El Último Hada Del Bosque

El Último Hada Del Bosque

Traicion

El tiempo antes del tiempo cuenta historias en sus cenizas. Historias de guerras, de dolor, historias de amor y traición… cada una de ellas se talla en las memorias de quienes las lucharon o las sufrieron por igual y allí, en el fondo de corazones que ya no laten, siguen vivas las leyendas que retratan a los seres más aclamados o despiadados que han existido.

    

     Ésta historia habla de ellos… 

  Noric, un elfos oscuro, se separó de los suyos para perderse por los escondrijos del bosque, en sus manos llevaba unas cuantas manzanas que había recogido de un huerto ageno. Luego de contados pasos y señales que había dejado anteriormente, se adentró en un árbol quemado, de aspecto tenebroso, allí abrió una pequeña puerta que daba al subsuelo dónde los elfos habitan. Sigilosamente recorrió una importante porción de territorio hasta llegar a una pared de tierra y raíces, al parecer impenetrable. De su bolsillo derecho sacó una pequeña bolsa y extrajo un polvo que aventó contra el obstáculo el cual comenzó a moverse, como si tuviese vida, para dar paso al elfo. Del otro lado, una pequeña habitación mugrienta y oscura lo recibía.

 Allí, en la oscuridad, se escuchan los pasos de Noric, corriendo cosas del suelo, chocando y luego silencio. Al cabo de unos minutos frota una piedra encantada y dota de luz la habitación entera. De frente a él se encuentra una jaula de su mismo tamaño, vieja y oxidada, donde deposita los frutos, luego se aleja un poco y dice -aquí tienes… comida-, señala las manzanas con uno de sus cuatro dedos y espera. 

 De la oscuridad de la jaula se hace presente un Hada, una hermosa y triste Hada rosa, sus alas se observan desgastadas, tenían un aspecto quemado, sus vestimentas completamente sucias, seguramente por la permanencia sobre el suelo barroso de la habitación, su rostro cansado, con algunos golpes y los ojos temblantes, cómo la retención de un llanto incontenible... Ella se acercó a la comida, la palpa con sus dedos y contesta tierna -manzanas… hermosas manzanas…-, lo mira a Noric y sigue -nuestro rey podía hacer florecer cientos de árboles solo con un chasquido de sus dedos, la magia que emana de él es inabarcable-, se enmudeció por un instante, pensante, luego gira hacia él con el rostro enfurecido y postura atacante pregunta -¿Por qué no me mataste?-.

El elfo se ve sorprendido y contesta rápido -no lo se…-, baja la mirada, la sube rápidamente y sigue -tu también tuviste la oportunidad de matarme y tampoco lo insiste-, la enfrenta intrigado.

 -no está en mí naturaleza matar- contesta el Hada mientras toma una manzana.

 Noric agacha la cabeza, reflexivo, cómo si una profunda culpa se hiciera presente, en su cabeza observa imágenes de elfos matando a  Hadas, muertes de a montones… fuego… dolor, se encuentra en frente de una, en sus manos posee una lanza, y sin pensar le da un golpe en el pecho y aquella Hada se desvanece en cenizas... luego se ve corriendo, huyendo de aquella salvaje carnicería, se topa con un elfo mucho más grande, el cual comanda a los demás, ese era su Rey. Esté sonríe al son de las muertes, saborea su poder mientras arrasa con el bosque, luego le exige a Noric que ataque, pero él se rehúsa y sigue corriendo, hasta toparse con el Hada de la jaula, quien luchaba contra dos fuertes elfos, arrodillada, ya rendida… Luego vuelve en sí, a la habitación, el Hada se comió las dos manzanas que él había traído, la observa y dice -yo no… no necesito matar a nadie…-, vuelve a agachar la cabeza.

El Hada intenta comprender el sentimiento de ese elfo que se encontraba resignado frente a ella, mientras en la superficie su especie estaba siendo extinguida. Ella se recostó en el suelo de la jaula y permaneció inerte, Noric hizo lo mismo del lado de afuera.

  Luego de un tiempo, el hada despierta sorprendida por Noric, quién la zamarrea, éste había abierto la jaula para hacerlo, ella no comprende por qué está tan eufórico, y pregunta -que… ¿qué te pasa?-, mientras intenta levantarse.

