CAPÍTULO 18

Fabrício Lutero

Despierto junto a Andréa acostada en mi pecho, ella duerme bellamente. Me levanto con cuidado para no despertarla, voy al baño y al regresar me doy cuenta de que todavía lleva puestas sus sandalias. Se las quito y, agachado, tengo una vista perfecta de su cuerpo. Paso mis dedos desde los dedos de los pies hasta sus muslos, causándole un leve estremecimiento. Muerdo mis labios y siento cómo mi amigo de abajo cobra vida. Mi deseo es despertarla y poseerla en este mismo momento, pero me contengo. Me quito la ropa y voy al baño a darme una ducha fría. Salgo del baño con una toalla en la cintura y cojo mi teléfono móvil. Veo que tengo un mensaje de Pepi diciendo que la discoteca ha sido invadida y que le han disparado, pero que él y Sara están bien. Miro a Andréa dormir y me enfurezco solo de pensar que eso le podría haber pasado a ella allí. Le pregunto si sabe quién fue y si hemos sufrido alguna baja. Él me responde que avistó a Matheus entre los hombres y que está esperando el informe de Roger, quien se encuentra allí investigando el lugar.

💭 Fabrício: Matheus, Matheus, ya me estás poniendo nervioso.

Matheus es un hombre frío y sin escrúpulos. Intentó hacer negocios conmigo hace algunos años, pero yo rechacé. No trafico con mujeres, me parece repugnante. Él dijo que me arrepentiría por mi atrevimiento y desde entonces intenta sabotear mis negocios y tomar mi imperio. Como también forma parte de la mafia y no tengo pruebas en su contra, no puedo matarlo. Sin embargo, con este ataque directo, no va a poder escapar de enfrentar la justicia del crimen. Las pruebas serán mis cámaras de seguridad.

Mi teléfono suena y veo que es un mensaje de Pepi.

*Mensaje*

Pepi: Las cámaras de seguridad han sido alteradas. No tenemos nada en su contra y además... Mira esta foto.

Me enfado tanto con el mensaje que tengo ganas de estrellar mi teléfono contra la pared, pero eso despertaría a Andréa. ¿Cómo ha logrado ese cretino alterar las cámaras de seguridad? O tiene un hacker muy bueno o tengo un traidor entre los míos. Abro la foto que Pepi me ha enviado y me enfurezco. Necesito salir de esta habitación o asustaré a Andréa. Voy al vestidor, me visto, cojo el teléfono de Andréa para evitar que ella llame a alguien, salgo de la habitación, cierro la puerta con llave y bajo a mi despacho. Cojo un trago de whisky y me siento. Ahora analizo la foto con más calma. Ese canalla ha tomado a Ruth como rehén.

Fabrício: Quiero que el equipo de hackers se ponga en acción. Tenemos que encontrarla antes de que ella abra la boca. No aguantará la tortura.

Pepi: Ya lo he gestionado.

Fabrício: Nos encontramos en la sede.

Pepi: Estoy de camino.

Envío un mensaje a Solange y voy al garaje a por mi coche.

*Mensaje*

Fabrício: Hay una chica durmiendo en mi habitación, no puede salir ni usar el teléfono. Provee ropa interior, ropa y artículos de higiene para ella y haz que coma algo.

Solange: De acuerdo, señor, pero ¿algo más?

Fabrício: Por ahora eso es todo.

Llego a la sede y Pepi ya está allí, todos están trabajando. Están hackeando las cámaras de tráfico para localizar el lugar de cautiverio.

Entro en otra sala y me preparo, me cambio de ropa, uso una vestimenta más flexible para estas ocasiones y reviso las armas. Pepi se acerca junto a mí, también cambiado, y dice:

Pepi: Sabes que esto es una trampa, ¿verdad?

Fabrício: Lo sé, pero no puedo permitir que una inocente pague por ello. Además, Ruth podría comprometerme si abre la boca. Como mi secretaria, ella sabe de algunas transacciones, nombres y ubicaciones de proveedores. No puedo arriesgarme. En ese momento, uno de los hackers entra.

