Las hermanas del reino del mar blanco estaban disgustadas, miraban a su padre con enojo.
-No es posible que no pretendas hacer nada padre. Es solo una niña, ha estado a tu cuidado. - Luana lloraba, estaba preocupada por su pequeña hermana, habían pasado muchas horas, la princesa ya debía estar allí, sus guardias o su sirviente, pero ninguno llegaba o aparecía.
Aria, por si parte, comenzó a expandir su poder, se escuchó un fuerte crujido, cómo él quiebre de un gran cristal.
Todos la miraban con asombro, su cola estaba de color negro, sus cabellos también habían cambiado de color.
-Somos tus hijas, no puedes dejar a mi pequeña hermana a Merced de no sabemos quién sabe. ¿O si padre? Tú sabes quién es, por eso nos hacías venir aquí. Nos arriesgaste. - Luana miro a su padre contrariada. - Ese hombre sabe que existimos, y tú nos has enviado una a una a este lugar. Si a mi hermana le pasa algo es tu responsabilidad, la venganza no sirve de nada, Madre me lo dijo, debemos aprender a vivir en armonía ellos y nosotros, y lo que tú pretendes no ayudará para nuestro futuro.
-El me la arrebato, la alejo de mí, mi corazón está roto.
-No importa que tan roto este, somos tus hijas. - Luana lo miraba con tristeza, el gran amor que sentía hacia su padre estaba desvaneciéndose, las había arriesgado una a una, y la pequeña e inexperta había sido la carnada. - Ve por ella, tú eres la única que la puede traer de vuelta.
El gran campo de fuerza se terminó de quebrar, y Ara salió disparada hacia la superficie.
Pudo sentir que su cola tocaba el fondo del mar, deseo poder caminar sobre la tierra y así fue, Aria, camino hasta la orilla de la playa, pudo ver a varios guardias con el emblema de su reino, también vio a su sirviente, su corazón se estrujó.
A lo lejos se escuchaban los gritos. Las personas estaba sorprendidas, la pequeña Kiara, estaba en un gran estanque de cristal, se podía ver su triste rostro. El gran coche que la transportaba tráquea con cada paso que daban los caballos.
Aria intento correr tras ellos, pero su cuerpo no estaba acostumbrado a sus poderes, solo pudo caminar, llegó a un establo donde un joven la miraba con interés.
-Jamás había visto a una joven tan hermosa, pero su vestimenta no es adecuada. Debe cubrirse señorita.
Aria no sabía de qué hablaba hasta que descubrió que estaba desnuda. No había tomado la precaución de cubrirse de forma adecuada.
-Necesito algo adecuado para cubrirme le pidió - pero fue más una orden que un pedido.
El joven se movió de forma mecánica y en pocos minutos llegó con ropas para Aria, ella se puso unos pantalones, botas y sombrero.
Cuando intento subir al caballo, varios guardias de su padre llegaron junto a ella.
-Su alteza, su padre y hermana pidieron que la acompañamos.- todos hicieron una reverencia.
-Si van a ir conmigo seguirán mis órdenes y no interferirán en mis decisiones. - Por ahora seguiremos ese carruaje, la vida de mi hermana está en riesgo.
-Así será su alteza. - Dijeron todos, pero uno hablo - Su hermana informo a los guardias del Rey Caspian, ellos vendrán a acompañarnos, debemos mantenernos cerca del mar.
La travesía comenzó, Aria y sus hombres seguían al carruaje desde cerca, pero no interferirán, necesitaban saber que paso seguir. No tenían idea de cuál sería el camino, así viajaron casi medio día, la noche se convirtió en día.
El carruaje pasó un enorme puente, que fue alejando a los jinetes de la orilla del mar, Aria sentía su cuerpo cansado y agotado.
-Su alteza, necesita volver al agua, debe sumergirse unos minutos, así recuperará fuerzas, el carruaje no puede alejarse del mar, se arriesgarían a perder a la princesa. Por favor descanse.
Aria estaba preocupada y agotada, se mantenía todo el tiempo concentrada en rescatar a su hermana. Pero debía recuperarse, si bien no sabía montar había hecho hasta lo imposible por soportar el dolor del viaje, sus extremidades ahora piernas estaba entumidas, su trasero y manos estaba hecho llagas, sentía una gran necesidad de volver al mar, así que haciendo caso a sus hombres, y eligiendo a dos vigías, la princesa se sumergió en las aguas, inmediatamente, su cola apareció, sus fuerzas se recobraron y la joya que Caspian le había regalado brillo, la princesa se quedó unos minutos para recobrar fuerzas.
Minutos después sintió que alguien tocaba su hombro.
-Aria, por favor Aria, regresa.
Ella abrió sus ojos y pudo ver a quien tenía casi un mes sin ver, Caspian estaba frente a ella. ¿La miraba con preocupación, amor, cariño, añoranza?
De todos esos sentimientos Aria solo deseaba poder decirle Gracias, pero sé percató que había pasado demasiado tiempo descansando.
-Debemos regresar, mis hombres han estado siguiéndolos, ese hombre no tiene buenas intenciones.
-Hace cuanto estaba en trance?
-Hace vamos una hora.
- Es mucho tiempo, ella está en peligro.
- No te preocupes, la rescataremos, traje hombres conmigo, y esto - el le tendió una pequeña botella - Esto te permitirá estar como humana mucho tiempo sin necesidad de agotar tu magia.
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