Capítulo 13: Ángel

...-----Narra Dana-----...

Abro mis ojos lentamente y me encuentro en una cama grande, con sábanas blancas y paredes del mismo color. Estoy llena de arena y muy mojada. Hay muchos retratos de personas en las paredes, pero fijo mi mirada en una en particular. Me llama mucho la atención una niña con cabellos ondulados y el color de cabello como la miel. Sus ojos son verdes como la aceituna. Es muy hermosa. 

—Hola —digo con fuerza, pero nadie me responde—. ¿Hay alguien ahí? —Pregunto. En ese instante, noto que alguien abre la puerta. Lo bueno es que la luz de la habitación está prendida y puedo ver claramente a la persona que entra a la habitación. 

—¡Hola, princesa! Qué bueno que te despertaste. ¿Cómo te sientes? Mi nombre es Ángel. Soy pescador. Te encontré dormida en la arena. ¿Qué hacías allí? ¿Sabes, que corrías mucho peligro? El mar estaba a punto de alcanzar su altura máxima. Podrías haber muerto ahogada. ¿Qué hacías ahí? —Pregunta un señor moreno alto, cabellos blancos. El camina un poco manco y su tono denota preocupación.

—La esposa de mi papá me dejó sola. Me trajo a pasear por el mar, porque a mí me encanta, pero de momento a otro se fue a buscar el almuerzo y nunca regresó por mí. —Respondo con pena y con voz triste—. No comprendo ¿por qué me hizo esto? Yo nunca le he hecho nada malo. —Concluyo un poco desconcertada, por no entender, por qué está señora actuó de esta manera.

—Princesita, no solo a ti te pasan cosas malas. Nacemos para sufrir, pero todo depende de nosotros, de la actitud que tomamos ante las cosas que nos pasan. —Comenta el hombre con canas, dándome una sonrisa—. Déjame contarte hace dos semanas, me fui con mi hija al mar a pescar en la noche, así como iba a hacer el día de hoy cuando te encontré, pero ese día llovió muy fuerte y la barca se hundió. Mi hija murió ahogada, y yo que soy un buen nadador, no pude salvarle la vida. —Continúa hablando y unas lágrimas se asomaron por sus ojos. 

—¡Oh,qué tristeza! Lo lamento mucho y ¿Cuántos años tenía su hija? — Pregunto con tristeza.

—Tan solo tenía 10 años. Y su nombre era Angelina, pero por cariño la llamaba Lina. — Responde el señor Ángel, caminando hacia la foto de su hija, y tocando el retrato con sus dedos.

—De verdad que me da mucha tristeza, señor Ángel. ¿Tiene esposa o está solo en la vida? — Pregunto con un gran suspiro lleno de tristeza.

—Estoy solo en la vida. Mi esposa murió al dar a luz a Angelina, eres muy directa y sincera, me recuerdas a mi hermosa hija. 

*Ángel*

—Lo lamento mucho de verdad, yo pensé que solo a mí me pasaban cosas malas.

—Pues no princesita, todos sufrimos de una u otra manera. Te calenté un poquito de agua para que te bañes, no tengo regadera, pero te puse un balde con agua tibia y aquí tienes una ropa de mi hija para que te la coloques, lo más probable es que te quede grande, pero es lo único que tengo para ofrecerte, debes darte prisa porque se va a enfriar el agua. — Dice él ayudándome a bajarme de la cama.

—Muchas gracias, señor Ángel, mi nombre es Dana. Me podría decir, por favor, ¿dónde está el baño? — Pregunto ya con los pies en el suelo. 

—Sí, princesa, el baño es aquí y aquí tienes una toalla, jabón y champú, siéntete como en tu casa. —Concluye el señor canoso saliendo de la habitación.

El baño estaba en la misma habitación, parece que la habitación es de él, porque hay puras cosas de hombre bueno aparte de lo que me trajo de su hija. Entró al baño y me baño con agua tibia, me quitó todo este poco de arena que tengo encima y me coloco la ropa que me ha dado, un vestido de flores muy bonito color verde. Y una chaqueta blanca para el frío. 

La casa es muy caliente debe ser porque es pequeña, el señor Ángel utiliza leña para poder prender la chimenea. Observó toda la casa es tan bonita, huele a pescado y madera, tiene dos cuartos, y un solo baño, la sala es muy pequeña y la cocina también, pero todo me encanta, en esta casa se siente paz y tranquilidad, como quisiera tener algún día una casa como está, pequeña pero llena de amor. Veo al Señor Ángel en la cocina preparando algo.