 Él la toma de hombros, la ayuda a ponerse de pie y contesta -es el rey… tu rey… está vivo, lo tienen acá abajo-.

Ella pierde su mirada y en voz baja se dice a sí misma -papa…-, luego vuelve en sí, mira a Noric y dice -¿y dónde lo tienen?,¿ qué podemos hacer?-.

El se aleja de la jaula, la cual permanece habierta y contesta -ir a buscarlo, quizá con su ayuda puedas salvar tu pueblo, nosé donde está exactamente, pero se que está aca-, en sus ojos se nota emoción y esperanza genuinas.

El hada rápidamente sale de la jaula pero se detiene de golpe y dice -pero… ¿por qué querés ayudarme?, ¿Qué buscas?-.

Noric, estaba observando por la puerta si había alguien alrededor para salir, pero al escucharla se da la vuelta y contesta -paz conmigo mismo… eso busco…- observa sus manos sucias con un aspecto triste, luego vuelve hacia ella y continúa -viste lo que ise en el bosque para salvarte… tengo que redimirme de eso con mí alma…-, se pone cara a cara con ella y sigue -no puedo quedarme acá, no después de eso-.

El hada toma su mano y mirándolo a los ojos dice -estoy agradecida por lo que hiciste, y es por eso que tu alma debe estar en paz, aún así no puedo hacer esto sola… necesito de tu ayuda-. Ambos gestuan conformidad con la cabeza, y siguen hacia la puerta. 

 Noric se adelanta observando el panorama, los túneles que los elfos llaman hogar. Una y otra vez se escabullen para mantenerse a salvo de quienes patrullan cada pasillo, se esconden de los elfos que pasan cantando canciones de victoria, alegres por la matanza que se lleva a cabo en la superficie. Luego de una larga caminata llegan a un salón muy cuidado, detallado en oro que poseía el trono real y en el centro del lugar una enorme mesa dorada, allí, se encuentra el rey elfo, Valiot, con algunos consejeros de su confianza rodeando la misma, los cuales hablan entre sí mientras observan el centro de la mesa. 

Noric le hace señas al Hada para seguir lejos de ese lugar, pero ella se detiene por un segundo motivada por su instinto, comienza a mirar alrededor desde donde podía en su escondite, hasta que percibe la voz de su padre, del rey Hada que provenía de la mesa, ella aprieta fuerte a Noric y le dice al oído -mi padre está en esa mesa, lo tienen rodeado… tengo que ayudarlo-. 

 Noric, asumiendo que aquella Hada era una princesa, alza el cuello intentando ver a la distancia y se vuelve hacia ella contestando -bueno creo que tengo un plan pero tenemos que ser rápidos-, se pone a buscar entre sus bolsillos hasta que saca una bolsa amarilla y continúa -este es un polvo de tiempo, si lo esparzo en la habitación los va a congelar por algunos segundos y así podremos sacar a tu padre, el problema es que él también se va a congelar-.

El Hada lo mira decidida y contesta -perfecto tenés polvo de tiempo!, Eso es genial!, Además no causa efecto en las hadas-, le saca la bolsa de las manos a Noric y corre a la habitación, sin darle tiempo a éste a reaccionar. Cuando los elfos reunidos se enteran de su presencia, ya se encontraban a medio camino de un rápido congelamiento en el tiempo. 

Noric se queda cautivado por la majestuosa danza que despliega el Hada al esparcir el polvo, su silueta tallada a mano sobresale en el aire mientras dibuja figuras corporales en cámara lenta, éste sigue el movimiento de sus pies, una danza hipnótica dotada de belleza, y se deja atrapar por las ondulaciones de su pelo, que se desliza cómo las hojas que caen en otoño… luego la observa detenerse frente a la mesa, inmóvil, y corre hacia ella a recoger a su padre. Al llegar, los ojos se le paralizan así como la respiración, su sangre deja de circular casi al mismo tiempo que su corazón deja de latir. Allí… sobre la mesa… se encontraba el rey Hada, Sr. Litich, pero su estado era deplorable… Sus alas totalmente desintegradas por el fuego, su rostro desgarrado múltiples veces, su brazo izquierdo había sido extirpado de cuajo mientras que sus pies fueron cortados por las navajas de los elfos… estaba pasando por su último aliento. Noric desvía la mirada del siniestro hacia su hija y posa su mano en el hombro, símbolo de tristeza y suavemente, casi sin voz, dice -lo siento-.

