El verdugo de Arlo

Esa noche llegó muy tarde al pueblo de Costa Ocelotes. Caminó veinte cuadras hasta su casa. Era un día de semana, así que en el trayecto, apenas se cruzó con algunos grupos de jóvenes y un par de autos. Pasaban de la una cuando, sigilosamente, entró en su casa para no despertar a su madre, a quien se había olvidado de avisarle que iría.

A pesar de que habían pasado muchos años, recordaba perfectamente esa casa, por lo que fue capaz de llegar hasta su cuarto incluso con el ambiente completamente a oscuras. Ya a puerta cerrada, encendió la luz. Su escritorio mostraba que evidentemente, Arlo había tenido la misma pasión durante toda la vida: estaba lleno de croquis, bocetos de planos e instrumentos de medición. Por el piso había desparramados pares de zapatillas, y en la cama una pila de ropa que Arlo tiró para despejar la cama e irse a dormir.

******

El despertador comenzó a sonar estridentemente a las ocho en punto, y Arlo lo apagó al instante. Tras haber dormido hasta tan tarde el día anterior, se sentía lleno de energías. Además, ese día era la prueba de fuego. El enfrentamiento contra su verdugo: el malvado Verutti. No podía dormirse o retrasarse. Pasó toda la mañana recorriendo su casa y elaborando una estrategia para asegurar su éxito en la clase de física.

Si algo se podía criticar sobre Arlo, era su impuntualidad. Siempre, durante toda su vida, se había caracterizado por no llegar a tiempo a sus compromisos. En su curso era uno de los estudiantes con más faltas por llegadas tarde, a pesar de que solo estaba a diez minutos caminando del colegio. Sencillamente se entretenía con otras cosas y, cuando se daba cuenta, ya era tarde. Pero ese día no quería tener margen de error, y justamente por eso, se presentó en el colegio veinte minutos antes del inicio de la clase. Luego de ir al baño y repasar por última vez algunos conceptos, se dirigió hacia el aula y eligió uno de los múltiples bancos, todos desocupados, para sentarse.

Todavía faltaban quince minutos para que empezara la acción,y estaba completamente solo, así que se distrajo viendo por la ventana del aula.

_ ¡¡Eh, hola Arlo!! Tanto tiempo. No te crucé ni una vez en las vacaciones.

Arlo detuvo su apreciación para voltearse y saludar a su compañero Giovani, quien no era su amigo, pero si era muy simpático y un gran compañero, que siempre saludaba con entusiasmo al llegar.

_ ¿Qué haces Giova, todo bien? Ah no, no anduve por acá en el verano, nos fuimos a pasar las vacaciones a nuestra quinta.

Se paró para saludar a su compañero, y vio que éste lo miraba sorprendido.

_ A la mierda, ¡te pusiste gigante! ¿Estuviste yendo al gimnasio?

Arlo no pudo evitar hablar con falsa modestia. Sabía perfectamente que ese había sido el verano en el cual había pegado el estirón y se había puesto más fachero.

_ ¿Te parece? No, no fui al gym, pero en la quinta siempre hay mucho trabajo pesado para hacer.

_ Se nota che...

_ Muchas gracias loco, ¿vos que anduviste haciendo, te fuiste a algún lado?

_ Lo mismo de siempre, quince días a Brasil, y después estuve ayudando a mi viejo en la heladería. Lástima que no estuviste, hubo bastante joda este verano, un montón de internas y parejas nuevas.

Como todos los veranos, en Costa Ocelotes siempre había muchas fiestas en la playa a las cuales iban estudiantes de todos los colegios de la zona. Pero en sus primeros años de adolescencia Arlo no disfrutaba salir de noche y, cuando mostró interés en hacerlo, su padre lo empezó a convocar para ir a trabajar a la quinta. Le molestaba perderse todo un verano. Así que al menos le era reconfortante conocer las novedades.

_ ¿Ah si? que internas, contá!!

_ Bueno, estuvo por ejemplo..._

Pero un chirrido molesto interrumpió a Giovanni, y ambos voltearon a ver qué había pasado. En la puerta de entrada estaba Mateo, el ñoño torpe de la clase. Fiel a su estilo, se había chocado con una silla y un banco al entrar. Cuando sus dos compañeros lo miraron, se puso rojo de la vergüenza, acomodó todo y caminó hasta un asiento de la primera fila. Arlo quiso saludarlo, pero ni siquiera logró hacer contacto visual.

_ ¡¡Mateo!!_ Lo saludó alegremente el extrovertido Giovanni. _ Otro que estuvo desaparecido este verano, ¿en donde te habías metido?_

Aún sin mirarlos, Mateo respondió con voz muy poco audible.

_ Hola. Estuve en casa arreglando mis figuras de acción.

