Aquí me encuentro otra vez, siendo arrastrada al campo de entrenamiento, cuando yo solo quiero encerrarme en la habitación de Hyunggu, el cual usurpé descaradamente, y esconderme debajo de las sábanas a llorar la agobiante pena. "¿Cuándo podré salir de aquí?", lloriqueo.
Danna ríe divertida por todas las expresiones que Lili ha mostrado en su cara. "Vamos Lili, no seas dramática, tienes suerte de que a ti solo te castigaron con aprender defensa personal".
"Ahora que lo mencionas, tú y Arya no me han querido decir cuál fue su castigo", enarco una ceja.
Desvía la mirada. "No es la gran cosa, concéntrate en hacer los abdominales". Al ver que su cara se puso pálida, decido dejar el tema. La verdad, no me puedo imaginar el castigo que se les impartió por mi culpa.
Por el rabillo del ojo, veo todo tipo de relucientes cabellos que brillan al rayo del sol como un hermoso arco iris. Los soldados se encontraban entrenando inmersos en su labor y uno que otro estaba sin camisa. Veo cómo un pelimorado está concentrado en afilar las puntas de las flechas. Mi corazón se sacude como pez fuera del agua cada vez que manipula los lacerantes ápices y comprueba el filo con sus propias yemas... ¡y con los ojos cerrados! ¡Se va a lastimar!
-"¡Uff, Dan querida, viste eso? Pero qué hombre más sexy", mejor dicho, qué bellezas andantes. "Oh, mira esos músculos y esa figura, mmm. Quién diría que las bestias son tanto encantadoras como letales. Creo que debo estar babeando ahora mismo".
Nerviosa, -"Lili, yo creo que..." la interrumpo.
-"Shhhh, déjame disfrutar del paraíso un poco más". Ni le presto atención, toda mi mirada está enfocada en esos manjares andantes...
-"Lili".
Doy un salto del susto, que no escapa al ojo de águila de Hyunggu. Algo intimidada por su gesto adusto y su llamado de atención, me apresuro a continuar con la serie de abdominales encomendadas.
-"Álvaro, lleva al escuadrón a inspeccionar la tribu de las sirenas. Se están comportando muy extrañas", suelta una altivez ridícula para alejarlos de mí.
El peli morado frunce el ceño y responde con lo que podría considerarse un rebuzno de renuencia.
-¡Odio ir al territorio de las sirenas! ¡Son terroríficas! - se sacude el cuerpo por el escalofrío.
-¿Vas a la Laguna de las sirenas, o acaso debería enviarte a la aldea pixie?
Álvaro se detiene en medio de su tarea, removiéndose como si tuviera bichos en todo el cuerpo. Su cabeza orbita en un gran dilema sobre si enfrentarse a las sirenas o a las pixies.
-Vale, está bien - continúa Hyunggu. - Irás con las pixies.
-¡No! ¡Iré, iré con las sirenas! - salta Álvaro asustado, mandando a volar la albahaca de flechas. - ¿Por qué tengo que ser yo? ¿Cuál fue el error que cometí ahora? ¡No quiero ir! ¡Si se atreven a tocarme les cortaré las manos! - No se queden ahí como estúpidos, ¡muévanse rápido! - La queja parece no tener fin.
Cuando se marcha aún puedo ver los ademanes furiosos que hacía con las manos. ¿Por qué se comporta así con Hyunggu? Pensé que todos le tenían miedo.
Al volverme hacia Hyunggu, lo encuentro de brazos cruzados mirándome con desaprobación. ¡Rayos, esa traidora de Danna se escapó dejándome sola con este demonio!
-Harás cien abdominales más en v.
Lo miro incrédula, incorporándome a medias, con toda mi cintura adolorida.
-¡En tus sueños! ¡No soy una bestia bruta como tú, que tiene más músculos que cerebro!
-Que sean ciento cincuenta, sin descanso.
Aprieto los dientes y un gruñido asesino se filtra entre ellos. Una sonrisa divertida destruye por completo la expresión severa en la estúpida cara del demonio, el cual camina acercándose a mí. Cuando se agacha frente a mis piernas, mi perplejo gruñido se hace más sonoro y amenazante.
-¿Qué haces? - masculló.
-Te ayudaré a estirar.
