XIII Reina

Ver a mi hermana en medio el salón con tan preciado regalo, me dio una inmensa alegría y melancolía, Anla será una excelente reina. Pero mi padre será solo mi padre. El viejo rey.

Los recuerdo de mi madre me invadieron, sentí una opresión en el pecho por lo que decidí abandonar el salón.

Recuerdos alegres y dolorosos se apoderaron de mí, mis ojos veían como danzaba con mi padre, cómo tomaba en brazos a Kiara. Cómo besaba la frente de Sahory, y como apretaba las mejillas de Anla, pero no me veía allí, no pude ver un recuerdo de ella abrazándome.

Después de esos recuerdos bellos y tristes, pude ver cómo el cielo se tornaba gris. Estábamos en la superficie cerca de unas rocas, tomando el sol, ella siempre le pedía a nuestro padre que nos dejara subir a la superficie, por qué no lo recordaba.

Una fuerte ráfaga golpeó mi rostro, se veía como nos estaban acorralando en unos grandes barcos, los que he visto a la distancia en mis emersiones, arrojaba mallas y mi padre las hacía pedazos a todas, mis hermanas y quiénes nos acompañaban comenzaron a huir, los sirvientes y guardias los ponían al resguardo, pero yo estaba allí, estática, no movía un músculo y sentí unas fuertes manos sujetarme. Mi madre nadó hacia mí, pude sentir como mi cuerpo está en el aire. Ella lanzó una gran ráfaga de aire y caí al mar, después todo se iluminó, cuando volví a abrir los ojos, esos barcos estaban destrozados. Mi padre sostenía a mi madre entre sus brazos y de su pecho salió una enorme vara. Cuando llegue junto a mi madre ella tocó mi rostro y sentí algo extraño en mí, pero no alcance a decir una sola palabra, los guardias llegaron allí y nos alejaron del lugar y el peligro.

A lo lejos logré ver cómo el cielo se iluminó y después se volvió inmensamente oscuro.

Sentí que mi cuerpo se desvanecía, sabía que en cualquier momento el lecho marino me recibiría, cosa que nunca pasó, unos fuertes brazos me tomaron, no alcance a escuchar sus palabras, pero la volví a ver a ella. Tomaba mi mano con la suya y trazaba círculos en ella, después dibuja a corazones que se volvían una gran burbuja marina, trenzaba mi cabello mientras cantaba. Sentí que algo caliente salía de mis ojos y un nudo enorme en mi garganta.

¿Por qué no recordaba esto, porque? Que sucede conmigo.

-Hija te sientes bien? - escuchaba la voz gruesa de un hombre. -Aria, mi niña, te sientes bien?.

-Papá -Dije con ese nudo en la garganta - Oh, padre, la he visto - Las lágrimas abandonaban mis ojos - la extraño padre, mucho- Dije sollozando. Ella había perdido la vida por mi culpa.

-Mi corazón, ustedes son el regalo más hermoso que tu bella madre me ha dado, hoy tu hermana se casó pero se quedará conmigo, pero ustedes se irán, vivirán en sus reinos y yo solo deseo volver a verla, tenerla conmigo.

-Papá, prometo quedarme aquí, jamás me iré de tu lado, lo prometo. -Sentía una enorme culpa, por mí ella falleció, por cuidarme, si me hubiese ido como las demás, por qué me quedé allí

-Jamás, deseo estar rodeados de hermosos nietos, visitaré cada reino y los acompañaré. Todas mis hijas serán unas hermosas reinas y unas grandes gobernantes.

-Oh padre, yo me siento muy triste, por mí, por mí, mi madre no está con nosotros.

-No es tu culpa pequeña - Su mano acaricio mi cabeza - tu madre era una sirena terca y caprichosa, le gustaba subir a la superficie y ver el sol, le encantaba ver a los animales que vuelan, solo eras una pequeña que no sabía cómo actuar, todo lo que nosotros podamos hacer para cuidarlos será hecho, jamás permitiremos que algo malo les suceda.

-¿Mi madre está viva?

- Tu madre vive aquí -señalo su corazón y después me mostró su tatuaje de unión, este tenía un brillo suave, no estaba oscuro pero tampoco brillaba como el de Anla hace unos minutos. -Ella me dio un hermoso regalo, así como a cada una de ustedes, ahora vamos, que tú hermana está celebrando su boda.

Cuando salimos de mi habitación Caspian estaba en la puerta, me veía preocupado, pero yo estaba enojada. Me sentía atosigada por él, no comprendo por qué tanta protección, estamos en el reino de mi padre, no es posible que tantos hombres de su guardia estén cuidándome a cada paso, a veces creo que enloqueció.