Amor En Plena Guerra
...----------Narra Yuni--------...
Hoy es un día muy especial, mi niña Dana está cumpliendo 8 años. Hace 9 años que me enamoré del papá de Dana, él era el tipo de hombre que para tener lo que quiere miente, engaña y traiciona a mujeres como yo, que creemos que el amor es un cuento de hadas.
*Yuni, mamá de Dana*
—Mami, ¿qué piensas? —Mi hija me hace volver en sí.
—Pienso en ti, mi cielo, en lo maravillosa y extraordinaria que eres. Vamos, ya falta poco para llegar.
Trabajo como interna en una mansión de unas personas muy importantes, es un ministro de este país. Vivo en China, en la provincia Fujian, en la ciudad de Xiamen, en el distrito de Huli. Llevo 3 años trabajando aquí, soy una empleada doméstica, hago de todo un poco.
Mis patrones son excelentes personas, siempre me han pagado por mis servicios, al menos he contado con esa suerte, ya que muchas de mis conocidas no les pagan y las tratan muy mal, y soportan todo, solo por la comida y por tener un lugar donde vivir.
Gracias a que una amiga me recomendó, estoy aquí en este trabajo, no ha sido fácil, es mucho lo que hago, pero con tal de darle lo mejor a mi hija, aguanto lo que sea.
Llegamos a la inmensa mansión y como siempre entramos por la puerta de servicio en silencio, directo para nuestro cuarto, ya que por delante se nos tiene prohibido hacerlo. Hoy el día estará peor de lo común, hay visitas.
Hay dos limusinas, una blanca y una negra y en la puerta de la mansión están dos hombres vestidos de negro, parecen ser americanos, lo más probable es que estén aquí, para hacer negocios con mi patrón, el señor Feng Wáng. Hoy era mi día libre, pero según lo que veo me tocará trabajar.
Mi hija abre la puerta del cuarto, está molesta, piensa que me olvidé de su cumpleaños.
—Hija, cuéntame, ¿Cómo te fue en el colegio?
—Muy bien mami, —responde mi niña muy seria y pensativa.
Me encanta verla así, se le arruga la frente. Se ve tan linda, la cara se le pone roja. Me río.
—¡Mami! ¿De qué te ríes?, —pregunta con sus bracitos cruzados.
—Me río de ti, me encanta ver esa carita tan cómica que haces cuando estás molesta —le digo, apretando sus cachetes—. Mi flor, mira lo que te traje. —Agrego, sacando de mi nevera una pequeña caja blanca con una cinta roja—. —¡Feliz cumpleaños!—.
—Mami, mami, mami, muchas gracias, no se te olvidó, te amo, eres la mejor. ¡Qué rico es una torta de chocolate y fresas! Me gusta mucho tu regalo, mamita. —dice mi niña saltando como una cabra loca.
Me abraza fuerte y le doy un beso en la frente, tan bella mi flor, ¡Cómo ha crecido! Se me salen unas lágrimas de alegría.
—Yo lo sé, princesa, a mí también me encanta comer este pastel, es mi favorito. Mi flor, mira también esto. Ábrelo. —Le digo.
—¡Wuaooo, me encanta! Gracias mami. Ahora te amo mucho más. —Sonríe mi flor de forma pícara al ver su regalo—.
—¿Me amas más, solo porque te regalo esto? ¡Si eres interesada! — Me expreso con una gran sonrisa.
Le traje un collar de corazón que se abre por la mitad. En un lado tiene una foto mía y en la otra de mi hija, es hermoso.
—¿Te lo pongo? —Le pregunto.
—Sí, mami.
—Te queda hermoso, bueno, vamos a cantar.
—¡¡Claro, mamita!! —Exclama muy contenta.
Tocan a la puerta, es mi jefa.
—Señora Xiao, dígame ¿qué desea? —Pregunto.
—Hay alguien que quiere conversar contigo. Vamos, sígueme. —Ordena ella.
—Deme 5 minutos, por favor es para cantarle el cumpleaños a mi niña, por favor —Expreso con una media sonrisa—.
—No. Es muy importante que vengas y es para ya. De verdad que lo lamento mucho. —Contesta un poco preocupada—. Está bien. —Concluyo bajando la cabeza en señal de respeto—.
Tengo muchas ganas de quedarme con mi niña, es su día, porque siempre debo obedecer y elegir el trabajo antes que a mi flor. Claro, a veces se me olvida que la necesidad me lleva a hacer grandes sacrificios, por ese motivo, es que me aguanto todo esto.
