La quinta

Unos ladridos despertaron a Arlo. Se desperezó un poco molesto, desacostumbrado a tal barullo, pues no solía haber perros cerca de la zona del lago en la que vivían. A pesar de que el ruido duró un rato largo, no se levantó. Estaba muy cómodo en su cama, no sentía frío para nada, y eso que apenas estaba cubierto con dos frazadas. De lo que había soñado la noche anterior apenas tenía recuerdos. Sin levantarse de la cama, recorrió la habitación a oscuras con la mirada. Había algo raro. Sentía que la pieza era diferente. Pero no podía confirmarlo, pues todo estaba en penumbras y solo entraba un rayito de sol por la ranura de la persiana. Afuera parecía ya estar avanzada la mañana, así que era momento de levantarse.

Instintivamente, giró sobre sí y estiró su mano para abrazar a Ema, pero fue entonces que recordó la pelea de la noche anterior y que ella no había dormido en la cama esa noche. Aun así, no tuvo tiempo de entristecerse, la ausencia de Ema no era lo más raro de todo. Al estirar su mano, la chocó con una pared que estaba pegada a la cama.

_ ¿Qué? ¿Movimos la cama?

Creía que su cama se encontraba al centro de la habitación, lejos de las paredes, y no recordaba haberla cambiado de lugar. Aún dubitativo, volví a girar para bajar de la cama por el único lado posible, cuando algo lo hizo seguir pegado al colchón.

Fuera de la habitación, cuya puerta estaba cerrada, se oyó el alegre tarareo de un hombre. Instantáneamente Arlo se cubrió hasta la cabeza con sus frazadas y se mantuvo alerta. Alguien había entrado en su casa. Parecía ser joven y enérgico. De hecho, bastante enérgico, pues no solo tarareaba, si no que, por lo que podía percibir a Arlo desde su posición, se movía bastante, y al mismo tiempo, con excesiva tranquilidad, considerando que estaba en una casa que no era suya. Por eso mismo no podía ser un ladrón, pero entonces ¿quién era? No se escuchaba la voz de Ema, lo que podría significar que estaba dormida, o que no le incomodaba la presencia del hombre. Arlo buscó calmarse, pensando que podía tratarse de un amigo, o incluso de su hijo, que los visitaba nuevamente por sorpresa. Agudizó su oído, y esperó a que el hombre dejara de tararear y dijera algo en voz alta, para ver si lo identificaba. Pasaron unos cuantos segundos, pero finalmente habló.

_ ¿Y el pibito? ¿Sigue durmiendo, no? ¡Arriba che, que hay que laburar!!

En su voz se percibía un tono burlón, cómico. Pero a Arlo no le hacía gracia. Más bien lo llenaba de nostalgia. Quizás era porque recién se levantaba, pero, esa voz le recordaba demasiado a... Pero no podía ser, no había manera. Por la ranura de luz que entraba debajo de la puerta, Arlo vio que unos pies se paraban enfrente de esta. Nuevamente, quien estaba al otro lado habló, y Arlo prestó mucha atención.

_ Arriba wachito, dale que tenemos que aprovechar la mañana. Acá hay mate si querés.

Pero definitivamente no quería compañero, sino entender qué estaba pasando. Sus ojos se llenaron de lágrimas. No podía creerlo. El tono de voz, las palabras, el recurso discursivo cómico. Todo indicaba que quien estaba parado al otro lado de la puerta era un ser querido de su pasado. Por supuesto que era algo imposible, ya que esta persona llevaba años muerta. Y aún así, Arlo necesitaba averiguar si quién estaba llamándolo era, en efecto, él._ ¡Voy!_

Tras contestar, nuevamente notó una anomalía. Así como tenía la sensación de que la voz que lo llamaba pertenecía a alguien que ya no estaba, la voz que él mismo tenía le resultaba irreconocible. Era un poco más aguda de lo habitual, y había perdido la ronquera al completo.

Si bien su repentino cambio de voz era un tema a resolver, lo que ocupaba la atención de Arlo era ver quién estaba tras esa puerta. Se levantó y salió de la cama con una facilidad y ligereza en el movimiento que también lo tomó por sorpresa, de la misma forma que uno se descoloca al tomar un objeto del cual se esperaba cierto peso y termina siendo más liviano. Era extraño, porque por un lado, no paraba de encontrar rarezas en si mismo, pero aun así no podía decir que se sentía ajeno a ese cuerpo. No era lo habitual, pero tampoco era incorrecto.

Ya de pie, llevó sus pasos hacia la puerta, tanteando a cada momento para no golpearse con nada en la oscuridad vigente. Estaba muy cerca de alcanzar el picaporte, cuando sus pies tocaron un bulto que se movió con violencia y se sacudió justo frente a Arlo, provocando un ruido que lo dejó sin aire.

