Estupidas excusas

Richard Walker (un año antes)

Quisiera que no me afecta su actitud, pero la trigueña se gana cada vez más mi odio y recelo. Mirándola en la reunión con los Wilson veo la confianza que hay entre ella y Peter, parece que se conocen o que han tenido algún contacto antes. 

— Lo de los tulipanes es hermoso pero no lo recomiendo — comenta ella, luego que Charsy hiciera su presentación y yo le explicará el trabajo que se haría. Petrer fue el único que asistió junto con una morena que no deja de cruzar sus piernas y mostrarmelas 

— ¿Que flor te gusta Alexie? ¿Cual es tu favorita? — la pregunta nos toma a todos de sorpresa. No sé qué mierda tienen que ver eso con el trabajo.

Ella lo mira y sonríe.

— No es muy común, tampoco la recomiendo para un jardín como los que tú quieres — ella respondió con evasivas. 

El apoya sus manos en la mesa de reuniones para verla mejor mientras ella apoya su espalda en la silla.

Le vuelve a sonreír. No sé porque esta conversación se volvió algo íntima entre ellos, es incómodo como el coquetea con ella, y hace como si no lo nota.

— Te veo como una rosa, delicada pero filosas espinas — ella lo mira y sin sonreir responde 

— La magnolia es poco común, el bella y embellece dónde la coloquen.

— Y su olor es esquisito — lo interrumpe el — se podría identificar con tu olor. Desde que llegas a un lugar tu perfume nos envuelve.

Yo carraspeo porque el idiota este se le está lanzando de frente y sin importar que estemos ahí.

El me mira y sonríe. Mi semblante serio hace que vuelva a verla que no cambia ni se inmuta al ver cómo el hombre le lanza fechas de lujuria.

— Podríamos quedar luego para lo de las remodelaciones — dice el levantándose

— Richard se encargará — se adelanta ella sin mirarlo y dándome una mirada a mi.

— Podríamos discutirlo en la cena — insiste él rodeando la mesa y parándose a metros de ella.

— Claro Peter — asegura ella y la miro de soslayo. ¿Que mierdas hace esa mujer? Cuando es evidente que el hombre le importa una mierdas los trabajos, la quiere a ella.

— Briggit ve con Richard y arregla todo — la morena me sonríe y se levanta de su silla arreglando se escote y mostrando algo de sus senos. Está quiere lanzarseme mientras el jefe va para Alexie.

— Habla con mi asistente — le digo y la mujer se le nota la decepción. 

No ando para  esas mierdas, además Alexie debe cuidarse de estar haciendo tratos por una cena, no está bien, se pone en riesgo de que la engañen y que otros sepan sobre eso, no la tomarán en serio. Este mundo de la construcción es complicado. Está llena de hombres, como lo soy yo. Lo admito, que con una mujer hermosa como ella no la verán como su igual.

Me ocupo en trabajar en lo pendiente y buscando unos planos; le miro ir a su oficina, la sigo con la mirada y luego con mis pasos, no se que mierdas hago.

Al llegar su asistente no esta, ¿que carajos hace este muchacho que nunca esta en su lugar?, no toco, abro y la miro de espaldas. Sin zapatos, en un piso que ahora cubre una alfombra gris.

— ¡Pues no! si el cree que por un acoston yo quiere ese contrato que busque a otra empresa, la mia no esta a dispocision para un imbecil como él — de quien hablara? ¿de Peter Wilson? ¿de el habla?

La escucho reir y es extraño, pone su mano en la cadera y se voltea mira mis ojos, y levanta una ceja.

— Busca como resolverlo — dice y no deja de mirarme, parece molesta y sorprendida — Los acuerdos se cumplen, y yo soy una mujer de palabras, no como el diota ese.

Tranca y mira su celular.

— ¿Te gusta escuchar las conversaciones agenas Richard? — ese semblante indiferente con que me habla yo tambien lo uso con ella.

— Tu asistente no esta en su lugar — le informo y doy un paso hacia dentro de la oficina ya que estaba en la puerta.

— Sergio está buscando unos planos — me mira, su cabello se sale y ella lo acomoda — ¿necesitabas algo? ¿porque no creo que vengas a mi oficina solo a escuchar mis conversaciones? — sonrió.

Ella camina buscando sus zapatos, y se los pone. Quizas le incomode mi altura.

— No me interesan tus conversaciones — digo serio.

Pero antes que nuestra discusión siga alguien abre la puerta, su estupido asistente, me aparto para que entre.

— Señor Walker — me saluda, trae unos planos — no encontre los de las tuberías internas de las oficinas de Yhiuor.

Yo los tengo en la mano.

— ¿Serán estos? — se los muestro.

Me miran.

— ¿Los necesitas? — me pregunta

— Si — le digo — pero puedo usarlos luego — los dejo sobre escritorio y pienso salir cuando un enorme ramo de rosas blancas me quitan la vista.

— ¿La señorita Peaige? — dice el muchacho detrás del ramo.

— Soy yo — ella sale y luego su asistente quien la ayuda con el exagerado ramo.

Ella me mira.

— ¿Necesitas algo más Richard? — la miro y me quedo con las estúpida curiosidad de quien le envió las flores, y estoy casi seguro que es el idota de Peter Wilson.

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