A pesar de la evidente timidez del chico, Giovanni, en un exceso de confianza, se acercó y rodeó con su brazo el hombro de Mateo.

_ Ah entiendo, estuviste ocupado. Bueno, ¡a ver si este año te sumas a las fiestas que haya! Pero cambiando de tema, ¿donde están todos che, ya el primer día de clases van a llegar tarde?

_ Mas les vale llegar a tiempo. _ Dijo Mateo con un poco más de confianza, como si se hubiese tocado un tema con el que se sentía más cómodo charlando._ El profesor que nos toca hoy tiene fama de ser un devorador de estudiantes.

_ ¿Quién nos toca?_ Preguntó Arlo fingiendo desconocimiento.

_ Marcelo Verutti. Dicen que es super estricto, te llena de trabajo, y les hace la vida imposible a los estudiantes. ¡Además toma un montón de cosas que apenas explica!

_ Creo que entonces ya me voy resignando, porque a mi física me cuesta una bocha, y si encima este tipo es así..._ A Giovanni no parecía importarle demasiado, pues por su voz se lo notaba despreocupado.

Pero Arlo en cambio tenía una ventaja que sus compañeros ignoraban. Creía recordar todo el patrón de ataque de Verutti, y estaba listo para enfrentarlo.

_ No pienso bajar los brazos ya en la primera clase. Vamos a ver que tan rudo es este tipo._

_ Te recomiendo que no te confíes ni por un segundo. Pero bueno, lo que hagas ya es cosa tuya. 

_ Mateo era el tipo de persona que prefería quedarse en el molde, jamás se lo vería causando problemas.

A falta de cinco minutos para que empezara la clase, todo el curso empezó a llegar, y Giovanni fue el encargado de informarles a todos lo despiadado que podía ser el profesor.

_ Si, es verdad, mi hermano me contó que hizo el servicio militar, y de ahí le quedaron varias costumbres. Hace ponerse de pie a los alumnos cuando entra. _ Dijo Ortega, cuyo hermano mayor había hecho la misma carrera años antes.

_ ¡¿No, en serio?!_ Exclamaba Giovanni, y corría por todo el aula difundiendo la información. _ ¡Muchachos, parense cuando entre, parense cuando entre!

******

Eran las cuatro en punto, y todos los jóvenes esperaban expectantes. Si los rumores sobre el profesor de física eran ciertos, su gran sentido de la puntualidad y rectitud no le permitirían llegar ni un minuto tarde. La banda de los constructores del colegio técnico N° 1 de Costa Ocelotes solía ser considerada un rejunte de monos, siempre ruidosos y causando problemas. Pero en ese instante estaban callados y atornillados a sus asientos, esperando un hombre que se había ganado el respeto de ese grupo de salvajes sin siquiera hacer acto de presencia.

Arlo intentaba parecer calmado, pero en realidad, estaba un poco nervioso. Sabía que tenía que hacer, pero esa sería la prueba de que tanto poder tenía para cambiar su propia vida. En base a eso vería que hacer con Ema y las demás chicas en general, no podía tomarlo a la ligera. La puerta se abrió con un chirrido lento. Algunos, casi todos, giraron la cabeza. Arlo fue de los pocos que mantuvo la vista al frente, mientras escuchaba los pasos de su nemesis, el que en su vida pasada le había hecho la cursada imposible. Finalmente lo vió, rebosante de confianza, con un porte amenazante a pesar de su avanzada edad, y con una mirada asesina. Llegó hasta su escritorio sin decir palabra y, como si de una tropilla se tratase, todo el curso se puso de pie. Verutti los miró con extrañeza, como si no esperara esa reacción, y luego hablo con la voz más ronca que Arlo había escuchado alguna vez.

_ Buenas tardes. Mi nombre es Marcelo Verutti, tomen asiento y saquen una hoja.

Arlo se sorprendió con la velocidad con la que el hombre ya los había puesto en un ambiente de tanta tensión. ¿La primera vez también había sido así?

Como no podía ser de otra forma, Giovanni rompió el silencio causado por el bombazo del profesor.

_ Disculpe profesor.

_ Levante la mano si quiere hablar._ Lo cortó en seco Verutti.

El chico levanto la mano, y tras el gesto de aprobacion del profesor, prosiguió.

_ ¿Disculpe pero, para qué es la hoja?

_ ¿Y para qué va a ser? Para un examen. Quiero evaluar sus conocimientos previos. Vamos, saquen una hoja y copien lo que les voy a dictar.

El desconcierto era total, pero nadie quiso protestar. Arlo era el que menos pensaba en revelarse. No podía arriesgarse a formar una nueva enemistad con Verutti.

