Capitulo 7

Estoy en mi habitación, relajada, haciendo mi amuleto. Y pues, si ya he adelantado mucho, solo espero que esté frío para poder pulirlo y ver el resultado final. Para ser mi primera vez, y a simple vista, me siento satisfecha y orgullosa de lo que he hecho.

Así se ve, lo hice sencillo porque me representa, aparte de que no es algo para lucir. Todo amuleto o talismán debe estar guardado a la vista de los demás, las envidias, los celos son cosas que dañan y mucho. Ya una vez listo, voy a buscar las cosas para cargarlo de energía positiva: busco la sal gruesa o sal marina, mi agua bendita, la vela blanca, un plato y su debida oración.

Bajo las escaleras y no me fijo dónde piso y ruedo por ellas. Escucho el grito de mi abuela y todo se pone negro. Pero antes de que la oscuridad me nuble, veo tras mi abuela una sombra negra y éste sonríe. Debo ser fuerte, pero no caigo desmayada y pierdo el conocimiento. Me despierto y Dios, ¡qué dolor tan grande de cabeza tengo! ¡Qué horrible! Siento que me va a explotar. Me siento y aquí está mi mami Solmar. Ella se percata y me dice que me acueste y solo menea la cabeza. Y aquí empieza: "Xanandrax, ¿cuántas veces te he dicho que no corras en las escaleras? Gracias a Dios que el plato no se partió. ¿Te imaginas que se hubiera partido y se te hubiera clavado en algún sitio? Ay, niña, ¿qué pensabas?" Yo agacho la mirada y solo logro contestar: "Mami, disculpa. Solo estaba emocionada. Quería mostrarles mi amuleto y de una vez prepararlo para poderlo usar. Disculpa".

Ella me abraza y me dice que no es necesario correr, que siempre estarán para observarme y orientarme en las cosas que quiero hacer. Me dice que me quede acostada y que traerá mi cena para que reponga energía. Una vez que ella sale, siento el ambiente extraño, siento el aire pesado como si me costara respirar y no sé por qué. Aquí llega ella y trae una sopa que, Dios, es para morir en la gloria. Me la termino toda y pido un poco más. Su comida es la mejor. Bueno, la comida de nuestras madres es la más rica y exquisita. Vuelve y me tomo mi segundo plato, pero no sé, me siento cansada, con sueño. ¿Será el golpe? No creo. Mmm, ella se retira y me dice que duerma, que tal vez la caída me está afectando, que como me golpeé la cabeza puede ser eso, y cierra la puerta. Pero ¿qué me pasa otra vez? Siento esa asfixia en mi pecho, me siento trancada, como si me costara respirar. Trato de calmarme y me arrecuesto mejor, trato de dormir. Creo que estoy paranoica después del susto, capaz.

A la mañana siguiente...

Me levanto por la luz que pega en mi cara. Siento que no dormí casi nada anoche. Sentía muchas voces hablándome y me despertaba porque escuchaba a mi mamá o a mi abuela. También escuché la voz de mi tonto hermano pidiendo que me despertara. ¡Qué noche tan agitada! No sé qué pasó, pero me despertaba asustada. Con decirles que caminé a los cuartos de mi mami y de mi hermano para ver que estuvieran bien. Mejor me preparo. Hoy es domingo y quiero salir a caminar, despejarme un poco, visitar a mis amigos los muertos y tal vez también a los vivos.

Una vez que desayuné y preparé una mini merienda para no aguantar hambre, voy camino al cementerio. Quiero paz y qué más que tierra santa para que me la brinde. Llego a la entrada y no entiendo lo que veo. El cementerio está atestado de sombras y hay muchas almas tristes vagando. ¿Sería el golpe que agudizó mi vista y ahora veo más allá de simples apariciones? ¿Será que puedo ver esas almas que penan por la tierra en búsqueda de luz? Camino entre ellos, pero sin mirarlos. No quiero que se me acerquen. Al estar caminando, veo a lo lejos un entierro.

Pero hay una persona parada, bueno, un adolescente. Es guapo. Me acerco a él. No le quita la vista al funeral y puede más mi curiosidad que cualquier cosa. - Hola, ¿eres tú a quien entierran? - Él voltea a verme y ve a cada lado como tratando de explicar el porqué hice esa pregunta. Me observa fijamente y puedo notar que sus ojos son rojos como la sangre. Eso me aterra un poco. Quiere decir que murió por una posesión demoníaca. Vuelve su vista al frente y responde fríamente: - Sí, soy yo al que entierran. Si esos entrometidos no hubiesen metido sus narices, tendría lo que pedí. Todo iba de acuerdo al plan, hasta que el imbécil de mi amigo empezó a gritar que había muerto. El ritual no se pudo terminar, por lo que mi alma ahora quedará vagando. Lo único bueno es que ese imbécil va a pagar por lo que me hizo y una vez lo acabe, podré irme. - Me voltea a mirar y con esa mirada que hipnotiza dice: - Espero que no metas tus narices en esto, niña traviesa. - Allí acaricia mi cabeza y desaparece.

Mi corazón se ha acelerado, no sé por qué, y mis mejillas se han puesto tan rojas. Yo nunca me he puesto así por la cercanía de un chico, y menos con uno que ya está muerto. Pero ¿por qué sentí esa emoción? ¿Por qué siento mi corazón latir tan rápido? Volteo hacia el funeral y voy a acercarme, pero cuando estoy llegando, las palabras de su amigo me congelan la sangre: "Pensaste que dejarías que te salieras con las tuyas. No esta vez, no. Estaba cansado de verte triunfar, y yo, a tu sombra, no ya no más. Ahora yo seré el centro de atención. Lo siento 'AMIGO', pero tu tiempo se acabó jajajajaj". Y yo me quedo inmóvil. De verdad hay amigos que pueden llevarte a la muerte por envidia. No, no puedo seguir aquí parada. Salí corriendo a la tumba de mi buen amigo Cipriano. Allí me calmaré y pensaré por qué me afecta lo que le pasó a ese chico.

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