Ella totalmente desconectada de lo que la rodea observa los tiernos ojos de su padre, observa el dolor y la tristeza en ellos, se ve ella misma de niña, jugando entre los manantiales del bosque, o subiendo un árbol a su lado para conseguir algunas manzanas… se ve frente a la tumba de su madre, se ve abrazada por él, se siente protegida, querida… luego se despega de aquellos hermosos recuerdos acompañados de lágrimas y le dice -¿Que debo hacer ahora padre?-.

Litich pestaña dos veces, casi sin fuerzas, abre su boca, suspira dolor y contesta -querida Nidra, espero que entiendas que del destino y la muerte nadie escapa, y en este momento, en esta parte de la historia, ambos acontecimientos se suceden en nuestras vidas… mí muerte y tu destino-, el rey tose un poco y deja de hablar.

Nidra seca algunas lágrimas con sus manos y dice -pero aún no es momento de morir… todavía queda mucho que dar… que aprender…-.

El rey la interrumpe contestando -no es tu decicion, ni tampoco la mía querida hija… ya di todo lo que le puedo dar a este bosque… ya crié a mí reemplazo-, toma la mano de Nidra y tiernamente le dice -y estoy muy orgulloso en lo que se convirtio-. Ambos gestuan una sonrisa.

Luego ella se acerca desconcertada -y… ¿Cuál es mí destino?-, pregunta intrigada.

El estira su mano y acaricia el rostro de ella, quien cierra sus ojos siendo parte de el acto, luego el dice -los viejos reyes me confiaron una visión de este caos, de la caída de las Hadas, del ascenso de los elfos… de mí muerte…-, tose un poco más y continúa -también hablaron de un elegido, de un ser que devolvería la magia al bosque, su color… y ahora me doy cuenta que la elegida eres tu!, El último hada del bosque…-, Litich se recuesta.

Los elfos momificados comienza a moverse lentamente, el polvo va dejando de tener efecto. Noric se percata de esto y se dirije a Nidra -oye Hada, debemos irnos-.

Ella se niega a abandonar aún la sala y pregunta a su padre -¿Que debo hacer entonces padre?, ¿Cómo puedo salvar el bosque?-, rompe en lágrimas, entendiendo que serán las últimas palabras que escuchará de su padre.

El rey Litich nuevamente acaricia su rostro y contesta -ve al árbol sagrado… allí encuentra mí bastón dorado, es tan antiguo como la vida misma, el poder que posee te ayudará a savarlo… fue creado por los antiguos magos para cada soberano del bosque-, el padre se deja desparramar en la mesa y queda inerte, con una mueca de sonrrisa su cuerpo comienza a desintegrarse.

Sin perder el tiempo Noric toma con fuerza a Nidra, quien se desgarra en llanto frente a las senisas de su padre, luego salen corriendo desesperados... a cada elfo que se cruzan le tiran polvo de tiempo y logran salir de los túneles.

 Al romperse el hechizo, los elfos que se encontraban frente a la mesa se miran entre ellos, cómo asumiendo lo que todos vieron. Valiot, el rey, llama con urgencia a uno de sus ayudantes y le dice -cierren todas las salidas, y busquen en cada escondrijo… tenemos un Hada intrusa-.

Al concluir se asé presente otro guardia elfo y dice -señor!, Tiene que ver esto-, apuntando a uno de los corredores que daba al exterior.

Valiot se acerca y observa. Allí se luce una fila de elfos congelados por el polvo y más arriba, la salida habierta. El se da la vuelta y aumentando el volumen de su voz exclama -quiero que los encuentren, donde sea, traiganlos ante mí… quemen el bosque completo si es necesario…-, los guardias afirman con sus cabezas y se retiran, cuando el rey los detiene y continúa -quiero saber quién es ese elfo que la ayudó… quiero saber quién es el traidor.

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Comments

Edith Rocha

Edith Rocha

es muy interesante 👍 😉 y muy bien relatada

2024-03-03

0

Ale Rojero

Ale Rojero

Wow autor, para ser el primer capítulo, es muy bueno, augura que viene lo mejor.

2023-11-15

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