El peso de cada decisión

Al pie de un gigantesco eucalipto tomaban mate mientras esperaban que se asara un cacho de carne Arlo y Rubén, su padre resucitado en circunstancias misteriosas. Técnicamente, Arlo también estaba allí luego de enfrentarse cara a cara con la muerte. Según los límites del conocimiento humano, esos dos hombres ya debían estar inertes. Uno intacto, pero con la frialdad en el cuerpo propia de la muerte reciente, y el otro reducido a cenizas. Pero no era eso lo que sucedía, Arlo y Rubén estaban vivitos y coleando, riendo y disfrutando de una de sus tantas tardes en la quinta familiar, y descansando luego de una tarde de trabajo.

Después de la comida, Rubén se metió adentro de la casa para tomar una siesta. Pero su hijo se quedó afuera, con aires reflexivos, apreciando el bello jardín que lo rodeaba. Cuando era joven, es decir, cuando había sido joven durante su primera vida, le encantaba sentarse a descansar al pie del eucalipto. Había un rincón particularmente cómodo, en el cual el tronco del árbol formaba una especie de respaldo, ideal para apoyarse y acurrucarse allí. Arlo había pasado ahí muchas tardes descansando después del trabajo, durmiendo siestas y viviendo tardes románticas con Ema. Pero sobre todo, reflexionando. Todo hombre tiene un rincón en el mundo, a donde acude en busca de respuestas. Ese tronco de árbol al fondo del patio de la quinta familiar era el suyo. Y tras unas horas de mucha locura, decidió sentarse una vez más a pensar en lo que pasaría a partir de ahí.

Pensó mucho. Sobre todo en su reunión con los ángeles. Pensó en cómo tomar las riendas de su nueva vida. Porque sí, tras muchas idas y vueltas entre la duda y la creencia, entre la confianza y la desconfianza, se había inclinado por pensar que todo lo que vivía era verdad, y que las fuerzas divinas le habían dado una segunda oportunidad. Su voz interior tenía el volumen alto y muchas cosas que decir, así que, para calmarla un poco, y como no tenía a nadie a quien contarle sus preocupaciones, comenzó a hablar con el árbol.

_ No se que hacer. Ni esa voz ni los ángeles se tomaron el tiempo de explicarme las reglas. Si lo pensas bien... _ dijo mientras daba palmaditas al robusto tronco. _ ...fue como viajar en el tiempo. Pero La Voz me dejó en claro que no voy a tener más oportunidades. No puedo cagarla. ¿Qué hago?Aunque esa no es realmente la pregunta. Sé exactamente lo que quiero hacer. El tema es cómo hacerlo. Quiero salir con un par de chicas y bueno, ver que surge antes de salir con Ema. Pero también es cierto que ella empieza en mi escuela mañana. ¿Voy a poder resistirme a hablarle si la veo? Es el amor de mí vida, mí alma gemela. Conozco todo de ella... _ hizo una pausa larga que hubiese llenado de intriga a cualquier ser consciente que lo escuchase. Pero allí solo estaba el árbol, que permaneció inalterable. _ Bueno, casi todo._ Dijo con tristeza, y no pudo evitar volver a imaginarse la imagen de Iñaki y Ema besándose.

Sin embargo, negado a amargarse por eso, decidió volver a lo suyo. Después de todo, en esa línea temporal, el beso de Ema e Iñaki todavía no había ocurrido._ ¡Aaaah! Es demasiada la responsabilidad, demasiado el poder. No sé, no sé que hacer. No puedo hacer nada antes de entender bien cómo funciona esto. _Interrumpió su monólogo cuando algo lo golpeó con fuerza en la cabeza. Confundido, se revolvió el pelo, pero no encontró nada. Entonces miró a su alrededor, y en el suelo encontró un fruto del árbol, tan grande como el puño de un bebé. _ Con razón me dolió tanto. ¡¡Maldita gravedad!!_

Al decir esto, una luz en su cabeza se iluminó. Sus neuronas se conectaron e hicieron viajar un recuerdo distante, guardado en el subconsciente, hasta sus pensamientos presentes.

