Mónica Brown podía darse el lujo de presumir que era la mejor abogada del bufete Allen & Allen, era conocida por poner todos sus esfuerzos en el caso que tenía a su cargo por más difícil que estuviera, no había perdido ningún caso que había llevado y ya era costumbre verla todos los días en los juzgados y cortes del país, ya que era buscada por todo tipo de personas con diferentes problemas, además también tenía de su lado la característica de que era una abogada con precio bajo por sus servicios, sabía muy bien que su fama de buena abogada y el precio bajo harían que siempre la buscaran, cosa buena para su vida y para el bufete donde trabajaba.
Pero ni su fama y prestigio de abogada la salvaban de soportar el tráfico del anochecer en la ciudad de Nueva York, esa noche le habían encargado depositar una buena suma de dinero en el banco The Bank of New York Mellon, no sabía si sentirse orgullosa de que su jefe dijera “Eres la única en quien confío que no se escapará con el dinero” o sentirse molesta por tener que soportar aquel tedioso tráfico.
Mientras esperaba el avance, aprovechó para maquillarse un poco con ayuda del retrovisor del auto, no era una mujer engreída y vanidosa, todo lo contrario, a sus 33 años ya había comprendido que la belleza exterior es una serpiente venenosa que engaña a los incautos que caen en su trampa y los devora después al conocer la porquería que hay en el interior, vestía sin mucha modestia, no utilizaba trajes elegantes como los demás abogados, ella era un estilo tranquilo, utilizaba poco maquillaje, ya que pensaba que si algún hombre se fijaba en ella que lo hiciera por atracción real y no por un engaño del maquillaje.
Por fin avanzó el tráfico y Mónica pudo llegar al banco, bajó de su auto y no tardó en ser observada por los hombres que pasaban por allí, aunque ni se maquillaba mucho ni se vestía lujosamente Mónica llamaba la atención, poseía una belleza exótica, una piel morena que jugaba con su cuerpo trabajado con esmero en un gimnasio tres días a la semana, sin prestar atención del comentario indecente de un atrevido, entró en el banco.
Una fila la separaba del mostrador principal, allí de pie escuchó el rumor suave del agua calmada y pasiva, miró al techo y vio los acueductos de lluvia antiincendios, dentro de ellos reposaba el agua esperando con paciencia cualquier momento para caer si fuera necesario, Mónica sonrió con diversión, le hacía gracia que solo ella pudiera escuchar ese suave rumor de agua.
Le llegó su turno de ser atendida y pudo pasar al mostrador, había ido para consignar una suma de dinero en cheque a la cuenta del bufete de abogados, pero no pudo decir el motivo de su presencia, los gritos de las personas la hicieron mirar que pasaba, dos hombres armados habían entrado en el banco y tenían sometido a uno de los guardias mientras que el otro guardia les apuntaba con su pistola y les gritaba que bajaran las suyas, uno de los ladrones decía que iba a empezar a matar personas al azar si el guardia no se tiraba al suelo, ante la negativa del guardia, el ladrón disparó al azar y la bala impactó en el pecho de un hombre matándolo al instante, el guardia no se iba a hacer responsable de la muerte de inocentes y se arrojó al suelo.
Mónica hizo lo que toda persona con pleno razonamiento lógico hace en esos casos, se tiró al suelo mientras los ladrones sacaban el dinero sin dejar de apuntar a todos lados, ninguno de los dos miró al techo y vio como las llaves de los acueductos giraban rápidamente producto de la presión del agua que estaba loca por salir, al instante el agua destinada a apagar incendios cayó sobre todos los rincones del banco, producto de esto, se activó la alarma de emergencia del banco, los ladrones sorprendidos por aquello tan inesperado salieron corriendo sin la mitad del dinero por sacar, uno de los guardias dijo:
-Es un milagro que el agua cayera, eso activó la alarma y se dio noticia a la policía del robo
Las personas comentaban asombradas el hecho milagroso de que el agua hubiera caído sin necesidad de una chispa de fuego o de humo, Mónica empapada en agua no pudo evitar sonreír, aquellas personas no sabían que la autora del milagro estaba allí junto a ellos. Mónica Brown manejaba el agua a su antojo, su habilidad la tenía desde niña, pero no recordaba en qué edad de la infancia había empezado con ese don, era una maravilla contar con esa habilidad, podía hacer llover o dejar de llover cuando quisiera, no tenía intención de averiguar con la ciencia porque tenía esa habilidad tan extraordinaria, ella era feliz con su don y aparte de un colega del bufete nadie sabía de aquello, era lo mejor, no quería que la exhibieron en un circo como “Aquawomen”.