Voy a renegar, aunque luego de pensármelo mejor para no tentar a la suerte. Si ya es hora de estirar, eso quiere decir que el entrenamiento ya terminó, ¡No más abdominales! ¡Adiós a las sentadillas! ¡No más práctica con la espada! No obstante, salgo de mi burbuja de felicidad cuando Hyunggu toma uno de mis tobillos para levantarme la pierna y apoyarla sobre su hombro, se inclina hacia delante, cerniéndose sobre mí hasta que mis tendones alcanzan su límite de elasticidad.
-¡Oye! ¡Quítate! - protestó. Soy flexible, a decir verdad, por lo que mi rodilla casi toca mi pecho y el cuerpo titánico de Hyunggu queda suspendido demasiado cerca del mío.
-Vaya... Me has sorprendido - aplica un poco más de fuerza hacia abajo y mi pierna comienza a temblar.
-¡Ugh! ¡Duele!
-Pero si estoy siendo gentil... - ronronea.
Una horrible quemazón cruza por mi muslo.
-¡Hyunggu! ¡Ah, vas a desgarrarme! - jadeo agarrándome de sus hombros intentando apartarlo.
Los guardias que se encontraban vigilando la zona, al escuchar el ruido, se avergüenzan y desvían su camino por otro lugar.
-No sabía que su majestad tenía esos gustos - sonrojado.
-Nuestro Rey es todo un semental - sube los dos pulgares.
-Shhh, antes de que nos descubran...
Un ¡blom! se escucha haciéndonos girar el cuello hacia la entrada.
De pie en el umbral, nos contemplaba Arya con una expresión intrigada, como si estuviera al punto de ver algo nunca visto.
-Lo siento, ¿interrumpo algo? - los mira un tanto curiosa y avergonzada.
Si ya estaba roja por el esfuerzo físico, ahora me enerva el bochorno.
Movida por la sorpresa de ser atrapada en una situación comprometedora, mi pierna libre se alza dando con precisión en la entrepierna de Hyunggu. Las comisuras de su boca se crispan casi de manera imperceptible y su tez adquiere una albura conmovedora.
A pesar del dolor arrollador, su apariencia sigue siendo la de un Rey elegante.
-Arya, ¿qué demonios haces aquí?
-¡Hyunggu, tus bolas! - chilla con una mueca de dolor ajeno.
-¡Fuera de aquí si no quieres que te mande a la mazmorra nocturna!
Arya refunfuña antes de esfumarse.
-La fastidiosa de Elsa ya llegó, te espera en tu estudio. ¡Y apesta! ¡No soporto su olor! - sus pasos iracundos se alejan veloces.
Una vez Arya se marcha, el ánimo de Hyunggu empeora, su semblante se iguala a un mármol esculpido en pulso celestial, frío y acentrado.
-¿Qué sucede? No es cortés dejar esperando a alguien que mandó a buscar.
-Solo estoy pensando si mis pelotas aún siguen funcionando después de que una vaca me las haya pateado.
-Oh, pobre diablo, será mejor que vayas y las pongas a prueba...
Un jalón en la parte posterior de mi cabeza me silencia y fuerza a mirar hacia arriba.
-Lili, tu deberias ayudarme a comprobar los daños, ¿no crees?
La lasciva pregunta acaricia mis labios. sin pensar me elevó de puntitas asta alcanzar su boca. con mi lengua trazó una provocativa linea humeda sobre su labio inferior. Me deleito con el pasmo de su dueño cuando me aparto y suspiro seductoramente con la mas explícita desfachatez.
los dedos del demonio aflojan y su brazo caen laxo a un costado.
Si no puedes contra un demonio, nada mas efectivo que un coqueteo embaucador para dejarlo atontado.
Me doy vuelta para marcharme, moviendo mis caderas y con la frente en alto. A mitad de camino me volteo para escrutar indiferente el monstruoso bulto que hace peligrar sus pantalones.
-Vaya.- suelto casualmente.- Parece que aun siguen siendo funcionales.
Dicho esto, me retiro triunfar, riendo internamente por la sonrisa vencida de Hyunggu y su silencio de luto.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 40 Episodes
Comments
Rachel Lospez
pobre del hyunggu, lo dejaron casi sin descendencia 😂🤣
2023-08-30
1
Estrella🌟🔥🌚
El coqueteo embaucador😂
Pobre de Hyunggu a sido engañado.
Lili se que sabe como defenderse 😂👏 eso mamona con orgullo.
2023-05-01
1
trafalgarM.D.E
no soy una bestia bruta como tú. que tiene más músculos que cerebro. me hiciste reír. me imagine la situación
2023-05-01
2