_ ¡Aaah! ¡bicho!_ Gritó mientras caía hacia atrás para perder el equilibrio.

Muerto de miedo, se preguntó qué clase de insecto gigante era el que acechaba en la oscuridad, cuando unos lengüetazos en su cara lo calmaron. Al entender que se trataba de un perro, lo acarició, se levantó, y nuevamente caminó hasta la salida del cuarto.

El día afuera debía ser hermoso, porque solo con abrir la puerta, que daba a un interior, Arlo se encontró con una luz cegadora. Tardó un instante en adaptar su vista, y una vez que vio con claridad, se llevó uno de los impactos más grandes de su vida. El ambiente donde se encontraba era un living, pero no cualquier living. Uno que conocía muy bien. Era largo y tenía puertas que daban a varias piezas. La cocina estaba integrada, la única pseudo división que tenía era un desayunador que la separaba del ambiente principal. De espaldas a Arlo, se encontraba sacando la pava del fuego el hombre que lo había llamado. Cuando se dio la vuelta, Arlo pudo ver por primera vez en muchos años la cara de su padre.

_ Buen día capo, ¿cómo dormiste?

Arlo no pudo responder. Sacó fuerzas para saludar con la mano, y lo observó. Se veía joven y fuerte. Tenía una gran barba, y estaba vestido con su clásico traje de trabajo, y calzado con sus viejos borcegos. De repente, recordó todo lo que había vivido la noche anterior. El sueño, la mujer sin rostro, Iñaki, Ema, el limbo, los ángeles. ¿Todo eso había ocurrido en serio? 

Ante la pasividad de Arlo, el hombre llamó a alguien que le daría un saludo de buenos días más entusiasta.

_ ¿Y el perrito? ¿Dónde está el perrito?

Desde la pieza a oscuras salió el perro con el cual Arlo había tropezado, que corrió con torpeza a los brazos de su dueño y lo saludó con cariño, llevando sus patas delanteras hacia el pecho del hombre. Al igual que la casa y quién la habitaba, ese perro también formaba parte de los recuerdos de Arlo. Irónicamente, aquel al que había confundido en el cuarto oscuro con un bicho, era simplemente su perro, llamado Bicho.

 Contemplar la escena de su padre jugando con Bicho volvió a cubrir sus ojos de lágrimas, por lo que decidió mirar hacia las paredes, en donde solo encontró más motivos para emocionarse. Todo lo que había allí, en la quinta familiar, era un bello recuerdo de su infancia y adolescencia. Rápidamente, su pensamiento lógico lo atacó y reimplantó en él  la sensación de que podía estar soñando. Corrió al baño para lavarse la cara, pero antes de poder abrir la canilla, en el espejo encontró la respuesta a por qué, desde que se había levantado, sentía su cuerpo tan distinto, pero a la vez tan cómodo. Frente a él, se encontraba un Arlo joven, igual a la foto que estaba en el estudio del Arlo anciano. Todo lo que había vivido desde la noche anterior hasta ese momento era el colmo del absurdo. Pero a la vez era tan real, que internamente Arlo se sentía estúpido por seguir negando lo concreto y tangible de los hechos.

Del baño salió disparado hacia su pieza, rechazó un mate que le cebaba su padre y abrió las persianas. Cuando el cuarto se iluminó, vio sobre la mesita de luz una pequeña radio. Para realizar la prueba de fuego, la tomó y la encendió:

"Y estos fueron los clásicos del momento, en radio El Milenio, dónde siempre escuchas la mejor música. Cuando faltan diez minutos para las once de la mañana de este cálido 27 de febrero, te compartimos la lista con las mejores canciones de este principio de año. Porque el 96 arrancó con todo, y vos lo vivís con nosotros."

Arlo estaba perplejo, miraba la radio como si estuviera maldita. Quiso pensar que todo se trataba de una broma. Una gran, elaborada y compleja broma. Pero muy en el fondo, supo que no era una posibilidad. El locutor había sido muy claro al respecto. Faltaban diez minutos para que fueran las once de la mañana del martes 27 de febrero de 1996. Uno de los años más importantes en la vida de Arlo. No había despertado en un día cualquiera. Era un día antes de comenzar su quinto año de secundaria. Un día antes de conocer a Ema.