—Dana ¿quieres tomar chocolate caliente?  Aquí están unos panes con queso, espero que sea de tu agrado, disculpa lo poco, pero es lo único que tengo para ti. 

En una mesa está servido una taza de vidrio de panes rellenos con queso y dos vasos de plástico con chocolate caliente, también hay una bandeja con galletas de vainilla me parecen conocidas.

—Muchas gracias señor Ángel, de verdad que Dios se lo pague, no se preocupe, esto es más que suficiente. —Declaró metiendo un pedacito de pan a mi boca, y saboreando lo rico que está. 

Comemos en silencio y está todo tan delicioso.

—Señor Ángel, me gustaría hacerle una pregunta. ¿Cómo usted ha superado, todo lo que le ha sucedido? 

—Mi niña, con fe en Dios se arregla todo. Si no tienes fe en él, no vas a poder superar nada. Hay que orarle a Dios en todo momento ¿Sabes hacerlo? 

—Sí, mi mamá me enseño cuando era pequeña, pero ha pasado tiempo desde la última vez que lo hice. He perdido eso lo que usted llama fe.

—No lo creo princesa, estás muy joven para haber perdido algo tan importante como la fe. La fe es lo más importante en la vida. Tener fe y esperanza es creer que las cosas se van a solucionar tarde o temprano.

—Qué bonitas sus palabras. Las tomaré en cuenta. Muchas gracias por todo.

Terminamos de comer todo lo que hay en la mesa.

—Princesa, necesito ir a la cafetería. ¿Me puedes acompañar por favor? Sé que es muy tarde, pero hay que ir a preguntar si hay alguien que haya venido o preguntado por ti.

—Me gustaría quedarme aquí con usted. Por favor, no me lleve a ellos. Son malos. No me entregue a esa familia. 

—No, princesita. Tu familia siempre va a ser tu familia, aunque sean malos. Tú debes quererlos y respetarlos. 

—Pero el amor se gana, no se obliga. 

—Correcto, pero te aseguro que están preocupados por ti. Al menos alguien de tu familia debe estarlo. 

—Es verdad. Está la señora Mei y el doctor, mi amigo Huang. Ellos me quieren mucho.

—Viste que tengo razón. ¡Vámonos!

El señor Ángel me regala unas botas altas y unas medias. Antes de salir, me coloco lo que me ha dado. Salimos de la hermosa casa, pero antes de irme, miro hacia atrás y trato de dejar este hermoso recuerdo bien guardo en mi corazón, deseo no olvidarme del señor Ángel, sé que no lo volveré a ver por mucho tiempo y me siento muy triste es una persona muy especial.

Caminamos por una calle un poco oscura y a lo lejos notamos unas luces. 

—Mi princesa, esa es la cafetería principal de aquí de esta playa, seguro encontramos a tus familiares o alguna información.

Seguimos caminando, llegamos y entramos a la cafetería, pero no había nadie de mi familia, solamente había como tres personas. Estaban a punto de cerrar, pero cuando vieron al señor Ángel lo saludaron y le preguntaron sobre ¿quién era yo?

—Ella se llama Dana, por casualidad ¿alguien ha venido a buscarla? 

—Sí, señor Ángel, ha venido un señor muy alto y joven de ojos azules y una señora muy bonita, pero odiosa, el señor se encontraba muy preocupado, estuvieron toda la tarde buscándola. 

—Es imposible que la hayan buscado en la tarde, yo la encontré a las 6, y ya estaba oscureciendo, ¿por dónde la buscaron? 

—Ay de verdad que no sé, creo que se fueron por la parte izquierda de la playa Rehoboth beach, solamente escuche, que la señora les dijo que por ahí fue que la niña se quedó.

—No se quedó, la abandonaron, y no fue por la parte izquierda, sino por la derecha.

—De verdad que no entiendo qué está sucediendo aquí, — dice una señora con algo de molestia por la actitud del señor Ángel—. Pero aquí está el contacto que dejaron, vamos a llamar para que vengan por ella.

La señora toma el teléfono y marca el número que le dieron, el teléfono suena y alguien atiende el teléfono, el señor Ángel lo toma.

—Buenas noches me llamo Ángel, me gustaría hablar con el padre de Dana, por favor. — Dice él con el tono de voz serio.

No escucho lo que el señor Jacob le dice a Ángel, así que decido sentarme en una silla, no sin antes pedir permiso a la señora que creo que es la dueña de la cafetería.

