Capítulo 17: ¡Haz conmigo lo que quieras!

...-----Narra Dana-----...

Estoy en la fiesta, con todos mis compañeros y los demás graduados de la secundaria Langley. La música está muy alta y no estoy acostumbrada a este ambiente. Tengo mucho calor y decido salir un momento para tomar aire fresco. Pero ahora, ¿cómo le digo a Isabella que me siento fatigada? Sé que ella no me dejará salir sola. No importa, se lo diré con sinceridad.

— Isa, necesito hablar contigo. —Le grito, tomándola del brazo.

—Disfruta, Dana, baila, goza, no es común que estemos en fiestas como ésta. —Dice mi amiga muy cerca de mi oreja.

—No es común para mí pero si para ti. Amiga, voy a salir un momento. Tengo mucho calor y me siento fatigada por el ruido. — Le explico en voz baja.

—¡Qué aburrida eres! Pero está bien, no tardes, por favor. —Exclama ella haciendo mala cara.

—Voy a esperar a James afuera y después iremos a caminar. — Digo con fuerza, tratando de hacerme entender sobre el sonido de la música.

—Ten cuidado y escríbeme en cualquier momento. Yo estaré pendiente del teléfono. —Dice Isa muy cerca de mí.

Me despido de mi amiga y trato de salir de la fiesta. La cantidad de personas presentes dificulta mi salida, así que comienzo a empujar. Pero no logro salir, por lo que saco mi teléfono de la cartera para ver si James llegó.

Encuentro un mensaje suyo, lo reviso y me avisa que nos vemos en el muelle. Guardo mi teléfono y vuelvo a empujar con más fuerza. Estoy muy emocionada, me alegra que mi novio esté aquí, no me gusta sentirme sola. Este lugar es muy diferente para mí y no me gustan las fiestas. Prefiero la tranquilidad y la paz de la naturaleza en lugar de estar en un sitio con mucha gente y tanto ruido.

Logré salir de la fiesta después de dar varios empujones, y finalmente respiré aire fresco. Le pregunté a un vigilante de seguridad que estaba afuera de la fiesta: "¿Dónde queda el muelle?" y él me explicó detalladamente cómo llegar.

Sigo el camino que el vigilante me mostró, pero no logro llegar al muelle. Empiezo a mirar a los lados, necesito encontrar a alguien para preguntarle cómo llegar, pero no hay nadie por aquí. ¿Y ahora qué hago? Voy a escribirle a James y a decirle que estoy perdida. Me siento en una banca para descansar de la caminata. Antes de sacar el teléfono de mi cartera, tomo aire y comienzo a respirar. Pero siento que alguien está detrás de mí. Me asusto mucho, y más cuando esa persona tapa mis ojos. Pego un grito.

—Por favor, no me haga nada —suplico, levantando mis manos por si me van a robar.

—Adivina quién soy. —Habla una voz ronca mientras bajo mis manos y me levanto de la banca.

— James, eres un estúpido, de verdad me asustaste. —Expreso enojada, cruzando mis brazos.

Él me abraza y yo le correspondo. Nos besamos lentamente, qué rico se siente. Nos separamos solo porque nos falta el aire. Él me da besos en la cara, luego en el cuello. Se siente también, me gusta y mucho. Una sonrisa sale de mis labios y él nota mi sonrisa.

—¿Te gustan mis besos? —Me pregunta con picardía.

—No sé, si me das otro, te digo cómo besas. —Contesto mirando sus ojos verdes.

— Si insistes. —Toma mi cabeza con sus manos y agarra mi labio inferior con sus dientes suavemente, acaricia mi espalda profundizando nuestro beso y nuestras lenguas danzan en compás. Un escalofrío recorre mi cuerpo. Me separo de él.

—¿Te sucede algo? Si no te gusta, solo dímelo. —Dice con amabilidad.

—No, no eso, es que sentí que me faltaba el aire. —Digo cruzando mis manos por su cuello.

—Te tengo un regalo, pero debes ir con los ojos vendados. —Comenta James con una sonrisa enorme.

—Pero me da miedo caerme. —Digo con cobardía.

—Solamente confía en mí, jamás dejaría que te suceda algo. Tú eres lo más bonito que me ha pasado en la vida. —Dice James, besando mi mano.

—No me digas esas cosas, terminaré por creerte. —Confieso con un gran suspiro.

—Debes creerlo, yo quiero que seas mi esposa y pasar toda mi vida a tu lado —dice James, entrelazando su mano en la mía.

—Está bien, te creo, haz conmigo lo que quieras, pero que no sea nada malo, por favor.

—Tranquila mi amor, te prometo que te va a gustar —dice James sacando un pañuelo negro de su bolsillo. Luego me venda los ojos. Me gusta el misterio, pero también me da miedo.

Se siente tan incómodo caminar sin ver hacia dónde vas. Él toma mi mano y me lleva hacia no sé donde. Después de varios minutos caminando siento una brisa fresca. Él me levanta y me monta en algo que se mueve. Yo pego un grito.

—Hey ¿qué haces? Estás loco.

—Sí, estoy loco, pero de amor por ti —responde él dándome un beso.

Sus palabras me hacen reír. Él quita la venda de mis ojos. Lo que veo me enamora más de James. Este es el mejor regalo que he recibido. Me encanta el mar y de noche es más bello.

Hay una gran luna llena, esto es perfecto. Sus mensajes y llamadas cada día me enamoraban más de él, pero este detalle terminó por convencerme de que James es la persona con quien quiero estar, hasta llegar a viejitos.

—Te gustaría entrar al yate —pregunta con cariño.

—Sí, claro, me gustaría dar un recorrido —contesto con una sonrisa coqueta.