Minutos más tarde, todo el curso escribía en sus hojas. Casi todos estaban en silencio, pero cada tanto se escuchaban suspiros de consternación o palabras de indignación. Solo una persona entre toda la camada parecía relajada, Arlo. Completaba las preguntas con facilidad, y ya se encontraba resolviendo el último ejercicio. Cuando terminó, levantó la vista y contempló aquel dramático clima que embebía al ambiente. No quiso ponerle presión a sus compañeros, así que miró hacia la ventana, fingiendo pensar en cómo resolver los ejercicios, cuando realmente solo se relajó y una vez más apreció el paisaje. Sin embargo no pudo hacerlo con tanta calma, pues sentía sobre él la mirada del profesor, que bajo sus anteojos, analizaba a cada uno de los estudiantes, sin darles margen para buscar ayuda externa para resolver las complejas actividades.

Arlo sintió como lo miraba. Se estaba empezando a sentir acosado, cuando uno de sus compañeros levantó la mano y formuló una pregunta sobre uno de los ejercicios. El profesor debió dejar de observar a Arlo para responder a la pregunta.

_ En el ejercicio estamos hablando de un problema de Movimiento Rectilíneo Uniforme, en base a eso deben v...

Pero no terminó su explicación, porque la puerta del aula se abrió, y por ella entró una pequeña chica, de metro y medio de estatura, con una mochila que medía más de un tercio de su cuerpo, y unos anteojos con bastante aumento. Salteandose el saludo, la joven comenzó a hablar con prisa.

_ Perdón por llegar tarde profesor es que tuve un inconveniente, y vivo medio lejos y a mi papá se le pinchó la rueda del auto, entonces hice lo que pude para venir acá pero-

_ ¡Silencio!

La cara de Marcelo Verutti se puso roja y saliva salió de su boca tras pegar un grito, que hizo saltar del asiento a varios y que asustó a la pobre chica.

_ ¡Llega tarde la primera clase, distrae a sus compañeros en medio de un examen y me interrumpe mientras estoy hablando para ponerse a hablar como loca sin ni siquiera saludar! ¿Qué es esto, un chiquero?

La muchacha, pequeña y rubia, no podía ni moverse. Se trataba de Agustina, una de las dos mujeres del curso. Ambas representaban los dos polos opuestos. Sin dudas si Alejandra, fuerte y respondona, hubiese estado en la misma situación, le hubiera contestado a los gritos all profesor. Pero la tímida y dócil Agustina era incapaz de defenderse.

_ ¡No responde! ¡Más insolencia de su parte! Váyase, ya tiene ausente de todas formas..._

Arlo notó la maldad que alguna vez había percibido dirigida hacia él. Pero esta vez era peor, ante la pasividad de la muchacha, Verutti parecía disfrutar la situación.

_ No profesor, por favor, déjeme entrar y hacer esta prueba. Yo hice lo posible por llegar temprano. Mi tardanza está justificada. Nuestro mecánico no pudo ver el auto porque su madre se lastimó, se cayó mientras se bañaba y tuvo que ayudarla.

_ ¡Qué creativa es la juventud de hoy en día! ¡Andate antes de que te haga ir para la dirección!

_ Por favor, le juro que es verdad. _ Suplicó Agustina rompiendo en llanto.

Arlo había pasado de sentir lástima a culpa por su compañera. Si su excusa era cierta, si su mecánico no había arreglado el auto por ir a cuidar a su madre, eso podía significar que el hombre al que Arlo había ayudado había sido la perdición de Agustina. Podía tratarse de una simple coincidencia, pero su mente no consideró esa posibilidad y, sintiéndose responsable, eligió seguir al instinto que hizo que su cuerpo se parase.

_ ¡¡Pero deja de joder, ¿que te cuesta dejarla hacer el examen?!

Las palabras salieron involuntariamente. No pudo evitarlo. Su temperamento abrió su boca y lo hizo hablar. Como cuando la tapa de una tetera es empujada por el agua que entró en ebullición. No había vuelta atrás, ahora todo terminaría igual o peor que la última vez. Arlo podría vivir una o mil veces más, pero siempre le sería imposible escapar de sus impulsos.

Tenía que aceptarlo. Por eso, temiendo lo peor, se preparó para recibir la sentencia de su verdugo.