—Princesa, ya vengo, perdóname por no cantarte cumpleaños ahorita, pero se presentó una emergencia, te prometo que apenas termine con este problema, vengo y te canto cumpleaños, y juntas nos comemos todo el pastel. ¿Te parece bien? —Le deposito un fuerte beso en la frente y le doy un gran abrazo.
—Está bien mamita, te espero, pero no te tardes mucho.
Le digo a mi niña que se quede en el cuarto y cierro la puerta. Mi corazón palpita tan fuerte que creo que la señora Xiao lo escucha, no dejo de pensar en las palabras de mi jefa. No sé qué pasa. ¿Qué fue lo que hice? ¿Por qué ella lo lamenta? ¿Qué será lo que lamenta? Seguro son cosas mías.
Al llegar a la sala de estar, veo a 3 hombres, no los distingo muy bien, me acerco un poco más, para mi sorpresa es Jacob, el padre de Dana, mi hija. Él es un hombre alto de 1.80, rellenito, ojos azules, cabello liso castaño. Cuando me ve, levanta sus cejas un poco gruesas y con una mirada de pocos amigos se acerca a mí, él recorre mi cuerpo con esa mirada, que me pone los pelos de punta.
—Hola, Yuni. ¿Te acuerdas de mí? Tanto tiempo sin verte. Vengo por mi hija. —
—¡¡Quéeee!! —Exclamé poniendo mis manos en mi boca—.
Mis manos están temblando, mi corazón se acelera muchísimo. ¿Qué hace él aquí? ¿Qué hago? Dios mío, ¡ayúdame!
—Tú estás loco, —le respondo. —En el momento en que me abandonaste, Dana, dejó de ser tu hija, ¿se te olvidó? Estaba sola por tu culpa, y la mía por creer en tus mentiras. Me dejaste embarazada y desamparada, no vengas ahora a buscarla. —Agregué con lágrimas en mis ojos—.
—No te estoy pidiendo permiso Yuni, el pasado está pisado, me interesa, es el presente, ella es mi presente, es mi hija, me la llevo y punto. —Declara Jacob—. Ya tengo todo arreglado para llevármela, hablé con un abogado y me han entregado la custodia de la niña. Fíjate, aquí están la copia de los papeles. —Añade Jacob, lanzando los documentos a la mesa—.
—Seguro que le diste una gran cantidad de dinero. Ella no tiene tu apellido, no tienes ningún derecho de llevártela. —Alego.
Tomo los papeles y leo lo que dice.
Después de varios minutos termino de leer los documentos. ¡Es cierto! ¿Y ahora qué hago? Trato de pensar y buscar alguna solución, pero muy dentro de mí, sé que no voy a poder salir de esta, me metí con un hombre muy poderoso y ahora estás son las consecuencias.
—Como tu misma lo dices, una gran cantidad de dinero puede lograr lo que sea. —Confiesa con una sonrisa de satisfacción y señalando los papeles que tengo en mis manos.
Siento mis piernas, tambalearse, no puedo creer que me esté pasando esto, ¿qué puedo hacer yo?, ¡sin mi hija no soy nada! Ella es todo para mí, ella es mi vida. ¿Qué hago?
—¿Qué pasa aquí, mamá? —Intervino mi niña, sus ojos están más grande de lo normal, está muy asustada—. Ella sabe que algo malo está pasando.
—Hija, no te preocupes, ve a tu cuarto, —le ordeno, me acerco a ella, le doy un beso en la frente para calmarla y le hago señas con la mano para que se retire a su cuarto—.
—Entonces no vas a cooperar, —exclama Jacob—. Me la llevaré por las malas; Agarren y lleven a la niña a la limusina. —Ordena Jacob a sus hombres—.
Volteo mi mirada a la señora Xiao para ver si hace algo, y me ayuda. Pero no es así. Lo único que hace es alejar su mirada de mí. Con fuerzas, grito que la suelten.
—¡No puedes hacerme esto! ¡Por favor! —Suplico a Jacob—. Pero no dice nada y se retira dejándome una vez más, pero esta vez sola, sin mi niña, mi tesoro más grande me lo han quitado.
Mi hija grita, pidiendo que la ayude.
—¡Mamá, no me dejes ir! ¡Por favor, mamá! ¡¡Ayúdame!!
Salgo corriendo con todas mis fuerzas. No dejaré que se lleven a mi niña. Debo pelear con uñas y dientes. Solo falta un metro para llegar a dónde está ella, pero cuando me falta tan poco para llegar a la limusina, alguien me da un fuerte golpe en la nuca, que me hace perder el conocimiento.
*Dana*
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