_ ¡Claro! ¡La clase de física! ¡El hijo de puta de Verutti!

Durante los dos últimos años de secundaria, Arlo había sacado muy buenas notas en todos sus exámenes, y así había logrado ser el mejor promedio de su clase por dos años consecutivos. Sin embargo, aquel camino no había sido fácil, y en gran parte debido a su profesor de física, Marcelo Verutti. Con este hombre Arlo tuvo una disputa durante la primera clase que tuvieron, y ese encontronazo provocó que el anciano profesor, que tenía fama de ser bastante exigente, tomara de punto al pobre chico. Y todo sucedió porque Arlo llegó tarde en el inicio de la cursada.

_ Es una buena oportunidad para ver que tan bueno es cambiar las cosas.

La vez anterior, él había pasado la noche en la quinta, la cual estaba bastante alejada de su ciudad. Entonces, al día siguiente, cuando se aventuró en el largo viaje hasta su colegio, se encontró con las rutas colapsadas y no pudo llegar al primer examen de Física, que valió un 25% de la nota del cuatrimestre. Esta vez no podía correr el riesgo nuevamente. Entró a la casa y luego a la pieza, y empezó a revolver todo buscando sus pertenencias. Poco a poco las fue encontrando y llenándose de alegría.

_ ¡Mi llavero de Divididos! ¡Mi tapita de la suerte! Este encendedor estaba genial, no puedo creer que lo había perdido._

Con sus gritos y el ruido, su padre entró con cara de dormido, y observó confundido las maniobras de su hijo.

_Che bajate el volumen que estoy durmiendo. ¿Qué haces?

_ Me voy para casa._ Dijo mientras revisaba un pequeño armario en busca de ropa decente, pues hasta el momento había estado vestido con los harapos del trabajo.

_ No te querés quedar a cenar? Tenía pensado hacer bondiola.

_ ¿Justo hoy que me voy hacés bondiola? Puta madre. Igual me tengo que ir.

_ Pero andate mañana. Total entrás a la tarde. Si salís temprano llegás. Ahora va a estar la hora pico._

_ Mañana va a estar peor._

_ ¿Ah sí? ¿Como sabes? ¿Te convertiste en el que informa el tránsito ahora?

Intentando escapar de la conversación rápido para así poder irse, le dio una respuesta que no requiriera dar explicaciones._ Es un presentimiento._

Ruben no dijo nada, pero miró a su hijo, debatiendo se entre echar a reír o preocuparse por su actitud tan supersticiosa. Arlo no dejó que decantase por una.

_ Bueno, ya me voy, nos vemos.Y se fue de la pieza sin darle un abrazo o tiempo para que dijese algo más.

_ Como quieras, nos vemos mañana. Avisale a tu mamá que estás yendo.

...****************...

La terminal de bondis estaba vacía. El lado positivo era que Arlo ya no viajaría en hora pico. El negativo, era que se había librado de abordar el transporte público en ese horario infernal por qué justo delante de sus narices se había ido el colectivo. Llevaba una hora esperando. Ya no había ni una porción de cielo anaranjado provocado por la luz del sol. Estaba todo oscuro y aunque era verano, por la hora y por lo rural de la zona, empezaba a hacer frío.

Para entretenerse, Arlo dibujaba con una piedrita en el suelo, y hacia del sucio piso de la terminal su lienzo. Pero su piedrita estaba a punto de consumirse y le daba pereza ponerse a buscar otra. Mientras hacía sus últimos dibujos, escuchó la voz de un hombre. Se lo notaba bastante acongojado. Le rogaba algo a las pocas personas de la terminal. Arlo no sabía qué pedía, estaba muy lejos como para escuchar. Pero debía ser algo importante, pues a cada persona le insistía hasta el cansancio. Cuando no conseguía lo que quería, se acercaba a alguien nuevo. Sabía que eventualmente llegaría su turno, así que agachó la cabeza tanto como pudo e intentó parecer muy enfocado en sus dibujos. No podía faltar mucho para que llegara el bondi. Quizás lograba librarse de la confrontación directa.

