De caza

Dereck la entrenaba todos los días, era frío y contundente, no permitía que llorará o que lo abrazara, hacia que lo llamara maestro durante la sesión, mientras, salía por las tardes, para saber que se comentaba sobre ellos.

Un día, Mabel lavaba su ropa a orillas del río, era pequeña, pero aún así quería ayudar a su hermano lo más posible, ya que el reparaba el lugar donde dormían, pues el invierno se aproximaba.

Ella entendía que su hermano hacia eso para que fuera más fuerte, aunque aveces le ganaban sus sentimientos, si ella se hería, no se quejaba hasta que la clase terminara.

-Deben estar cerca, un par de mocosos no pueden contra todos nosotros.

Mabel dejó de lavar y escuchó atentamente.

-La recompensa del rey de Borbón es generosa, podría levantar mi cosecha e incluso llegar a hacerme rico

Ambos hombres que platicaban se rieron.

Sintió como su piel se erizaba, sin duda hablaban de ella y su hermano.

Dejó de oír las voces, estaba a punto de salir corriendo, cuando alguien la tiró de un golpe al suelo.

-Esta pequeña perra es sospechosa, llegaron de la nada al pueblo, puede que sea nuestra princesa- Reía de forma horrible su captor.

-No la vayas a soltar mientras saco la soga- Decia el otro rebuscando en su mochila.

Estaba en pánico, nuevamente estaba en peligro, pero está vez su hermano no estaba cerca.

Empezó a llorar de desesperación, mientras el hombre de manera brusca la ataba de manos y pies, estos empezaron a hormiguear

El hombre que la sostenía la cargó en su hombro, estaba sucio y apestaba a sudor, probablemente a estiércol también.

Una soga fue atravesada entre sus dientes, impidiendo que gritara con fuerza. Su mejilla se sintió caliente, y por un momento su vista se volvió borrosa, el otro hombre, la había golpeado en la cara para callarla.

-¿A dónde van ese par de escorias?- Se escuchó la voz juvenil de entre los árboles.

-¡NI LO PIENSES PEDAZO DE MIERDA, ELLA ES NUESTRA!- El hombre que la cargaba habló a todo pulmón.

-¿Cuánto me darán para dejarlos escapar?- Preguntó la voz sin inmutarse

-¿Para que quiere más dinero una basura como tú?- Preguntó uno pero en voz baja.

-Para hacerme de mi propio dinero con mi esfuerzo, trabajo honesto diría yo- Replicó la voz.

-¿Que hay de honesto en la mierda que tú haces?, Somos iguales imbécil- Respondió de forma retadora.

-Cierra el puto hocico, harás que nos mate.

-Hazle caso a tu amigo, no querrás perder tu estúpida cabeza de un tajo.- Amenazó la voz.

-¡¡ATREVETE COBARDE DE MIERDA!!- grito el hombre detrás de ella.

De la nada, un destello rápido se veía entre la oscuridad del atardecer, la mitad del hombre, cayó al piso.

Mabel estaba en shock, el hombre que la cargaba soltó un "Mierda" y salió corriendo con ella aún en el hombro.

-¿A dónde cree que va una rata como tú?- Dijo la voz, y aquel hombre cayó de rodillas, lo que hizo que ella saliera rodando por el piso.

Veía borroso, pero vio como suplicaba por su vida, una figura negra apareció frente a él, enterró un cuchillo en su abdomen y lo abrió hasta el cuello.

Ella volteó la cara, era demasiado en este punto

-¿Estás bien?- Escuchó preguntar.

Abrió los ojos, frente a ella, un cabello rojo como el fuego, cubría un rostro.

-Soy Victor, ¿Tú de dónde eres?

Aquel chico sonreía, ella se desmayó

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