¿Mi hermano?

...Mientras tanto en la casa Collins....

...Jaiden....

Mi padre nos reunió a mi madre y a mí para darnos una noticia. Hace tiempo qué no la veo y me alegré de por fin hacerlo.

— Hola mamá. — Saludé con una sonrisa sincera. Le dí un abrazo el cuál ella rechazó, cosa que siempre hace pero tenía la esperanza de que está vez fuera diferente.

— ¿Cómo está la empresa?

Le importa más la empresa que su propio hijo. No sé porqué me sorprendo.

— Bien Madre.

— Eso es bueno. ¿Sabes porqué tú padre me hizo volver antes?.

— No.

— Hablando del rey de Roma. — Mi padre entró al estudio junto a un niño de aproximadamente 10 años.

— ¿Quién es él?. — Pregunté sin dejar de ver al niño.

— El es Michael, tú hermano. — Abrí los ojos cómo platos.

— ¿Mi hermano?. — Las palabras salieron con dificultad.

— ¿Qué hace esté bastardo en mi casa?. — Mi madre se puso histérica.

— Te prohíbo te llames así a mi hijo, el es tan dueño de está casa cómo yo y apartir de hoy vivirá con nosotros.

— ¿Estás bromeando verdad?. — Miré con odió al niño. El se ocultó detrás de mí padre.

— Un Collins no se da el lujo de bromear.

— ¿Dónde está su madre?, ¿porqué no se hace cargo de el?. — Está vez habló madre.

— Ella murió en un accidente, es por eso que lo traje aquí.

— No pienses que lo aceptaré a esté bastardo cómo mi hermano. — Miré de nuevo al niño. — Nunca te veré cómo a un hermano. — Salí del estudio. Estaba igual o más molestó que mi madre. Se suponía que yo sería el heredero de todo y ahora aparece un bastardo.

...Más tarde....

...Michael....

Creó que en está casa nadie me quiere. Mamá, ¿porqué me dejaste sólo?, yo no quiero vivir con está gente mala.

— No tengas miedo hijo, nada malo te va pasar.

— ¿Lo prometes?

— Lo prometo. — Me dió un beso en la frente y me arropó. — Papá, ¿puedo pedirte algo?

— Claro, lo que quieras.

— Mi madre me daba clases de piano, me gustaría seguir con eso.

— Te conseguiré la mejor profesora.

— Gracias. Aunque ningúna sería mejor que mamá. — Me acosté a dormir. Yo pensé que era divertido tener un hermano, siempre quise uno y ahora que lo tengo me doy cuenta de que estaba mejor sólo.

A la mañana siguiente me desperté con mucha hambre y bajé a desayunar.

Una amable señora me preparó hot cakes con mermelada de naranja y un jugo del mismo sabor. Mi padre se sentó a desayunar conmigo. Todo iba bien hasta que llegó mi hermano.

— No sabía que los bastardos tenían derecho a sentarse con los hijos legítimos.

— Basta hijo, estás siendo muy infantil.

Desde ayer no deja de llamarme así, ¿que significara eso?

— Se me quitó el hambre, mejor me voy al trabajo. — El se fue y yo me puse contento de no tener que ver su cara.

— Papá.

— Dime.

— ¿Qué es un bastardo?

Mi papá se puso pálido.

— No le den importancia a lo que dice tu hermano. Sólo está enojado.

— Bueno.

...Jaiden....

Llegué de pésimo humor a la empresa, no tengo ánimo de ver la cara de ningún empleado.

— Fabiola traime un café.

— Si señor enseguida.

Mi padre y sus gracias.

— ¿Qué pasó?, ¿porqué esa cara?. — Óliver preguntó.

— Tengo un hermano.

— No sabía que tú mamá estaba embarazada.

— No digas estupideces, parece que no la conoces.

— ¿Entonces?

— Mi padre tuvo un hijo con su amante. La tipa murió y ahora el niño vive en mi casa.

— Vaya. Tú padre si que sabe sorprenderme.

— No hables cómo si fuera una gran azaña.

Tocaron la puerta.

— ¡Pasé!. — Mi secretaria entró y puso el café sobre la mesa.

— Aquí tiene señor. Con permiso. — Salió cómo un rayo.

— A veces me sorprende lo rápido que camina. — Se burló Oliver.

— Sabe que estoy de pésimo humor.

— No sé cómo te ha soportado tanto tiempo, las otras chicas sólo duraban una o dos semanas.

— Es porqué tiene necesidad. Además me agrada su forma de ser, nunca se me ha insinuando cómo las otras. Respeta su lugar.

— Fabiola debe tener un súper poder, mira que se necesita mucho autocontrol para no insinuarse ante el poderoso Jaiden Collins.

— Deja las payasadas y vete, necesito asimilar todo esté asunto de mi nuevo hermano.

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