#7

D: ¿Quiere ser mi amiga con derecho? Le pregunta Diego muy serio.

E: ¿Qué tipo de derechos? Le pregunta Escarlata, acomodándose su pelo.

D: El derecho de tener una relación sexual conmigo— A cambio de muchos beneficios, — Pero, sin intervenir a en mi vida personal, Escarlata. Le responde Diego, sin una sola expresión en su rostro.

Esta vez, Diego tenía su brazo izquierdo, con el codo apoyado en el brazo de la silla, y con su dedo índice izquierdo tocando su sien.

Por dentro, Escarlata está muy enojada, pero le sale una leve sonrisa de incredulidad, debido a que ella misma no cree, lo que estaba escuchando de la misma boca de Diego Spencer. Sin embargo, ella le responde:

E: No me interesa tus beneficios, — Pero para darte una lección, lo voy a aceptar. Le responde Escarlata, tomando un trago de su bebida.

A escucharla, Diego levanta una de sus cejas y sonríe levemente, dándose de cuenta, que el no imaginaba del gran carácter, que tiene Escarlata. Y le pregunta:

D: ¿Una lección?

E: Sí, una lección. Le responde Escarlata, cruzando nuevamente sus brazos, pero esta vez, la que sonreía levemente es ella.

D: ¿Qué tipo lección? Le pregunta Diego, cruzando también sus brazos y con una de sus cejas levantada, muy atento a lo que Escarlata le va a contestar.

Escarlata lo mira fríamente y pone sus dos manos encima de la mesa y se acerca muy de cerca de él, respondiéndole:

E: Te voy a enseñar— Que con las mujeres no se juega.

Incrédulo a escuchar lo que Escarlata le dice, Diego se pasa su mano por la barbilla, mirando fijamente los ojos de Escarlata y con una leve y sensual sonrisa le dice:

D: Interesante, mi amada Escarlata.

E: Ahora bien, Diego Spencer— Ponme mucha atención a lo que te dire:— Sí, tú quiere que yo sea tu amiga con “Derecho” tiene que aceptar mis 2 condiciones. Le dice Escarlata, con una leve sonrisa en su cara

D: Te escucho. Le responde Diego, con una pequeña sonrisa y una voz sensual.

Escarlata muy relajada y con una mirada retadora le dice:

E: Primeramente, como yo no me puedo meterme en tu vida, — Pues, tú tampoco te meterá en la mía.

Diego se pasa la mano por su pelo, la mira y se muerde su labio inferior.

Escarlata pone una cara de malicia en su rostro y le sigue diciendo:

E: Segundo, como yo no puedo interferir a que tú estés con más mujeres, — Pues tú tampoco, puedes interferir a que yo esté con otros hombres.

A Diego se queda sorprendido y boquiabierto, incluso le cambio el semblante de su cara y con un intenso tono en su voz:

D: Escarlata, por favor, terminemos de comer y enseguida nos vamos para la casa, — Esta conversación no podemos seguir teniéndola en este restaurante.

Escarlata con una sonrisa coqueta:

E: ¿Me puedes dar unos minutos?

D: Claro. Le responde Diego, bien serio.

Bueno, le acabo de enviar un mensaje a mi madre, para hacerle saber que me quedaré con Diego esta

noche.

E: Listo. Iré para tu casa.

D: Perfecto.

Escarlata

Terminamos de cenar, y nos dirigimos a casa de Diego. El está conduciendo un Bugatti deportivo último modelo, pero todos sus guardaespaldas nos están custodiándonos en varios carros detrás de nosotros. Y en el transcurso del camino, Diego va muy serio, sin esa sonrisa de encantador, mirándome de reojo, pero yo lo ignoro. Ambos estamos escuchando canciones románticas, y yo la voy cantando, demostrándole a él, que sus propuestas a mí, en lo personal, no me afecta. Pero no le voy a mentir, por dentro, tengo ganas de agarrar a Diego por el pelo y darle unas cuantas trompadas. Sin embargo, no le voy a demostrar mi coraje, no señor, para nada, me voy a comportar a altura. Finalmente, llegamos a una lujosa mansión, mayormente de cristal, que se encuentra ubicada en la urbanización más cara de la ciudad.