...***...
Horas más tarde, Mónica estaba en su apartamento, tenía que analizar bien el caso en el cual trabajaba en aquel momento, su amigo Miguel le ayudaba en aquello, aunque ayudar era mentira, Miguel veía las noticias mientras Mónica leía una y otra vez los datos de su caso: una mujer demandaba al esposo por haberle sido infiel por diez años, ella debía defender al esposo quien argumentaba que su esposa también había sido infiel con su mejor amigo, Mónica pensó: “Para qué se casan si van a estar de calientes”. Miguel dijo desde la sala:
- ¿Sabías que atraparon a los ladrones del banco de la ciudad?
- No, no sabía - respondió Mónica sin dejar de leer sus papeles
- Es asombroso cómo el fuego lo detuvo
- ¿A quién?
- Al ladrón
Mónica dejó sus papeles y dijo con una voz que trataba de sonar autoritaria:
- Miguel Rincón Sánchez ¿Vino a ayudarme o a ver televisión?
Miguel apagó el aparato y se puso de pie diciendo:
- Estaba viendo las noticias, doña exasperante. Es bueno estar informado.
- Tenemos trabajo que hacer y hoy no me pienso dormir tarde
- Está bien - Miguel fue a la cocina mientras decía - ¿Sabes que pienso irme de vacaciones?
- ¿Vacaciones? No llevas ni tres meses en el bufete y quieres vacaciones
- Tres meses es mucho tiempo, el cuerpo necesita descanso y más mi cuerpo que es sagrado
Miguel agarró un vaso y se disponía a servir agua del grifo, pero el agua dejó de caer de inmediato, lo cerró y volvió a abrir, pero el agua se negaba a salir, miró a Mónica y le dijo:
- ¿Podrías dejarme tomar un poco de agua?
- No estoy haciendo nada, no te lo impido, adelante
- Que graciosa es abogada Brown
Mónica empezó a reír y el agua salió normal por el grifo, Miguel tomó dos vasos, se puso su abrigo y dijo:
- Voy a la tienda, ¿Te traigo algo?
- No gracias pero apurate para terminar esto
Minutos después de Miguel haber salido, Mónica seguía leyendo y apuntando datos y fechas cuando un ruido la sacó de su concentración, unos pasos provenientes del pasillo de afuera, por debajo de la puerta vio la sombra de una persona que se detuvo frente a su puerta, pensó que sería Miguel, pero nadie tocó la puerta, solo echaron un sobre por debajo y la sombra se marchó, Mónica se acercó a la ventana para ver quien salía del edificio, solo un sujeto salió, vestido todo de negro y se perdió en la oscuridad de la noche, fue por el sobre y lo recogió, en el decia:
...Mónica Brown Davis...
...Mint House At 70 Pine Street, Wall Street, Nueva York...
Mónica intrigada lo abrió y cayeron en la mesa dos papeles, agarró el primero y leyó:
...“El agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza”...
“Una frase sobre el agua, sobre el agua” pensaba Mónica muy extrañada de aquello, pensó que sería una broma de Miguel que era el único que sabía de su habilidad con el agua, pero se fijó en la tarjeta que venía junto a la frase, lo que decia allí le quitó la idea de una broma:
...Organización Científica CEO4...
...Mañana...
...14:00 PM...
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