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Mi amigo el sirviente.

El sol estaba en su punto medio, era candente y potente, pero agradable para la pequeña bajo el árbol, era su lugar favorito. Este era un cerezo enorme que daba sombra hasta para treinta personas, el gran árbol le daba esa sensación de paz, tranquilidad y frescura al lugar, los rayos del sol solo era un elemento más que agregar al gran día que estaba haciendo ese día.

–El día es tan bello que me dan ganas de montar - susurro Jane para si misma.

–Eso voy a hacer

De un brinco la niña se puso de pie, después sacudió su lindo vestido, - color rosa opaco pero muy lindo - al ya estar bien pulcro salió corriendo hacia las caballerizas, su actividad favorita era andar por el gran campo en su lindo caballo -Razgu- este era un pura sangre de pelaje dorado muy bonito.

–¡Mario! - llamo la niña al llegar a las caballerizas-

Mario era el encargado del lugar era un tipo agradable de no más de sesenta años, para todos el ya no debía seguir trabajando, pero insistía en que el aún podía con el trabajo que se le había impuesto.

Mario no tenía necesidad de trabajar había tenido tres hijos hombres todos ellos casados con buenas familias al destacar en el arte y negocios, dios los había bendecido a el y a su esposa con tan buenos hijos que se hacían cargo de ellos, pero Mario odiaba sentirse inútil, se negaba a aceptar el dinero de sus hijos, el había sido muy trabajador desde pequeño y seguiría siendo así - se notaba de dónde los chicos habían sacado esos talentos - aunque él no lo aceptará sus hijos daban dinero a su madre, quien guardaba este por si algún día su esposo se decidía dejar de trabajar.

Helena la esposa de Mario siempre trataba de hacer entender a su marido diciéndole que dejara su trabajo a alguien más que lo necesitará pues ellos no lo necesitaban en lo absoluto, Mario lo había pensado y había dejado el trabajo hace una semana atrás.

–Señorita Jane, que gusto tenerla por aquí de nuevo, ¿busca a Mario? - Diego el trabajador frente a la pequeña, hombre que no pasaba de los treinta y cinco y que iba saliendo del establo, pensaba que Jane se pondría triste al saber que el señor Mario ya no trabajaba mas ahí.

–Si, quiero sacar a pasear a Razgu, ¿Dónde está el?, ¿Esta ocupado? Si es así ¿podrías encargarte tu?

–Disculpe señorita Jane ahora mismo yo voy al pueblo por un encargo, y sobre el señor Mario, pues el no trabaja más aquí hace tiempo que se retiró ya ve que es un hombre grande, pero el nuevo encargado es buena gente un poco muy joven pero según Julián - el mayordomo - quién fue el que lo contrato dice que es muy capaz para el puesto.

– ¡Oh! - dijo con tono triste Jane.

–Yo no sabía sobre lo de Mario, de seguro y algún día de estos lo visito, lo bueno es que ya no se esfuerza demasiado, ya era un poco mayor y tenía problemas en su salud - comprensiva reflexionó Jane, esto conmovió al trabajador, sabía que Jane no pasaba de los cinco años, sabía que era muy inteligente y al parecer comprensiva, ella no se parecía en nada a su madre la duquesa quien era una mujer de hielo.

–Es usted una linda persona, - la sonrisa de Jane apareció esto enternecio a Diego.

-Si me disculpa voy de salida, creo que el nuevo encargado estaba con Razgu

Diego emprendió su camino dejando a Jane sola en las caballerizas, ¿Quién era el nuevo trabajador?, Diego había dicho que era buena persona, pero ¿sería cierto?.

Con esa duda emprendió camino había donde estaba Razgu, pero antes de llegar se encontró con un lindo potrillo y su mamá -Kata-.

–Hola Kata no sabía que tenías un bebé - dijo con voz suave.

–Como se llamará haber que te parece...¿hall? - El potrillo relincho feliz de tener un nombre.

–¿Te gusta?, ¡Que bien!, Nos vemos Kata, nos vemos Hall iré con Razgu debe sentirse solo.

Razgu como chan había sido un regalo de su padre, el padre de Razgu también había ido a la guerra como su padre el duque y a ambos los habían perdido, es como si se replicara la historia pero con animales.

Jane al llegar a la caballeriza de Razgu pudo observar como un joven alto con ropa de campo cepillaba el pelaje de Razgu, lo hacía con delicadeza, y parecía gustarle, le gustaba que Razgu aceptará al nuevo encargado, pues Razgu era muy exclusivo no dejaba tocarse por nadie que no fuera ella o el señor Mario y sería muy difícil que al faltar Mario en la mansión Zell y Jane con responsabilidades de futura duquesa se hiciera cargo de Razgu.

–Hola, ¿quien eres?, Debes ser alguien agradable ya que le caes bien a Razgu, no se deja tocar por cualquier persona. - Dijo risueña la pequeña.

El joven se volteo al ir la voz suave de la pequeña y le regaló una agradable sonrisa.

–Hola, ¿como se encuentra el día de hoy? - Jane estupefacta, sonrió al escuchar esa voz.

–¡Kalé! - sus gritos y risas llamaron la atención de los trabajadores, quienes se asomaron desde sus puestos, algunos pudieron observar como Jane se colgaba del cuerpo de Kalé, los que no pudieron observar salieron haber que estaba sucediendo, al parecer la pequeña patrona conocía al nuevo encargado, los envidiosos hicieron sus confabulación,  -  por ella estaba en ese puesto tan alto, ellos sospechaban, como es que el nuevo llegaba hasta ese nivel, cuando los que tenían años como Marcelo aún seguían siendo trabajadores menores - Marcelo era un viejecillo de cincuenta y dos años tenía como veinte o treinta años trabajando ahí, era el segundo hombre que tenía más tiempo trabajando ahí en las caballerizas, *en el campo* el primero era Mario que tenía desde que había tenido la edad suficiente para trabajar  -  otros solo estaban felices porque la pequeña se llevará bien con el nuevo encargado pues sabían que extrañaría a Mario.

Kalé, yei tanto tiempo sin verte, ya se te extrañaba, ¿Ustedes lo extrañaron? Y porque yo si...

Continuara....

Besos y abrazos

..DM..

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