Pisar seguro

Alexie Peaige (ahora)

— No creo que firme Alex, Richard es muy testarudo — escucho la voz de Thomas por mi celular mientras el chófer se adentra al tráfico de la ciudad, ya está completamente oscuro.

— Pues tiene que hacerlo — suspiro — es lo mejor para él y para la empresa, si no perdemos todo.

— El cree que lo dejas solo, que esto lo haces para dejarlo sin nada — el hombre habla y se que es así. Richard es desconfiado, jamás ha creído en mí y en mi capacidad de tomar decisiones que beneficien a la empresa.

— Le tocará creer en lo que hago — digo segura que él debe saber que esto es mejor.

— Siente celos de mí — el hombre rie y yo pongo los ojos en blanco. 

Se que hice esa jugada y me salió mal con el, hacerle pensar que tenía algo con Thomas lo descontrolo, es infantil. 

— Es un idiota que piensa con su polla — aún recuerdo lo del acuerdo y me hierve la sangre. No le permitiré que haga ver mal delante de la gente. 

Tenemos un acuerdo y yo  lo cumplí. Lo de Thomas fue solo un juego, pensé que así dejaría de insistir en mi, y ocuparse de lo importante, ganar esa cuenta que nos beneficia a todos y hunde a Dimitri. 

Solo su nombre me revuelve el estómago, pero sabía desde que volví que debía enfrentalo.  El pasado es algo que nos persigue.

— El piensa en ti Alex,sabes que…

— ¡Basta Thomas!, lo que tiene así a Richard es que no caigo a sus pies como el resto de las mujeres que conoce. Luego que me la meta hará como siempre, me dejará de lado — tenso la mandíbula, Richard es el mismo niñito lindo que se folla a todas, que estamos casados no lo ha hecho distinto.

Se que ha estado con mujeres luego del matrimonio, sus viajes inesperados, su llegada tarde a casa, todo eso me decía que el si rompió el contrato desde el comienzo. 

— Sabes que no es así, Richard ha cambiado — bufo — le importas más de lo que tú crees. Sus celos hacia mi, su actitud cada vez que Dimitri Zhome se te acercaba, el está loco por ti. 

— ¿Sabes que? No quiero hablar sobre eso. Richard es el mismo idiota de hace un año. Testarudo y arrogante. Al llegar a casa lo voy a enfrentar y ya verás que cambiará de opinión y mañana mismo firmamos el divorcio.

— Alexie…

— Hablamos luego Thomas, estoy cansada — y le tranco.

Thomas no sabe nada de lo que piensa Richard, ha estado tan pendiente de todo lo que hacemos que hasta se preocupa por nosotros. Se que use a Thomas para darle celos y que se olvidara de eso que decía sentía por mi, eso   lo sé, pero no estaba pensando con la cabeza, estába como idiota con solo la idea de conquitarme que ocuparse de lo importante, la empresa. 

Al llegar a esa casa que compartimos desde que nos casamos. La arquitectura es hermosa, sus paredes de vidrio, el jardín que la rodea. las magnolias. Es fresca, sus pisos con alfombras, algo que agradecieron tanto mis pies. 

— Gracia Oscar — le digo al chófer que me sonríe, el hombre moreno ha estado casi un año sirviendo y es fiel como ninguno. 

— Señora no olvide lo que hablamos — le sonrió, no olvidó algo como eso. Quien es fiel merece lo mejor.

— Jamás lo haré — él me sonríe — mañana resolveré todo y tú y tu esposo estarán tranquilos.

Sus ojos se cristalizan y sonrió. Camino hasta la puerta de  entrada y al poner un pie dentro me desago de los zapatos. Que alivio siento y es algo que mi tobillo adolorido agradece.

Thania me recibe.

— El señor llegó, está en el gimnasio — me informa y me quita los zapatos que aún tengo en la mano. 

— Gracias

— ¿Va a comer algo?— niego con la cabeza 

— no me provoca nada.

Ella sonríe.

— Dejaré una ensalada de frutas por si acaso — río, me conoce, cuando digo que no tengo hambre es porque solo deseo fruta o un jugo. 

— Gracias — le digo y camino hacia el ala norte, dónde está el gimnasio.

No entro cuando estoy frente a la puerta, solo me asomo a ver el hombre ahí.

Lo escucho gruñir mientras golpea el saco de boxeo y su cuerpo brilla por el sudor. Está desnudo de la cintura hacia arriba, con un shorts deportivo y descalzo. Creo que se acostumbró a como soy. Estar descalza es mi manera de reposar mis pies y sentirme mejor.

Jadea al darle varios golpes a la vez, grita con furia. Ahí está él, quizás cree que el saco soy yo y por eso lo golpea de esa manera. Me odia, lo sé, jamás confío en mí, jamás pensó que yo haría lo que hice. El firmó un contrato prenupcial y no se dió cuenta. Ahora debo divorciarme y hacer valer lo que dice ese contrato.

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