Mientras esperaba a que su pareja saliera del supermercado, Alejandro Jones repitió por centésima vez el diálogo que tendría con ella cuando llegara el momento, le tenía nervios a aquel momento y no importaba que ya llevaran 2 años como novios, seguía sintiéndose como un niño pequeño cada vez que se veía frente a ella con una rodilla en el suelo mientras le mostraba el anillo que llevaba guardando desde hacía semanas y le pedía que se convirtiera en su esposa, él no era un hombre tímido, pero ante Maria, su mujer, siempre le fallaban las piernas, eso era producto del enamoramiento tan profundo que sentía por ella, había tenido suerte de que Maria fuera su pareja cuando eran muchos los hombres que la deseaban cuando Alejandro apareció en su vida.
Alejandro trabajaba de mesero en un restaurante cercano a su casa cuando hacía dos años había visto entrar a la mujer más hermosa que él había conocido, una chica de piel blanca como la luna, pero con mejillas rosadas, él había quedado deslumbrado con su belleza y su corazón se detenía cada vez que la chica sonreía, tenía una sonrisa que podía hacer olvidar cualquier problema por más grave que esté fuera. Alejandro se acercó a recibir el pedido de ella y la chica que la acompañaba, en su libreta apuntó el pedido con demasiada lentitud para permanecer el tiempo suficiente cerca de ella y seguir deleitándose con el perfume aroma a rosas que ella tenía.
Una hora después la chica había ido a pagar al recibidor y antes de marcharse le había dedicado una última sonrisa a Alejandro quien tuvo el impulso de pedirle su número o su nombre, pero la cobardía presente en la mayoría de los hombres se lo impidió y con tristeza vio a la chica abandonar el restaurante. Su depresión se vio interrumpida por las risas de tres sujetos que miraban por la ventana a la chica y hacían comentarios degradantes, el temor de Alejandro se incrementó al ver los hombres dejar dinero en la mesa y salir detrás de la chica. No supo qué hacer, sabía que la mujer iba a ser molestada por esos imbéciles y en el peor de los casos le harían daño a ella y a su amiga.
Alejandro tomó valentía de donde no la tenía y se conformó con la idea de que tenía de su lado su gran habilidad. Salió del restaurante y escuchó voces en un callejón cercano, al llegar vio que los tres hombres habían acorralado a las dos mujeres y les decían comentarios desagradables mientras ellas muy asustadas retrocedían, Alejandro les gritó que las dejaran en paz, esto provocó las carcajadas de los hombres quién se volvieron contra él y lo llenaron de insultos y amenazas. Alejandro les hizo un gesto a las mujeres y estas se marcharon corriendo, los hombres furiosos por el descuido comenzaron a golpearlo hasta someterlo en el suelo.
Alejandro no era favorito a utilizar su don, ya que tenía consecuencias drásticas, había deseado no utilizarlo, pero no se esperaba esa golpiza tan brutal, en medio de las patadas agarró en sus dos manos un poco de polvo y de inmediato el caos empezó; un fuerte temblor empezó a sacudir el vecindario, la tierra se movía con brusquedad y al momento unos agujeros se abrieron en el sitio donde estaban parados los hombres, uno de ellos alcanzó a correr, pero los otros dos cayeron por el abismo quedando atrapados al cerrarse la tierra.
Alejandro no se preocupó por ellos, ya que se encargaría de que la tierra los expulsara en un desierto, él había quedado muy herido producto de los golpes y tiempo después fue llevado a un hospital por las personas que habían acudido al sitio asombrados por el temblor tan inesperado que había provocado grietas en algunas casas, ese era el motivo de que Alejandro Jones no utilizara su habilidad con la tierra, podía controlar el suelo, el polvo, la tierra en general, pero al descubrir que aquello siempre dejaba consecuencias negativas se negaba a hacerlo, pero en aquella ocasión no había tenido opción, él no controlaba el temblor que provocaba, la tierra, el suelo era una fuerza muy poderosa que respondía a su llamado de poder, pero la fuerza del temblor era algo que se escapaba de sus manos.