Capítulos
1 El hombre ideal
2 Tan solo hace falta una chispa
3 El príncipe que no quiso ser rey
4 La verdad de Ema
5 En el limbo
6 Los dos ángeles del placer
7 La quinta
8 El peso de cada decisión
9 El verdugo de Arlo
10 Apogeo
11 Una princesa entre los gladiadores
12 La primera pretendiente
13 En la mira de la serpiente
14 Como agua y aceite
15 Herreros contra constructores
16 Postrado
17 El pabellón del segundo piso
18 Dos veces con la misma piedra
19 Elixir
20 La mujer de la daga
21 Tener el control
22 Las primeras señales
23 Falsos rumores
24 La puerta
25 Jaque Mate
26 La confesión de Kim
27 El sustituto
28 Convertido en lo que juraste destruir
29 El último hombre en la tierra
30 Oler el peligro y huir
31 Dispuesto a todo
32 Punto de partida
33 Un sueño hecho realidad
34 La prueba irrefutable
35 La guarida de investigación
36 Los puntos clave
37 La ley de la manzana en el plato
38 La manzana en la balanza
39 La manzana podrida
40 El reencuentro y las novedades
41 El papelito
42 Dejando entrar al enemigo
43 Un día para celebrar
44 Ni una sola gota
45 Dalias
46 El grupo de la muerte
47 Tiempo de revancha
48 Pies anclados
49 El detonante
50 El complot
51 El próximo gran evento
52 El carrito
53 Un arduo trabajo por delante
54 El del clima nunca acierta
55 Un pequeño detalle
56 Más allá de la reja
57 Entre tres olmos
58 La apuesta
59 Los cuatro días
60 Conexión y desconexión
61 Filo contra filo
62 El indicado
63 Paranoia
64 El peor verano
65 La semilla de la discordia
66 Las reinas
67 No te prives de la diversión
68 La mata y el arbusto
69 El perdón más dañino
70 El mar sanador
71 El comentario de Giovanni
72 La mirada femenina
73 Pendiendo de un hilo
74 Antes de partir
75 A bordo del expreso del viento
76 A paso lento va la caravana
77 Va llegando gente al baile
78 Solo
79 El beso
80 Flor del desprecio
81 Reconciliacion
82 Fruto del despecho
83 El tabú máximo
84 Desaparecido en acción
85 El nacimiento de un nuevo mal
86 Un testigo peligroso
87 La grieta
88 Decime que no es cierto
89 Sin velas ni timón
90 El accidente
91 La última reunión
92 No voy a extrañarlos
93 El impacto de una gota
94 El viajero apunta hacia el Oeste
95 Solo Ella
Capítulos

Updated 95 Episodes

1
El hombre ideal
2
Tan solo hace falta una chispa
3
El príncipe que no quiso ser rey
4
La verdad de Ema
5
En el limbo
6
Los dos ángeles del placer
7
La quinta
8
El peso de cada decisión
9
El verdugo de Arlo
10
Apogeo
11
Una princesa entre los gladiadores
12
La primera pretendiente
13
En la mira de la serpiente
14
Como agua y aceite
15
Herreros contra constructores
16
Postrado
17
El pabellón del segundo piso
18
Dos veces con la misma piedra
19
Elixir
20
La mujer de la daga
21
Tener el control
22
Las primeras señales
23
Falsos rumores
24
La puerta
25
Jaque Mate
26
La confesión de Kim
27
El sustituto
28
Convertido en lo que juraste destruir
29
El último hombre en la tierra
30
Oler el peligro y huir
31
Dispuesto a todo
32
Punto de partida
33
Un sueño hecho realidad
34
La prueba irrefutable
35
La guarida de investigación
36
Los puntos clave
37
La ley de la manzana en el plato
38
La manzana en la balanza
39
La manzana podrida
40
El reencuentro y las novedades
41
El papelito
42
Dejando entrar al enemigo
43
Un día para celebrar
44
Ni una sola gota
45
Dalias
46
El grupo de la muerte
47
Tiempo de revancha
48
Pies anclados
49
El detonante
50
El complot
51
El próximo gran evento
52
El carrito
53
Un arduo trabajo por delante
54
El del clima nunca acierta
55
Un pequeño detalle
56
Más allá de la reja
57
Entre tres olmos
58
La apuesta
59
Los cuatro días
60
Conexión y desconexión
61
Filo contra filo
62
El indicado
63
Paranoia
64
El peor verano
65
La semilla de la discordia
66
Las reinas
67
No te prives de la diversión
68
La mata y el arbusto
69
El perdón más dañino
70
El mar sanador
71
El comentario de Giovanni
72
La mirada femenina
73
Pendiendo de un hilo
74
Antes de partir
75
A bordo del expreso del viento
76
A paso lento va la caravana
77
Va llegando gente al baile
78
Solo
79
El beso
80
Flor del desprecio
81
Reconciliacion
82
Fruto del despecho
83
El tabú máximo
84
Desaparecido en acción
85
El nacimiento de un nuevo mal
86
Un testigo peligroso
87
La grieta
88
Decime que no es cierto
89
Sin velas ni timón
90
El accidente
91
La última reunión
92
No voy a extrañarlos
93
El impacto de una gota
94
El viajero apunta hacia el Oeste
95
Solo Ella

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