Capítulos
1 El hombre ideal
2 Tan solo hace falta una chispa
3 El príncipe que no quiso ser rey
4 La verdad de Ema
5 En el limbo
6 Los dos ángeles del placer
7 La quinta
8 El peso de cada decisión
9 El verdugo de Arlo
10 Apogeo
11 Una princesa entre los gladiadores
12 La primera pretendiente
13 En la mira de la serpiente
14 Como agua y aceite
15 Herreros contra constructores
16 Postrado
17 El pabellón del segundo piso
18 Dos veces con la misma piedra
19 Elixir
20 La mujer de la daga
21 Tener el control
22 Las primeras señales
23 Falsos rumores
24 La puerta
25 Jaque Mate
26 La confesión de Kim
27 El sustituto
28 Convertido en lo que juraste destruir
29 El último hombre en la tierra
30 Oler el peligro y huir
31 Dispuesto a todo
32 Punto de partida
33 Un sueño hecho realidad
34 La prueba irrefutable
35 La guarida de investigación
36 Los puntos clave
37 La ley de la manzana en el plato
38 La manzana en la balanza
39 La manzana podrida
40 El reencuentro y las novedades
41 El papelito
42 Dejando entrar al enemigo
43 Un día para celebrar
44 Ni una sola gota
45 Dalias
46 El grupo de la muerte
47 Tiempo de revancha
48 Pies anclados
49 El detonante
50 El complot
51 El próximo gran evento
52 El carrito
53 Un arduo trabajo por delante
54 El del clima nunca acierta
55 Un pequeño detalle
56 Más allá de la reja
57 Entre tres olmos
58 La apuesta
59 Los cuatro días
60 Conexión y desconexión
61 Filo contra filo
62 El indicado
63 Paranoia
64 El peor verano
65 La semilla de la discordia
66 Las reinas
67 No te prives de la diversión
68 La mata y el arbusto
69 El perdón más dañino
70 El mar sanador
71 El comentario de Giovanni
72 La mirada femenina
73 Pendiendo de un hilo
74 Antes de partir
75 A bordo del expreso del viento
76 A paso lento va la caravana
77 Va llegando gente al baile
78 Solo
79 El beso
80 Flor del desprecio
81 Reconciliacion
82 Fruto del despecho
83 El tabú máximo
84 Desaparecido en acción
85 El nacimiento de un nuevo mal
86 Un testigo peligroso
87 La grieta
88 Decime que no es cierto
89 Sin velas ni timón
90 El accidente
91 La última reunión
92 No voy a extrañarlos
93 El impacto de una gota
94 El viajero apunta hacia el Oeste
95 Solo Ella
Capítulos

Updated 95 Episodes

1
El hombre ideal
2
Tan solo hace falta una chispa
3
El príncipe que no quiso ser rey
4
La verdad de Ema
5
En el limbo
6
Los dos ángeles del placer
7
La quinta
8
El peso de cada decisión
9
El verdugo de Arlo
10
Apogeo
11
Una princesa entre los gladiadores
12
La primera pretendiente
13
En la mira de la serpiente
14
Como agua y aceite
15
Herreros contra constructores
16
Postrado
17
El pabellón del segundo piso
18
Dos veces con la misma piedra
19
Elixir
20
La mujer de la daga
21
Tener el control
22
Las primeras señales
23
Falsos rumores
24
La puerta
25
Jaque Mate
26
La confesión de Kim
27
El sustituto
28
Convertido en lo que juraste destruir
29
El último hombre en la tierra
30
Oler el peligro y huir
31
Dispuesto a todo
32
Punto de partida
33
Un sueño hecho realidad
34
La prueba irrefutable
35
La guarida de investigación
36
Los puntos clave
37
La ley de la manzana en el plato
38
La manzana en la balanza
39
La manzana podrida
40
El reencuentro y las novedades
41
El papelito
42
Dejando entrar al enemigo
43
Un día para celebrar
44
Ni una sola gota
45
Dalias
46
El grupo de la muerte
47
Tiempo de revancha
48
Pies anclados
49
El detonante
50
El complot
51
El próximo gran evento
52
El carrito
53
Un arduo trabajo por delante
54
El del clima nunca acierta
55
Un pequeño detalle
56
Más allá de la reja
57
Entre tres olmos
58
La apuesta
59
Los cuatro días
60
Conexión y desconexión
61
Filo contra filo
62
El indicado
63
Paranoia
64
El peor verano
65
La semilla de la discordia
66
Las reinas
67
No te prives de la diversión
68
La mata y el arbusto
69
El perdón más dañino
70
El mar sanador
71
El comentario de Giovanni
72
La mirada femenina
73
Pendiendo de un hilo
74
Antes de partir
75
A bordo del expreso del viento
76
A paso lento va la caravana
77
Va llegando gente al baile
78
Solo
79
El beso
80
Flor del desprecio
81
Reconciliacion
82
Fruto del despecho
83
El tabú máximo
84
Desaparecido en acción
85
El nacimiento de un nuevo mal
86
Un testigo peligroso
87
La grieta
88
Decime que no es cierto
89
Sin velas ni timón
90
El accidente
91
La última reunión
92
No voy a extrañarlos
93
El impacto de una gota
94
El viajero apunta hacia el Oeste
95
Solo Ella

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