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Un hombre apuesto no tan apuesto

Jane que había recibido a su madre con una bella sonrisa ahora tenía una mueca de desagrado sabía que Carla no había dicho nada entonces significaba que alguna sirvienta de su madre estuvo espiando la conversación y eso no le agradaba en lo absoluto, ahora ni siquiera tenía privacidad, y ahora ¿que seguía?.

–Madre, solo estaba jugando ya sabes que nosotros los niños somos muy curiosos - Le regaló una ligera sonrisa a su madre.

–Evitaré cualquier comportamiento como el anterior en algún futuro cercano o lejano, lo prometo. - su manita derecha terminó parando en el lado izquierdo de su pecho cerrando aquella promesa.

–Eso espero, no quiero que el futuro de Hamill tenga esos comportamiento, si no cumples tus palabras, encontraré la forma de conseguir un nuevo futuro para Hamill quedó ¿claro?

La duquesa había sido clara con su amenaza, conseguiría a un nuevo heredero si ella no estaba a la altura, pero ¿en verdad ella quería estarlo?

–Si duquesa

Después de esta afirmación, la duquesa dio media vuelta y se marchó de la habitación de la niña.

–Eso estuvo cardíaco - susurro Jane tocando su pechito para poder calmar su corazón el cual latía a mil por hora.

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En algún lugar de Hamill

–Joven le estoy diciendo que no cuento con ningún empleo - arto de la situación el señor de unos cincuenta años arrojó al joven de veintitrés fuera de su establecimiento.

–¿Enserio?, Puedo hacer cualquier cosa, porfavor - ese por favor era más una queja que una súplica, entendía al señor el también ya estaba arto de insistir con que lo contratarán pero no tenía de otra debía de vivir de algo y el que todos le dijeran que no, lo exasperaba de gran manera.

Cansado decidió regresar al hostal en donde se estaba quedando, el cual pudo pagar con los pocos a ahorros que tenía.

Sabía que la búsqueda de su padre y hermano sería difícil pero no contaba con que no le darían trabajo y estaría sin dinero, pues todos contaban que Hamill era la tierra de las oportunidades, parecía que las oportunidades huyeron apenas y llegó al ducado.

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Horas más tarde en la mansión Hamill

Dos adultos y una pequeña niña se encontraban consumiendo los alimentos ya antes servidos por los empleados.

La joven era una linda pelirroja de piel blanca y ojos azules muy llamativos, que no tenían ninguna emoción que expresar, su estatura era de unos ciento setenta centímetros, mientras que el hombre a su lado contaba con una melena Rubia prolijamente peinada hacía atrás, era un joven de unos ciento ochenta centímetros piel blanca ligeramente bronceada y unos ojos color miel que solo dejaban ver la perversidad misma.

Mientras que la niña, contaba con un pelo negro, ojos verdes y piel blanquecina, era ligeramente extraña está combinación, pero era linda, cautivadora y si porque no muy adorable.

La pequeña Jane observaba al hombre frente a ella a ese que llamaban duque mujeriego, podía ver qué era apuesto, nariz recta que acababa en pico, respingada al natural, unos pómulos muy bien proporcionados, la mandíbula marcada y unos labios finos, pero lindos, mientras que su cabello rubio y ojos miel hacían una buena combinación, sin duda parecía un príncipe encantador, ahora entendía todo.

Su mamá también era muy linda, ella tenía una nariz recta con un botón que sobresalía en la punta de esta, sus labios eran medianos, carnosos, y terminaban en forma de corazón, su cara era redonda,, sus ojos y pelo la hacían peculiarmente más hermosa.

–Señorita Jane - El duque interrumpió los pensamientos de la niña llamando su atención.

–Duque - El hombre mostró una sonrisa cultivadora que confundió a la niña, el signo de pregunta estaba clavado en su cabeza, ¿Acaso le estaba dando una parálisis facial?, (Embolia) y es que aunque la pequeña no quisiera si observaras la sonrisa del duque sin ningún tipo de complicidad o morbo, digamos con inocencia, -como la pequeña lo hacia- podrías encontrar que era sumamente chistosa y daba vergüenza.

–Me dijo su madre que es una niña prodigio - ella solo asintió por cortesía cuando lo único que quería hacer era retirarse del lugar y no volver a ver a ese duque jamás en su vida nuevamente.

–¿Cuántos años tiene señorita? - el duque que solo deseaba conquistar el pequeño corazón de la niña, para así tener el camino fácil siguió hablando.

–Cuatro señor - contesto apenas Jane, ¿enserio ese tipo no se callaba?, a su parecer chan era menos ruidoso que ese duque -chan era el borrego mascota de la pequeña, era un recuerdo de su papá, según leyla-.

–Mmm, ya veo es demasiado pequeña - Jane no veía la edad como impedimento para hacer alguna cosa pero al parecer ese duque si y no le gustaba, otra cosa para sumar a la lista de cosas que no le gustaban del duque mujeriego, agregando mujeriego en el punto número uno.

–No veo ningún impedimento - la duquesa que toda la charla se la había pasado en silencio carraspeo llamando la atención de todos en el salón de comedor.

–Creo que ya va sido hora de que vayamos a arreglar por lo que ha venido o ¿no? - sin esperar una palabra más que un asentamiento del hombre se levantó para guiar a ambos a su despacho donde acordarían los términos del nuevo negocio que uniría ambos ducados, en forma retórica.

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Jane se encontraba esperando fuera del despacho de su madre, pues la reunión había terminado más en cambio ella necesitaba hablar con ese duque, quien debía salir solo del lugar.

Unos minutos después como lo predijo la pequeña el duque salió con una gran sonrisa plasmada en el rostro, la que se borró al ver al pequeño monstruo -así la había llamado el-.

–Monstrito - la niña indignada por el insulto soltó sin pensar.

–Mujeriego - a la vez en la que hablo tapo su boquita con ambas manos -impresionada, ¿Que había dicho?-.

La risa del hombre resonó por el lugar que se encontraba solitario.

–Nos vemos luego - se despidió de la pequeña, quien seguía aún impresionada.

"Niña lista no estorbaras en mis planes"

"Mujeriego sin remedio, apuesto por fuera pero podrido por dentro"

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..DM..

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