—Sí, señor Jacob, yo la conseguí en la arena del mar y estaba a punto de morir, ya que estaba por llegar la marea alta, así que agradezca a Dios que la niña se encuentra bien. —Explica Ángel con firmeza.

Se escucha otro momento de silencio de parte del señor Ángel

—Está bien, lo espero aquí en la cafetería. —Concluye colgando el teléfono y regalándome una sonrisa.

Después de esperar por más de dos horas y media, llega Jacob y entra a la cafetería, pero no está solo, está con Mei, yo me lanzo a los brazos de ella, la abrazo y ella me carga y me besa.

—Te extrañé tanto mi niña, no te imaginas lo preocupada que estaba por ti. ¡Pensé que te había pasado algo! ¿Estás bien? —Dice Mei muy contenta, su voz demuestra cariño.

—Estoy bien, el señor Ángel me salvó la vida. —Respondo con tranquilidad, mirando al señor Ángel.

—Muchas gracias, señor Ángel, no sé cómo pagarle todo lo que ha hecho por mi niña. —Expresa Mei con amabilidad, dirige su mirada hacia mi amigo Ángel.

—Cuídenla por favor, no permitan que nadie le haga daño, la niña me contó que alguien la abandonó en una playa, ¡eso fue algo cruel y malvado! Ella podría haber muerto con la marea alta. —Añade Ángel, con seriedad.

—Se lo prometo, señor Ángel, de ahora en adelante, la voy a proteger con mi vida. Muchas gracias por todo. —Finaliza Mei acariciando mi cabeza.

Jacob continuó en silencio, no dijo nada, estaba triste y avergonzado.

—Dana perdóname por haber permitido que vinieras con ella, no conocía las intenciones de ella, perdóname, te prometo que no volverá a suceder. —Dice Jacob agarrándome por la mano y arrodillándose en el suelo.

—Estoy bien, todo gracias a un ángel. No te preocupes, todo está bien. —Le dije colocando mi mano en su cara, nunca había tenido una muestra de afecto por mi padre. Pero me da tristeza verlo así.

—Es momento de irnos Dana, despídete del señor Ángel. —Dice Mei tomando mi mano, sin embargo yo la suelto con cuidado y me acerco al señor Ángel.

—Gracias por todo señor Ángel, — lo abrazo y él también responde a mi abrazo.

—Gracias a ti, por llegar a mi vida, fuiste como una estrella fugaz, eres tan linda, cuídate mucho, que Dios te bendiga y te proteja y no te olvides que sin él, no somos nada, así que, en todo lo que hagas en tu vida, tómalo en cuenta, y nunca cambies tu personalidad, para agradar a alguien, la persona que te quiere, lo hace, como eres. —Pronuncia mi amigo con voz fuerte, pero cariñosa.

—Te lo prometo. Siempre voy a orar para que Dios guíe mis pasos, mil gracias por todo. —Concluyo, alejándome de él y dándole la mano a Mei.

—Este es mi número de teléfono, si te llega a suceder algo, o necesitas mi ayuda cuentas conmigo. —En una hoja anota un número y me lo entrega. 

El señor Ángel vuelve a darme un abrazo, el cual respondo con mucho gusto, de verdad que es una persona tan buena y cariñosa, he aprendido mucho, en tan poco tiempo que estuve a su lado, las personas buenas le suceden cosas malas, pero aprenden de cada experiencia, ellas no se vuelven malas, más bien intentan seguir haciendo lo bueno y haciendo el bien y eso es lo que voy a hacer yo, a pesar de todo lo malo que me ha sucedido, seguiré siendo fiel a mis creencias y principios.

Salimos de la cafetería, nos montamos en el auto y Jacob maneja para nuestra casa.

Después de dos horas y media en camino llegamos, yo no pude dormir en el camino hacia acá, pero ya llegamos al entrar me encuentro con la señora Emma y sus dos hijos, ella está sentada en el sofá pero mis hermanos se han quedado dormidos.

—¿Estás bien? —Pregunta ella, con una falsa preocupación.

—Sí todo gracias a un ángel. —Respondo mirándola con rabia. 

—Discúlpame Dana, por lo sucedido, de verdad no sé qué me pasó. — Dice ella con lágrimas.

—Que te perdone Dios, porque yo no creo en ti, eres más falsa que cualquier cosa en este mundo. De ti solo quiero una cosa, distancia, aléjese de mí y no vuelva a hacerme daño. 

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