CAPÍTULO 10

Saio de la ducha y me envuelvo la toalla en la cintura, me siento en el sillón que tengo en mi habitación, enciendo un cigarro y me permito relajarme. Me pongo a pensar en la niña del Caffe, ese rostro angelical, ese trasero levantado, mi miembro cobra vida de inmediato y me intriga, es la primera vez que cobra vida solo al pensar en una mujer. Necesito saber más sobre esa niña, ese cuerpo será mío. Apago el cigarro y me voy a la cama, pronto me quedo dormido.

Despierto con una sensación maravillosa entre las piernas, levanto un poco la cabeza y veo una cabeza de cabello rubio chupando mi miembro con maestría. En ese momento pienso en cómo esa zorra de Ruth entró en mi casa y en mi habitación. Cuando termine aquí, hablaré con mis guardias. Ahora solo quiero disfrutar de esa mamada deliciosa. Con una mano sostiene mi miembro haciendo movimientos de ida y vuelta, mientras con la otra acaricia y araña mi abdomen. Con la punta de la lengua rodea la cabeza de mi pene y luego lo traga de una vez, chupa y succiona mi miembro con tanto deseo que su lengua llega a mis testículos, lo cual me vuelve loco de excitación. Sujeto su cabeza y la obligo a ir cada vez más rápido, no aguanto mucho tiempo y eyaculo en su boca. Aún en éxtasis por la eyaculación que tuve, levanto la cabeza y cuando la miro veo a la empleada del Caffe, doy un salto de la cama asustado y despierto.

Fabrício: No puedo creer que esto haya sido un sueño, además de dominar mis pensamientos, ahora dominará mis sueños.

Paso la mano por mi miembro y está duro como una roca. Voy al baño a darme una ducha fría y ver si calmo a mi amigo aquí abajo. Estoy apoyado en la pared de la ducha dejando que el agua caiga cuando mi amigo comienza a calmarse, el recuerdo de esa niña chupándomela viene a mi mente y cobra vida nuevamente. Lo acaricio y no resisto comenzar a masturbarme pensando en ella. Me siento como un adolescente ridículo, pero no paro hasta llegar al orgasmo. Cuando finalmente llego a mi límite, intento terminar mi ducha, pero el fuego solo aumentó, sacudo la cabeza como si quisiera alejar mis pensamientos, me quedo unos minutos más en la ducha, hago mi higiene personal, me cambio y bajo a desayunar. La mesa ya está lista, me siento, como un trozo de pastel y tomo un café negro.

Solange: ¡Buenos días, señor! Veo que está de excelente humor hoy.

Fabrício: ¿Por qué dices eso?

Solange: Usted bajó las escaleras silbando, se sentó a la mesa e incluso comió un pedazo de pastel.

Fabrício: Estás exagerando, hago eso todos los días.

Solange: Si el señor lo dice...

La verdad es que ni siquiera me di cuenta de este buen humor, fue tan natural que ni me di cuenta. La miro seriamente y digo:

Fabrício: Terminemos esta conversación, me voy a trabajar y no volveré a cenar. Solange sonríe de medio lado y dice:

Solange: Está bien, señor.

Entro en mi coche y me dirijo al trabajo. Apenas llego, veo a Ruth acercándose hacia mí insinuándose.

Ruth: ¡Buenos días, querido!

Fabrício: ¿Desde cuándo tenemos esta intimidad? Hasta donde sé, los jefes son tratados como señor.

Ruth: ¡Vaya mal humor!

Fabrício: ¿Algún mensaje para mí?

Ruth se pone toda avergonzada, pero a mí no me importa.

Ruth: El proveedor de la discoteca Still llamó y dijo que enviará la lista con los nuevos precios a su correo electrónico hoy mismo.

Fabrício: ¡De acuerdo! ¿Algún otro mensaje?

Ruth: No, señor.

Fabrício: No quiero ser molestado.

Camino hacia mi oficina, entro y cierro la puerta.

Ruth Garcia

Mi nombre es Ruth García, tengo 25 años y he estado trabajando para Fabricio durante 5 años. Nací en Positano, una pequeña ciudad en el interior de Italia. Vengo de una familia humilde, con 5 hermanos, siendo yo la mayor. Pasamos mucha hambre, mis padres trabajaban en el campo y yo tenía que cuidar de mis hermanos. Odiaba todo eso, quería lujos, una buena casa, ropas de calidad, comer lo mejor de lo mejor. Las chicas de mi escuela me miraban como si fuera una mendiga, mis ropas eran muy simples, muchas de ellas donadas. Solo quería desaparecer de allí y nunca volver. A los 16 años conocí a un vendedor ambulante que prometió sacarme de esa vida miserable. No lo pensé dos veces y me fui con él solo con la ropa que llevaba puesta. Pero como la vida no es un cuento de hadas, me vendió a un burdel y sufrí todo tipo de abusos imaginables. Fue allí donde conocí a Fabricio, yo tenía 18 años y él 21. Ya estaba acostumbrada a esa vida, para ser sincera, hasta me gustaba. Fabricio llegó con su amigo Pepi y otros tres hombres. Siempre fui astuta y ambiciosa, descubrí que estaban celebrando un golpe que les había generado mucho dinero. Rápidamente me acerqué a ellos y empezamos a beber juntos, hasta que logré llevarme a Fabricio a la habitación. Fue el mejor encuentro que he tenido, realmente sabe cómo satisfacer a una mujer. Fue el día en que más dinero gané. Fabricio empezó a frecuentar el burdel y siempre me buscaba, me volví exclusiva para él. Hasta que un día me propuso trabajar como su secretaria. En ese momento tuve la plena certeza de que estaba enamorado de mí y eso podría asegurarme una vida lujosa y cómoda. Acepté su propuesta con la intención secreta de casarme con él pronto. Han pasado 5 años y aún no me ha pedido matrimonio, pero sé que lo hará, es solo cuestión de tiempo, porque él es mío y nadie más puede tenerlo.