Al día siguiente de ser internado en el hospital recibió la sorpresiva visita de la chica de sus sueños, al parecer ella había preguntado en el restaurante por él y le habían informado de su situación, le agradeció lo que hizo por ella y su amiga, desde ese día lo visitaba todos los días, Alejandro puede decir que los sueños si se cumplen, ya que su amor a primera vista se convirtió en su novia, pero ni a ella ni a nadie le había contado su poder con la tierra, se sentía mal ocultarle a su querida Maria ese secreto, pero para él no era un orgullo hacer que la tierra temblara y provocar caos y destrucción, Además nunca tendría porque enterarse, no creía que fuera necesario en un futuro tener que recurrir a su poder con la tierra.
Justo pensaba en aquel día de hacía dos años en el momento en que Maria regresaba de su compra y se montó en el auto, ella le entregó una botella de agua y le dijo:
- Ahí tienes tu encargo
- Gracias. Por poco y me quedo dormido
- No exageres que no me tarde tanto. Mejor cuéntame qué tanto piensas
- ¿Cómo dices?
- Desde la tienda te podía ver mirando a la nada como si vieras una nave extraterrestre
- Ah, no pensaba en nada concreto
- Si ajá - Era la expresión de Maria cuando no le creía algo - Bueno, vámonos que ya quiero llegar a la casa
Maria era ayudante de costura en una fábrica de vestidos de gala, Alejandro seguía siendo mesero, pero en un restaurante de más calidad que el de hace dos años, ambos tenían la buena suerte de descansar el mismo día de la semana y aprovechaban para salir y hacer sus compras, no esperaba quedarse de mesero toda la vida, ya le vendría algo mejor, apenas tenía 33 años y le quedaba toda una vida por delante. Luego de veinte minutos de camino, Alejandro tuvo que reducir la velocidad, ya que varios coches de policía cerraban el paso, un agente de tránsito se acercó al carro y les dijo:
- Tienen que regresar y tomar una vía alterna, aquí todavía se tarda un rato en volver a la normalidad
- ¿Qué ocurrió? - preguntó Maria dejando salir su natural curiosidad
- Unos ladrones intentaron robar el banco principal de la ciudad, pero no lograron escapar, el carro en que iban se incendió asi que estan apagando el carro y controlando la situación
- Gracias, agente - dijo Alejandro mientras daba marcha atrás al carro
La vía alterna los demoró diez minutos más de lo normal, pero al fin pudieron llegar a su casa ubicada en una calle de prestigio de la ciudad, antes de bajar del auto Maria comentó:
- Cariño ¿Qué le pasó a tus padres?
- Ya sabes que están muertos
- Pero nunca me has dicho que les ocurrió, cómo murieron o de qué forma
- Bueno, es que no son recuerdos agradables sabes
- Lo entiendo, pero en verdad me interesa saber qué fue de mis suegros
- Te prometo que después te lo contaré. Ahora tengo mucha hambre
- Siempre estás hambriento Alejandro
- Afortunadamente mi amor, así puedo disfrutar del placer de comer con hambre
Maria sonrió y bajó del auto, Alejandro muy pensativo también bajó, al parecer la existencia de su poder con la tierra no era el único secreto que le guardaba a Maria, la causa de la muerte de sus padres también se lo ocultaba y no sabía como contarle algo tan macabro y perturbador. Al entrar en la casa vieron todo el correo dejado debajo de la puerta, Alejandro lo recogió mientras Maria llevaba las compras a la cocina, entre los papeles había facturas de servicios, notificaciones que no importaban, pero le llamó la atención el sobre que estaba de último y en el que decía:
...Alejandro Jones García...
...Greenwich Village - Nueva York...
Alejandro sacó su contenido y leyó la pequeña hoja con una frase escrita en letra fina:
“¿Cómo sabes si la tierra no es más que el infierno de otro planeta?”
Alejandro se sentó releyendo varias veces la frase, ¿Qué se suponía que significaba aquella frase? ¿Quién le había mandado eso? ¿Acaso alguien sabía de su poder? Eran tantas las preguntas que había en su cabeza, pero quedó más confundido al ver el otro papel, una tarjeta que decía:
...Organización Científica CEO4...
...Mañana...
...14:00 PM...
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