capitulo 9: “debo de cuidarte"

Al día siguiente, cuando los rayos del sol tocan el rostro de Midori, está se despierta ligeramente. Sentada en su cama recordaba lo que pudo haber ocurrido anoche.

— desde anoche pensé que tendría una idea más clara al despertar, pero aún tengo el nudo en la cabeza con respecto que hacer con el emperador...

Al oír el canto de los pájaros sabe que debe de preparar el desayuno. No puede quedarse ahí solamente pensando. Su vista se desvía a una muda de ropa al lado de su cama.

— ahora no tengo excusa para no verlo.

Midori se levanta y quería ver el uniforme. Otro vestido verde pero más ligero que el anterior. Muy hermoso siendo simple y para trabajar. En ella había una nota del mismo Isao.

“mas te vale que vengas junto con el desayuno"

Midori mira con incredulidad pues aunque sea una carta se imaginó la voz mandona del emperador. Al final, ella suspira con una pequeña sonrisa y con su típica frases, sale adelante.

— que sea lo que Dios quiera.

Y mientras que la joven se encaminaba a la cocina. El emperador no se iba a quedar de brazos cruzados y no dejaría que sus empleados siguieran tratando mal a su preciada cocinera. Desde temprano ordenó un recorte de personal y mayormente con las sirvientas, comenzando con la encargada que le había negado la ropa a Midori. El miraba sin emoción desde su asiento a la señora por los lamentos que ella daba.

— su majestad. Le suplico que no me despida... Yo-... Le prometo que sere buena con la cocinera...

— no. Quiero que se vayan ahora. Reemplazarlos será cuestiones de chasquear mis dedos, así que no me preocupa perder algunos sirviente que lo único que hacen es insultar a una mujer que no le ha hecho nada... Ahora, tienen menos del mediodía para que se vayan si no quieren que mi paciencia se acabe y la termine de ejecutar a todas sin piedad...

— ¡S-su majes-...

Afincando más su voz, Isao dice sin remordimientos— largo.

La encargada al oír eso, comienza a temblar y se levanta con algo de pesadez. Al salir de la oficina del emperador, caminaba por el pasillo. Su mirada estaba baja cuando daba sus pasos pero la sube al ver a una mujer con un vestido ligero del color verde claro, flores de adorno en su largo y hermoso cabellos, y con la bandeja de la comida del emperador, pues era Midori, que sin darse cuenta se había arreglado de más, pero la joven tuvo un pequeño accidente en la cocina y se quemó un poco la mano derecha, así que la tiene vendada.

La encargada al verla con esa sonrisa de felicidad, le hirve la sangre, así que planea darle un tropiezo a Midori para que esta se le cayera la comida de las mano eh hiciera el ridículo.

Cuando Midori estaba más de cerca, la encargada finge caerse al frente de ella pero la joven cuenta con unos reflejos y esquiva a la señora a un lado en un segundo sin tambalear la bandeja de comida. Con el resultado de que la encargada se cayera boca abajo y se golpeara la nariz fuertemente.

— ay, qué pena. Pero desde kilómetros podía sentir tu peste de mala persona.

La señora golpea el suelo maldiciendo con la nariz casi rota.

Midori estando al frente de la oficina del emperador, ésta pide permiso para entrar, no había respueta, así que pensó que él no estaría ahí.

— que extraño, me digieron que estaba en su oficina...— la joven se sobresalta cuando la puerta se desliza de imprevisto...— ¡Mi seño-...

Isao toma la bandeja por ella con una mano, mirándola sin emoción, pero sus acciones dicen otra cosa, pues se acerca a Midori y suavemente le roba un beso.

La joven con los ojos anchos miraba los ojos fríos de él mientras que sus labios seguía en una unión suave y con un movimiento lento. Midori como le tomó de sorpresa ese primer beso robado, en cuestiones de segundos, su corazón sube de latido. No tuvo más remedio que empujar suavemente al emperador con su mano vendada pues sentía que le iba a dar un infarto. Sus labios se separan con un leve sonido.

— mi señor. No haga eso, ese susto provocó que mi corazón casi le diera un infarto...

— ¿Segura que fue el susto?— Isao nota la mano vendada— ¿Que te ocurrió?... Midori.

— ¡Ah!...— esconde la mano detrás de ella— un pequeño accidente en la cocina, no fue nada grave...

— eso lo diré yo, pasa.

El emperador pasa y coloca la bandeja de su desayuno en la mesa, hace pasar a Midori.

— siéntate allá...— señaló en un cojín donde tenía la vista al aire libre.

La joven veía que el emperador sacaba una caja, suponiendo que seria de medicina.

— estoy bien. Ya me coloqué el ungüento contra la quemadura...— Isao la ignoró y se sentó a su frente.

— dame la mano...— Midori suspira y se la entrega.

— se le enfriara la comida por hacer ésto.

— no importa. Caliente o fría sigue teniendo un buen sabor... Además...— al quitarle medio la venda, Isao ve los dedos con quemaduras leves...— además... Te dije que cuidaría de tus manos.

El emperador con delicadeza sube la mano y le da un ligero beso. Midori al ver ese dulce gesto no pudo evitar ruborizarse un poco y mirando con algo de impresión.

— mi señor...

— ya no me llames así... Puedes decir mi nombre sin problema...— habló seriamente mientras que colocaba la crema en los dedos lastimados...— luego de ésto, quiero que me hables sobre tí.

— lo haré... Isao.— no la ve a los ojos, pero una pequeña sonrisa aparece en el rostro frío de él.

Es dulce... En el fondo de su vacía alma hay aún una pequeña luz que podría sacarlo de esa oscuridad... En su historia, jamás contó cómo romper la maldición, sin embargo, no esperaré el día de su muerte para buscar su salvación, tengo que buscar una forma, éste hombre no merece morir así, no quiero que muera...

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***