CAPÍTULO 15

Ester Gutiérrez

Conocí a Ricardo Solano en una discoteca hace un año, fue amor a primera vista. Una amiga nos presentó y cuando vi a aquel hombre de 1,90 metros de altura, ojos castaños claros, ligeramente fornido y elegante con cabello castaño, quedé encantada. Desde el principio supe que era mujeriego, pero no me importó, estaba decidida a salir con ese hombre y lo conseguí. Después de hablar un poco y dar muchos besos, abrazos y toqueteos en la discoteca, él me llevó a un motel. Apenas cerramos la puerta de la habitación, empezamos a quitarnos la ropa. Nuestro beso era apasionado y nuestras bocas encajaban perfectamente. Él me lanzó a la cama y me miró como si yo fuera su presa. Mi cuerpo ardía de deseo. Entonces, él se quitó la bóxer y pude ver el tamaño de su miembro, era enorme y estaba duro como una piedra. Me puse en posición de cuatro patas en la cama, agarré su miembro delicadamente y empecé a hacer movimientos de vaivén. Él acariciaba mi espalda como si estuviera calmado a un animal antes de cazarlo. Sin previo aviso, tomo su miembro en mi boca y empiezo a chupar con ansia. Él suelta un gemido y echa la cabeza hacia atrás. Luego, hago movimientos de vaivén con mi boca y aumento el ritmo cuando siento su miembro latir en mi boca. No pasa mucho tiempo y él eyacula en mi boca, seguido de un grito de placer. Inmediatamente, él me arroja nuevamente en la cama y empieza a besar mis pies, subiendo lentamente. Cuando llega a mi intimidad, abre mis piernas suavemente y comienza a dar mordiscos ligeros y luego a chupar, succionar y lamer. Mi intimidad estaba hinchada y yo estaba ardiendo de placer. Luego, sube los besos hasta llegar a mis senos, chupa uno y luego otro, y sin previo aviso, me penetra con fuerza. Grito de placer. Él penetra cada vez más rápido y con más fuerza. Me pone en posición de cuatro patas nuevamente y me penetra una vez más, abriendo mis nalgas para entrar más profundo. Estaba casi llegando al clímax cuando él se inclina sobre mi espalda sin dejar de embestir y me dice al oído: "Quiero que te corras conmigo ahora, maldita zorra". Toma mi cabello en su mano y con la otra aprieta mi cintura. Hace movimientos de vaivén tan rápido que no aguanto mucho tiempo.

Ester: "Ohhh, me voy a correr... ahora".

Ricardo: "Así es, perra, córrete".

Tengo un orgasmo maravilloso y él eyacula poco después. Nos acostamos exhaustos, recuperamos un poco el aliento y él toma mi mano para que nos duchemos juntos. En el baño, tenemos otro momento de pura travesura y nos acostamos a dormir. Él se queda dormido primero, yo me quedo admirando a ese hombre guapo y sexy.

💭Ester: "Qué hombre maravilloso y qué forma de hacer el amor. Tus días de juerga han terminado, Ricardo Solano, porque ahora eres mío y juro que mataré a cualquiera que se interponga en mi camino".

Tengo una noche maravillosa y comparado con los hombres con los que había salido antes, él fue de lejos el mejor en la cama. Después de esa noche, hice todo lo posible por estar en todos los lugares en los que él estaba, siempre discreta pero sin dejar de llamar la atención. Lo invité varias veces a cenar en casa y siempre se negaba. Hasta que un día aceptó, no recuerdo haber estado tan feliz. Quería que todo fuera perfecto y lo habría sido si esa asquerosa de Andrea no hubiera caído en la sala de estar y él, al ayudarla a levantarse, no le hubiera tocado los senos. Cuando vi esa escena, enloquecí, poseída por la ira. Le grité, pero mi deseo era frotarle la cara en el suelo. Mamá le dio una bofetada en la cara, me pareció demasiado, pero supongo que era necesario para que aprendiera a ponerse en su lugar. Me alegré mucho cuando papá dijo que ella se había ido de nuestra casa y aún nos echó la culpa diciendo que la tratábamos mal. Además, dijo que solo tenemos esta vida cómoda gracias al padre de ella, que antes de morir pasó la empresa al nombre de papá. Si ella no volvía a casa y no le pedíamos disculpas, él cortaría nuestras asignaciones mensuales. Mamá se volvió loca con él, pero a mí no me importa. Odio a esa rubia sin sal, nunca la aceptaré como parte de la familia y si tengo que quedarme sin asignación por eso, que así sea, pero nunca iré tras ella ni me disculparé.

Después de que finalmente Ricardo aceptó cenar en mi casa, pensé que estaríamos más cerca, pero sucedió lo contrario. Ahora siento que él está más distante, parece arrepentido de asumir un compromiso. Sé que aún no me ha pedido que seamos novios, pero a partir del momento en que conoció a mis padres y comenzó a frecuentar mi casa, ya puedo considerarme su prometida.