—¡Ven, vamos! —exclama James.

Yo tomo su mano y entramos juntos al yate. Aquí todo es hermoso y elegante. Estoy fascinada con todo lo que veo. Es pequeño pero bonito. Vamos directo a unos muebles. Él me invita a sentarme y luego toma una botella de vino, saca el corcho y me sirve una copa.

—Te gusta el vino, fue lo mejor que compré para ti —declara él, sirviendo la bebida en una copa.

—Nunca he tomado licor, pero déjame probar y te diré cómo sabe —Declaro, aceptando la copa.

—Es un vino tinto de 1988. Sabes que cuanto más viejo, más sabroso se pone —anuncia con una encantadora sonrisa.

Nos reímos por lo que acaba de decir. Pruebo el vino y no sabe mal, está muy bueno. Seguimos hablando y riendo, y sigo tomando vino. Está riquísimo, sabe a fresa. No sé cuántas copas he tomado, tengo la vejiga muy llena.

—James, necesito ir al baño. ¿Puedes mostrarme dónde queda? —murmuro tímidamente, viendo mis zapatos.

—Sí, ven, es por aquí —me levanto y me mareo. Me voy hacia adelante con velocidad y James me agarra por la cintura. Si no hubiera estado pendiente, me habría dado tremendo golpe en la cabeza.

Caigo en sus brazos y él me besa. Ummm, qué rico el sabor de sus labios me enloquece, saben a fresa. Me imagino que por el vino. Pongo mi mano en su pecho y me separo lentamente.

—Casi te caes. ¿Estás bien? —balbucea James, viendo mis labios.

—Muy bien, gracias a ti. Pero, ¿qué hace tu gemelo aquí? —indago tocando a alguien que al final no era nadie. Jajajaja, sino James.

—Jajajaja, estás borracha —ríe él a carcajadas.

—No vale para nada. Muéstrame dónde está. Es urgente. No aguanto —insisto con seriedad. Trato de alejarlo, pero él no lo permite.

No aguanto. Estoy a punto de orinarme encima. Él me lleva de la mano. Estoy muy mareada, pero confío en él. Me trata como una niña. Es tan delicado conmigo, y eso me gusta y mucho. Entro al baño, cierro la puerta, me bajo el panti de Bob Esponja. ¡Qué rico! Por fin logro orinar.

Salgo del baño y al abrir la puerta está James afuera. Pierdo el equilibrio y vuelvo a caer en los brazos de él. Ni corto ni perezoso, me recibe en sus brazos.

—Te amo muchísimo, Dana —vuelve a darme un beso y muerde la punta de mi oreja.

—Yo también. — Nos besamos con intensidad. Él me carga y me lleva a una cama. No logro distinguir nada, estoy muy mareada. Me está trayendo aquí para que descanse. Yo confío en él.

Él se acerca a mí y empieza a besarme salvajemente. Se aleja y me quita las sandalias, luego sube y vuelve a besarme. Me acaricia, pero debo parar esto porque me da mucho miedo. Trato de separarnos, pero no logro hacerlo. Está encima de mí y no deseo esto. Lo amo, pero se está aprovechando de mí.

—Por favor, suéltame —grito con fuerza.

—Debes cooperar conmigo, te deseo tanto, vamos a ser esposos, tranquila. —dice con lujuria.

—Es verdad, pero no quiero que mi primera vez sea así. Quiero estar casada contigo antes de dar este paso. —digo con tristeza y a punto de llorar.

Él no dice nada, baja sus manos por mi cintura y acaricia mi cuerpo. Luego mete sus manos por mi vestido, jala con brusquedad mi ropa interior. Tengo miedo y empiezo a llorar. Él me voltea y ve mi espalda, baja mi cierre y me empuja con fuerza a la cama. Luego saca mi vestido y desabrocha mi sostén.

—Por favor no hagas esto, si lo haces no voy a ser tu esposa. Déjame —grito con mi cabeza pegada a la cama.

Pero él está ciego del deseo, no me escucha ni cambia de parecer. Tengo pánico y no entiendo por qué me está haciendo esto.

Me vuelve a voltear con fuerza. Él ve mis senos y los acaricia. Yo trato de golpearlo, pero es muy fuerte. Sostiene mis manos con una de las suyas y sigue manoseando mi cuerpo.

—Quédate quieta, esto te va a gustar. —dice quitándose la ropa.

La vergüenza me mata y trato de taparme. Él se lanza encima de mí y trato de empujarlo, pero él abre mis piernas con sus rodillas. Su verga me mira, es grande, tengo miedo.

Empieza a besarme provocando cosquillas en mi zona. Lo odio por eso, debería darme asco.

Siento su miembro en mi lugar prohibido. Empuja con fuerza, duele y mucho, arde, grito, pero él sigue invistiéndome con fuerza. Sus movimientos son muy agresivos, me está destruyendo por dentro.

—Para, me duele. —Chillo con lágrimas en mis ojos. Las manos son atadas por una de sus manos, mientras con la otra me jala los cabellos y pellizca mis pezones.

—Ummm, ¡qué rico! —Dice él con jadeos.

—Te odio, desgraciado. —Escupo con rabia y dolor en mi cuerpo y en mi corazón.

—Eres tan estrecha, ¡qué delicia! —Él agarra mis senos, los chupa y muerde. Mi cuerpo no aguanta más, siento que está profundizando más en mí, no siento placer sino dolor.

Se clava en mí muy fuerte, y se desploma encima mío todo sudado. Yo no aguanto más, tengo náuseas, asco y mucho dolor. Cierro mis ojos y caigo en un profundo sueño.

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