Pero pasó otro cuarto de hora y ningún colectivo apareció. El hombre se encontraba hablando con una mujer bastante cercana a Arlo. Cuando vio que con la cabeza gacha el hombre se alejaba de ella, entendió que había llegado su turno. Procuro no hacer contacto visual, pero toda estrategia era inservible ante aquel perseverante hombre, que tocó el hombro de Arlo para llamar su atención y luego habló.

_ Buenas tardes joven. Le pido me disculpe, yo no quiero molestarlo, pero hago esto porque tengo verdadera necesidad. ¿No podría por favor pagarme el transporte?

Ahora entendía porque no había tenido éxito con los demás. Los bondis que se tomaban en ese lugar eran interurbanos y servían para hacer viajes de varias horas. Un sólo pasaje salía muy caro, por eso pagarle a un desconocido era un despropósito.Estaba a punto de negarse, cuando vio que a lo lejos se acercaba un bondi. Entonces, se puso en los zapatos del pobre hombre. No sabía su motivo para pedir por un pasaje, pero se lo veía desesperado. Y Arlo sabía lo tortuoso que era tener que esperar ratos eternos para luego viajar por horas hasta llegar a destino. No le deseaba eso a nadie. El pasaje era costoso, pero tenía dinero de sobra, y no podría tener la conciencia tranquila si lo rechazaba.

_ Claro, no hay problema, yo le pago.

El hombre dió un suspiro de alivio, y luego le dedicó a su salvador una sonrisa._ Gracias pibe, sos de oro. De verdad necesitaba ese boleto. Mi vieja se cayó de la ducha y no tiene nadie que la lleve al hospital. Estoy sufriendo desde hace rato para subirme a un bondi. _ sus labios temblaron, y sus ojos se humedecieron. _ Si no llego rápido, ¡¡se me va mi mamita!! _

Arlo no era bueno para las palabras de consuelo, pero hizo su mejor intento.

_ No esté así señor. Miré, acá está llegando el bondi. Su mamá va a estar bien.

_ Gracias pibe, mil gracias. _

El alivio del sujeto, que ya se preparaba para subir al bondi, era total. El de Arlo, parcial, pues había contestado parte de la pregunta que se había hecho esa tarde bajo el árbol. Al día siguiente podría vivir en carne propia las consecuencias de cambiar la línea temporal. De momento, parecía ser que sus acciones habían salvado la vida de una persona.

Las puertas del colectivo se abrieron y Arlo entró con sumo cuidado, mirando con atención a su alrededor. Había entendido que era un extraño en ese tiempo y en esa realidad, y que cualquier movimiento que hiciese podía provocar una alegría, pero también causar una tragedia.

