Después de salir de aquel trance, Aria veía a los ojos al hombre que la había salvado, Caspian tenía cortes en su dorso, al parecer el poder su poder le había hecho daño.
Ambos tenían sus pechos agitados, ella por el despertar y él por intentar salvarla.
Caspian la sostenía con fuerza, pues sentía que si la soltaba algo malo pasaría.
Pero, por el contrario, ella se dejó abrazar más de él, quería sentirse protegida. Sentía la necesidad de aquel abrazo al que ella se había negado anteriormente.
-Sabías lo que había pasado con mi familia? - pregunto ella.
- No, por más que investigue, mucha información ha sido secretamente cuidada por tu padre, nadie de seguridad se atreve a hablar del tema. Pero tengo mis dudas. Quieres contarme algo?.
-No, no estoy lista - Aria había empezado a llorar sin cesar, se sentía culpable, por ella su madre había muerto, Kiara no había compartido lo suficiente con ella, era solo una pequeña de cinco años cuando aquello había pasado, Luana había tenido que hacerse cargo de ellas y solo era una niña, y Sahory ella era la que más había sufrido. Su padre.
En su corazón la culpa la hizo sentir tan mal, que sus sentimientos comenzaron a crear caos alrededor, si bien todo había cambiado a un bello aspecto, el repentino cambio de humor de Aria hizo que los corales y anémonas se marchitaran, los animales que se habían acercado, huían despavoridos y el fondo había comenzado a temblar. Caspian sentía que si cuerpo ardía al contacto de Aria, y decidió verla por completo, su cola era de un rojo encendido como las llamas que había visto, en las chimeneas de la superficie.
El Rey Egeo apareció junto con su guardia, le pidió a Caspian que soltará a Aria y ella envés de desplomarse floto, el rey se acercó a ella y con su mano acaricio su frente. Con eso apaciguó el corazón de Aria junto a sus pensamientos, y ella se sumió en un largo sueño.
-Anla, cuídala, y tu muchacho vendrás conmigo.
-Su majestad, lo que ocurre con la princesa no es normal.
-Si deseas romper el compromiso por como es mi hija no me negaré. Es más estaré satisfecho.
-Jamás, me alejaré de ella, yo elegí a su hija como mi esposa y así será.
El Rey se enfureció, él sabía en parte las intenciones de Caspian, lo había visto husmeando por el palacio, el príncipe había estado haciendo preguntas sobre el por qué el despertar de su preciada hija se había retrasado, si bien Aria había sufrido un colapso cuando joven al haber visto morir a su madre. El Príncipe, tenía intenciones de usar a su hija. Y él no lo permitiría.
Sus hijas eran lo más preciado, y pese a las leyes de sus reinos, ellas habían elegido a sus parejas, Aria había sido la excepción, ella fue elegida por Caspian, de forma pública, y negarse era un insulto para los demás reinos y eso causaría una ruptura.
Pero el príncipe había hecho las cosas de otra forma, la había acorralado, hacía años que el vals no se escuchaba, las parejas se unían por elección, no por obligación.
De su pecho tomo el dije, ese era su tridente y su arma de protección y ataque, el objeto creció hasta quedar en la mano del rey a la perfección. Con él acorraló al príncipe y las puntas quedaron casi clavadas en su garganta.
-Te he dado la oportunidad de hacer las cosas bien, has estado hostigando a mi hija, las has acorralado y ahora que ella necesita aflorar sus sentimientos te entrometes.
-He protegido a su hija, quiero que sea mi esposa por qué así me lo dictan mis principios, y sí, admito que cuando supe que había un secreto sobre ella, la forma en la que logra darle vida al mar, me llamo la atención, estamos muriendo y es mi responsabilidad como Monarca cuidar a mi pueblo y a mis aliados. Su hija es valiosa para mí, y no es mi culpa lo que ha sucedido, he intentado estar con ella a costa de mi seguridad.
-No creas que lo que ha pasado será olvidado.
-No lo será su Majestad, la realeza del lago Azul nunca rompemos nuestra palabra, y siempre protegemos a los nuestros, Su hija será mi esposa a menos que ella decida que no sea así.
El rey se apresuró a llegar a los aposentos de Aria, Anla estaba cuidando de ella, la princesa yacía dormida sobre su cama.
Al príncipe Caspian se le prohibió el ingreso a aquella habitación, el Rey Egeo dio órdenes de que hasta la guardia puesta por él, debía abandonar su palacio, solo debían quedarse su vasallo, quien estaba al tanto de las necesidades primarias del Príncipe.
Para Caspian fue una humillación, pero no había marcha atrás, él tenía sentimientos hacia Aria y dar su brazo a torcer con lo que estaba sucediendo no era una opción.
Lo primordial para él era comprender que sucedía y si para dar un voto de confianza a la princesa debía contar su secreto. No seguiría retrasando la verdad.
Se retiró a su habitación, y espero a que todo aquello se calmara, no regresaría a su reino, primero debía hablar con su futura esposa. Si ella decidia que el compromiso continuará él pediria permiso a los ancianos para acelerar su boda.
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