Cuenta una leyenda, tan antigua como el bosque, que en los caminos, en los arroyos, por los aires, y hasta en las montañas, se suceden historias escritas, historias que ya fueron narradas por los oradores del tiempo, historias con grandes héroes y temibles villanos que las adornan y las enriquecen a lo largo del tiempo. En cada era existió un sabio, un ser místico forjado de energía que mora en el bosque y en sus memorias habitan los acontecimientos que lo preceden.
Jörne, el sabio, se refugia en las montañas del norte. Allí se dirige Nidra buscando respuestas…
Jörne, el sabio
Noric frena su andar para contemplar una enorme montaña frente a él. Nidra, agotada, se posa sobre una roca buscando oxígeno.
-¿Es aquí?-, pregunta el hada.
-si es acá-, contestó el elfo mientras observaba el paisaje intentando encontrar alguna señal del sabio. Luego de un instante acota -tenemos que subir-.
El hada se pone de pie y se sorprende al ver la magnitud de la montaña próxima a escalar.
A un costado, de una madriguera, se asoma una vieja liebre quien se petrifica al ver el hada. Nidra encuentra su mirada y le dice -hola liebre, ¿Podrías ayudarnos?-.
-un… un hada…-, exclama sorprendido el mamífero.
-el última hada conejo, necesitamos ayuda-, acota Noric determinado.
La liebre gira hacia él y su rostro se torna en disgusto, como desagradable, luego responde -soy una liebre sucio elfo-, rasca su rostro y sigue -qué hace una preciosa hada caminando con un detestable ser como tú-, lo señala a Noric.
Este se enfada y lo enfrenta, pero Nidra se posa entre ellos y contesta -noble liebre si no fuera por este elfo estaría muerta-, acaricia su rostro y sigue, -necesitamos encontrar al sabio, el bosque está siendo arrasado, los árboles mueren y las flores no florecen… solo el sabio nos puede ayudar-.
La liebre la observa, en sus ojos encuentra bondad, esperanza y tristeza, luego lo mira a Noric, sus ropas sucias, cansado… y responde -está bien… vamos con el sabio-.
Caminos y rocas, rocas y senderos, senderos y arroyos… la montaña se hacía eterna en los pies de ellos, el cansancio era inaguantable a tal punto de preguntarse si realmente tal sufrimiento valía la pena.
Nidra, arrodillada, se frena junto a las cristalinas aguas que descienden por la montaña para remojar sus labios, para sentir su sabor. Junto a ella se posa un ser de aspecto primate con una enorme barba que rozaba el suelo, cubierto de fina seda que brillaba bajo el sol del mediodía. Este la observa beber, le sonríe al compás de la ingesta, y con una voz suave y calmada dice, -buen mediodía, princesa Nidra, es un honor estar ante ti-.
El hada gira rápidamente hacia él, se echa para atrás, lo observa detenidamente y pregunta -¿Sabio?-.
La liebre se apresura a posarse a su lado y exclama -Hada, horrendo elfo, con ustedes… el sabio-, mientras lo señala.
El hada se para de frente a él y dice -un gusto conocerte gran sabio-.
-liebre podrida…-, entre dientes exclama Noric.
El sabio se acerca a Nidra, la examina por completo, luego se aleja y dice -en perfectas condiciones!, Magnífico!-, se da la vuelta y comienza a caminar.
El hada lo alcanza y dice -sabio… necesitamos de su ayuda-.
-necesitan comer, descansar, tomar algo caliente, eso necesitan-, exclama el sabio y sigue caminando.
Unas horas más tarde, en la guarida del sabio, Nidra y Noric se relajan junto a una hoguera mientras toman una infusión caliente. El sabio observa por un pequeño orificio de su guarida, en su rostro se aprecia la duda, el miedo… Un instante más tarde gira hacia Nidra y dice -princesa, debes de encontrar el árbol sagrado, él te concederá el báculo que te proclama reina del bosque-.
-Es por eso que estamos acá sabio… necesitamos que nos ayude a encontrarlo-, contesta el hada.
-no me digan sabio, me llamo jörne-, exclama este, y continúa -solo ante mí, el árbol sagrado se revelará-, luego gira nuevamente hacia la grieta y dice -pero hay un problema que debemos sortear antes…-.
-¿Qué sucede jörne?-, pregunta Noric.
El sabio suspira, se toma un momento y contesta -hay una maldición… una maldición que me mantiene refugiado en esta cueva-, luego se posa de frente a las llamas de la hoguera y continua -una bruja, de los pantanos, me maldijo para que no pueda salir de esta montaña…-.
El hada, sorprendida, pregunta -¿por qué hizo eso?-.
Jörne suspirando nervioso, -dejé morir a uno de sus hijos… era un ser malvado, oscuro… corrupto… y cuando el momento de partir llegó, yo pude haberlo salvado, pero decidí no hacerlo-.
-¿la bruja pudo matarte?-, interroga el elfo.
-por supuesto que sí… sin pestañas, sin duda…-, contestó el sabio, luego gira hacia Noric y sigue -pero el amor que sentía por mí era tan fuerte que no la dejo hacerlo-, suelta aire y continúa -pequeño elfo, el amor nos hace corromper nuestra moral, nos hace defraudar nuestras creencias, y eso siempre tendrá un impacto en nosotros, entonces, si hay amor en tu corazón, que no nuble tu visión de lo correcto, a todos nos llega ese momento…-.
Noric lo observa mudo, luego mira a Nidra, se posa en ella un largo rato, mientras su corazón acelera el pálpito.
-¿Pero en qué consiste la maldición?, No puedes simplemente… caminar lejos de la montaña?-, pregunta Nidra.
-un Yeti…-, contesta Jörne y sigue -si mis pies tocan fuera de la montaña, un Yeti viene por mí-.
-carajo…-, exclamó la princesa con rabia, luego piensa un momento y dice -yo me enfrentó al yeti-.
-estás loca Nidra-, exclamó el elfo.
-no intentes detenerme Noric, no hay otra manera-, contesta ella.
-no intento detenerte obstinada hada-, se para frente a ella y continúa -vamos a hacerlo juntos-.
Nidra le sonríe.
La libre se posa a su lado y dice -fui nombrado guardián del sabio, así que voy a ir con ustedes… además cuenta la leyenda que las liebres somos de buena suerte-.
-perfecto… vamos a enfrentar a un yeti-, dice el elfo y continua -pero… ¿cómo vencemos a un yeri-?-.
Todos se miran sin saber qué responder.
-improvisemos…-, contestó el hada.
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