Hacker: Hemos localizado el objetivo. Se encuentra en un almacén abandonado en el kilómetro 136 de la carretera Raposo.

Cojo el mapa y comenzamos a analizar el lugar para planificar el ataque.

Fabrício: Todo en orden, saldremos en 10 minutos.

Subimos a las camionetas y nos dirigimos al lugar. Somos un total de 15 hombres, incluyéndome a mí y a Pepi. Sincronizamos los auriculares y micrófonos, revisamos una vez más las armas y esperamos a llegar al lugar. Nos detenemos a unos metros del almacén. Cojo los binoculares para ver la actividad en el almacén y veo alrededor de 25 hombres, casi el doble que nosotros.

Fabrício: Veo alrededor de 25 hombres, nos dividiremos, yo iré por detrás con la mitad de los hombres y tú, Pepi, irás por delante. Evitemos usar las armas para no alarmar.

Todos: De acuerdo, jefe.

Continúo con mis hombres hacia la parte trasera del galpón y veo a un hombre patrullando. Me acerco sigilosamente y le aplico una llave de estrangulamiento. Caído inconsciente, uno de mis hombres esconde el cuerpo. Seguimos avanzando y vemos a otros tres hombres. Les hago una señal a mis hombres y cada uno les aplica una llave de estrangulamiento también. Entramos al galpón y veo a Ruth colgada de las manos, inconsciente y solo en ropa interior. No parece herida. Me comunico por el micrófono donde todos están sincronizados:

Fabrício: He entrado al galpón y he encontrado a Ruth, estoy avanzando para rescatarla.

Doy un paso en su dirección y comienzo a escuchar disparos. Por el radio escucho a uno de mis hombres.

Hombre: Emboscada, están saliendo más hombres del bosque.

Antes de que las cosas empeoren, corro rápidamente hacia Ruth, corto la cuerda y la pongo sobre mi hombro. La llevo a uno de mis hombres y le digo:

Fabrício: Llévala a la sede y llama al doctor Carlos para que la examine.

Hombre: Sí, jefe.

Sigo adelante con los demás hombres ahora con las armas en mano, sólo estoy caminando. Mando un mensaje por radio.

Fabrício: Solo necesito a Matheus vivo.

Todos: Entendido.

Continúo avanzando y veo a un hombre, le disparo en la cabeza y luego veo a otro escondido. Doy la vuelta por detrás y le corto el cuello con un cuchillo. Mis hombres, que están muy bien entrenados, van derribando uno por uno. El tiroteo es intenso, pero estamos derribando a todos. Al final quedan dos hombres que se rinden y no hay rastro de Matheus.

Fabrício: Dado que se rindieron, los llevaremos para obtener más información sobre Matheus. En ese momento, uno de los hombres se levanta, toma un cuchillo que estaba en el suelo y se acerca hacia mí. Mis reflejos son rápidos, pero el cuchillo me raspa el brazo. Mis hombres apuntan sus armas hacia él y les indico que se detengan.

Fabrício: Ah, así que tenemos un valiente entre nosotros, ¿eh?

Hombre: Vete al infierno.

Fabrício: Sí, algún día, pero tú irás antes. Levántate, te daré la oportunidad de vencerme en una pelea limpia. El hombre se levanta con un puñado de arena en sus manos y la arroja hacia mis ojos. Pepi empieza a reírse y yo, con los ojos irritados por la arena, sonrío de costado. Lo que este traidor no sabe es que tuvimos todo tipo de entrenamiento en el campo de concentración y la lucha a ciegas era mi favorita. Intenta darme un puñetazo, me esquivo fácilmente y luego le hago un barrido. Caído, se levanta rápidamente y ahora intenta darme una patada. Sujeto su pierna y le doy una patada en la otra, haciendo que se arrodille. Suelto su pierna y digo:

Fabrício: Eres muy ruidoso, Matheus los entrenó muy mal.

Le doy un puñetazo en la cara y el hombre cae inconsciente.

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