Capítulo 13. Los 7 reinos.

El Maestro de Armas se sentó en su trono, sosteniendo la daga Kale-mi-noe en su mano. Había conquistado la Capital del Reino Central, obtenido el objeto mágico que le permitiría controlar el tiempo y el espacio. Ahora, su verdadero plan comenzaba a tomar forma.

-Esta daga es más poderosa de lo que imaginé, dijo el Maestro de Armas a sus generales. Con ella, podemos cambiar el curso de la historia y controlar nuestro propio destino.

Sus generales asintieron, sabiendo que el Maestro de Armas tenía un plan ambicioso y peligroso. Pero estaban dispuestos a seguirlo, ya que sabían que él era el líder más fuerte y astuto que habían conocido.

-¿Cuál es nuestro próximo movimiento, mi señor? Preguntó uno de los generales.

-Debemos expandir nuestro territorio y conquistar más reinos, dijo el Maestro de Armas con determinación. Necesitamos más recursos y más soldados para llevar a cabo nuestro plan.

Los generales asintieron, y comenzaron a planear su próximo ataque. Las oras pasaron y Maestro de Armas se encontró con tres de sus generales en el laboratorio secreto, donde trabajaron en experimentos y tecnologías avanzadas. Allí podrían discutir sus planes y estrategias sin ser interrumpidos.

-Tenemos que ser cuidadosos, dijo el general Alaric. Los otros reinos intentaran detenernos. Debemos estar preparados para cualquier eventualidad.

-Estoy de acuerdo, comento el general Kael. Pero no podemos permitir que nada se interponga en nuestro camino. Debemos ser implacables.

La general Raine asintió mientras trabajaba en el laboratorio:

-Pero también debemos ser inteligentes, dijo. No podemos atacar simplemente sin un plan sólido. Debemos estudiar a nuestros enemigos y encontrar sus debilidades.

El Maestro de Armas escuchó a sus generales con atención, sabiendo que cada uno tenía su propia perspectiva y habilidades únicas. Alaric era un estratega astuto, Kael era un luchador feroz y Raine era una experta en tecnología y ciencia.

Mientras tanto sabía que necesitaba más recursos y tecnología avanzada para lograr su objetivo, así que el Maestro de Armas ordeno a Alaric y Kael que abandonaran el laboratorio para hablar a solas con Raine, sin protestar se marcharon haciendo un chiste o dos entre ellos.

-¿Qué noticias tienes para mí, Raine? preguntó el Maestro de Armas mientras se acercaba a su general.

-Estamos avanzando bien en el proyecto, mi señor, respondió Raine. Hemos mejorado el suero y los trajes de batalla, ya casi tendremos los primeros prototipos.

El Maestro de Armas asintió. -Excelente trabajo, Raine. Necesitamos más soldados poderosos para conquistar los reinos restantes.

Pero Raine no estaba convencida: -Mi señor, ¿no cree que estamos yendo demasiado lejos? ¿No deberíamos considerar una alternativa a la guerra?

El Maestro de Armas frunció el ceño: -No puedo permitir que nada se interponga en mi camino, Raine. Necesito controlar el tiempo y el espacio para lograr mi objetivo. Y para eso, necesito un ejército poderoso y a ustedes.

Raine suspiró, sabiendo que no podía convencer al Maestro de Armas de cambiar de opinión:

-Entiendo, mi señor. Pero ¿qué pasa con las consecuencias de nuestras acciones? ¿No deberíamos considerar el costo que pagarán nuestros soldados y nuestros enemigos?

El Maestro de Armas se detuvo y miró a Raine:

-Eres una mujer sabia, Raine. Pero a veces debemos tomar decisiones difíciles para lograr nuestros objetivos. Y yo estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para asegurar mi victoria.

Raine asintió, sabiendo que no podía hacer más para detener al Maestro de Armas:

-Entonces seguiré trabajando en el proyecto de creación de nuevos soldados, mi señor.

El Maestro de Armas voltio, y con pasos firmes se marchó de la sala. Caminó por el castillo hasta llegar a sus aposentos, donde se sentó frente a un gran mapa del continente de Faunia, estudiando y observando los seis reinos restantes, analizando sus fortalezas y debilidades, buscando la mejor manera de conquistarlos.

El Maestro de Armas sabía que no sería fácil, pero estaba decidido a lograr su objetivo. Con su daga mágica y su ejército de soldados mejorados, estaba seguro de que podía conquistar todo el continente de Faunia y controlar el tiempo y el espacio.

Así que se sumergió en sus pensamientos, trazando planes y estrategias para su próximo ataque. Sabía que la guerra estaba por venir, pero estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para lograr su victoria.

Observó el mapa de Faunia con atención, estudiando los seis reinos que aún no habían sido conquistados. Cada reino tenía sus propias características únicas, y el Maestro de Armas estaba decidido a utilizarlas a su favor.

-El Reino de las Montañas de Cristal, pensó el Maestro de Armas. Con su geología única, podríamos obtener materiales valiosos para mejorar nuestras armas y armaduras. Y los dragones de cristal serían una adición única a nuestro ejército.

Luego, sus ojos se posaron en el Reino del Bosque Antiguo. Los habitantes de este reino tienen habilidades mágicas únicas que podríamos aprovechar. Y los unicornios serían un extra valioso a nuestra fuerzas mágicas.

El Maestro de Armas continuó analizando los otros reinos, imaginando cómo podrían ser utilizados para su beneficio:

-En el Reino del Desierto de Fuego, podríamos entrenar a nuestros soldados para resistir el calor extremo y capturar a los dragones de arena para atacar desde el aire, también hay historias sobre ruinas que guardan un poder inmensurable. Y en el Reino del Mar de las Tormentas, podríamos utilizar a los recursos para proteger nuestras costas y las bestias gigantes para atacar a los barcos enemigos.

Luego, sus ojos se posaron en el Reino de las Tierras Congeladas. Con las habilidades de nuestros alquimistas, podríamos crear armas y armaduras resistentes al frío y entrenar a nuestros soldados para resistir las temperaturas extremas. Y los gigantes de hielo serían una adición formidable a nuestro ejército, esas cosas hacen que los soldados parezcan simples mascotas.

Finalmente, sus ojos se posaron en el Reino de la Ciudad de las Máquinas:

-Con la tecnología avanzada de este reino, podríamos crecer mucho y mi plan avanzaría a pasos agigantados.

Pero de repente pensó en Edward:

-Sin embargo hay algo que me molesta, ese chico. Dijo en vos baja preocupado por un futuro incierto, él había sido una espina clavada en su dedo desde los primeros momentos y se cuestionaba de porque Valtia no acabo con él y sus camaradas ese día.

Mientras El maestro de armas pensaba en todas estas cosas, Edward y la princesa escapaban al reino del Bosque Antiguo, donde se encontrarían con nuevos aliados.

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❊Andy Munf

❊Andy Munf

Vamos Maestro de Armas, tu puedes.

2023-10-04

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