Capítulos
1 El hombre ideal
2 Tan solo hace falta una chispa
3 El príncipe que no quiso ser rey
4 La verdad de Ema
5 En el limbo
6 Los dos ángeles del placer
7 La quinta
8 El peso de cada decisión
9 El verdugo de Arlo
10 Apogeo
11 Una princesa entre los gladiadores
12 La primera pretendiente
13 En la mira de la serpiente
14 Como agua y aceite
15 Herreros contra constructores
16 Postrado
17 El pabellón del segundo piso
18 Dos veces con la misma piedra
19 Elixir
20 La mujer de la daga
21 Tener el control
22 Las primeras señales
23 Falsos rumores
24 La puerta
25 Jaque Mate
26 La confesión de Kim
27 El sustituto
28 Convertido en lo que juraste destruir
29 El último hombre en la tierra
30 Oler el peligro y huir
31 Dispuesto a todo
32 Punto de partida
33 Un sueño hecho realidad
34 La prueba irrefutable
35 La guarida de investigación
36 Los puntos clave
37 La ley de la manzana en el plato
38 La manzana en la balanza
39 La manzana podrida
40 El reencuentro y las novedades
41 El papelito
42 Dejando entrar al enemigo
43 Un día para celebrar
44 Ni una sola gota
45 Dalias
46 El grupo de la muerte
47 Tiempo de revancha
48 Pies anclados
49 El detonante
50 El complot
51 El próximo gran evento
52 El carrito
53 Un arduo trabajo por delante
54 El del clima nunca acierta
55 Un pequeño detalle
56 Más allá de la reja
57 Entre tres olmos
58 La apuesta
59 Los cuatro días
60 Conexión y desconexión
61 Filo contra filo
62 El indicado
63 Paranoia
64 El peor verano
65 La semilla de la discordia
66 Las reinas
67 No te prives de la diversión
68 La mata y el arbusto
69 El perdón más dañino
70 El mar sanador
71 El comentario de Giovanni
72 La mirada femenina
73 Pendiendo de un hilo
74 Antes de partir
75 A bordo del expreso del viento
76 A paso lento va la caravana
77 Va llegando gente al baile
78 Solo
79 El beso
80 Flor del desprecio
81 Reconciliacion
82 Fruto del despecho
83 El tabú máximo
84 Desaparecido en acción
85 El nacimiento de un nuevo mal
86 Un testigo peligroso
87 La grieta
88 Decime que no es cierto
89 Sin velas ni timón
90 El accidente
91 La última reunión
92 No voy a extrañarlos
93 El impacto de una gota
94 El viajero apunta hacia el Oeste
95 Solo Ella
Capítulos

Updated 95 Episodes

1
El hombre ideal
2
Tan solo hace falta una chispa
3
El príncipe que no quiso ser rey
4
La verdad de Ema
5
En el limbo
6
Los dos ángeles del placer
7
La quinta
8
El peso de cada decisión
9
El verdugo de Arlo
10
Apogeo
11
Una princesa entre los gladiadores
12
La primera pretendiente
13
En la mira de la serpiente
14
Como agua y aceite
15
Herreros contra constructores
16
Postrado
17
El pabellón del segundo piso
18
Dos veces con la misma piedra
19
Elixir
20
La mujer de la daga
21
Tener el control
22
Las primeras señales
23
Falsos rumores
24
La puerta
25
Jaque Mate
26
La confesión de Kim
27
El sustituto
28
Convertido en lo que juraste destruir
29
El último hombre en la tierra
30
Oler el peligro y huir
31
Dispuesto a todo
32
Punto de partida
33
Un sueño hecho realidad
34
La prueba irrefutable
35
La guarida de investigación
36
Los puntos clave
37
La ley de la manzana en el plato
38
La manzana en la balanza
39
La manzana podrida
40
El reencuentro y las novedades
41
El papelito
42
Dejando entrar al enemigo
43
Un día para celebrar
44
Ni una sola gota
45
Dalias
46
El grupo de la muerte
47
Tiempo de revancha
48
Pies anclados
49
El detonante
50
El complot
51
El próximo gran evento
52
El carrito
53
Un arduo trabajo por delante
54
El del clima nunca acierta
55
Un pequeño detalle
56
Más allá de la reja
57
Entre tres olmos
58
La apuesta
59
Los cuatro días
60
Conexión y desconexión
61
Filo contra filo
62
El indicado
63
Paranoia
64
El peor verano
65
La semilla de la discordia
66
Las reinas
67
No te prives de la diversión
68
La mata y el arbusto
69
El perdón más dañino
70
El mar sanador
71
El comentario de Giovanni
72
La mirada femenina
73
Pendiendo de un hilo
74
Antes de partir
75
A bordo del expreso del viento
76
A paso lento va la caravana
77
Va llegando gente al baile
78
Solo
79
El beso
80
Flor del desprecio
81
Reconciliacion
82
Fruto del despecho
83
El tabú máximo
84
Desaparecido en acción
85
El nacimiento de un nuevo mal
86
Un testigo peligroso
87
La grieta
88
Decime que no es cierto
89
Sin velas ni timón
90
El accidente
91
La última reunión
92
No voy a extrañarlos
93
El impacto de una gota
94
El viajero apunta hacia el Oeste
95
Solo Ella

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