atacaran primero, se defendería con todo lo que tuviera de las personas que intentaran hacerle daño y se encargaría de asegurarse de que no volviera a ocurrir.

Kendra entró al despacho y vio el montón de cosas tiradas en el piso, mientras el buscaba algo más con lo que descargar su furia y eso hizo que se sintiera mal, sentía que era solo un niño que no sabia manejar sus emociones, así que sin pensarlo y a pesar de que le había dicho que se fuera de allí ella se acercó y lo abrazó.

Joseph llegó después de Kendra y la vio abrazar a su señor, vio como él se quedó totalmente inmóvil y ella solo cerraba los ojos mientras le palmeaba la espalda, poco a poco Ibrahim se fue relajando y no intentó alejarla ni por un momento.

-Abrázame y verás como te calmas rápidamente – le dijo ella suavemente y él le hizo caso

Ibrahim parecía estar adormecido por el abrazo de esa mujer, lo peor es que si hubiera querido la hubiera podido arrojar contra el piso, el cuerpo de ella era tan menudo y delgado, mientras él era un hombre alto y de cuerpo fornido, la imagen era digna de una pintura y a pesar de que Joseph temía por la joven pudo ver como ella se hacia cargo de calmar a la fiera que su jefe llevaba por dentro.

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