El Juego

A la vuelta estaba el grupo esperándome en dos vehículos. Empezaron todos a molestarme con gritos de burla, nos fuimos al bar de siempre. Había perdido la primera parte de la apuesta. Tenía que pagar.

Llegamos y todos querían saber como me había ido. De hecho había perdido en la primera oportunidad. En el juego eran tres meses de plazo para conseguir el premio, éste había sido mi primer acercamiento. Si contaba con suerte se podía tener sexo a la primera, me había pasado dos veces que había ganado a la primera, pero no sé podía ganar siempre así.

Y si al final se perdía, el castigo en dinero era una suma muy fuerte, aunque también podía ser un objeto costoso, un reloj, un auto, una joya. Pero nunca había perdido y ésta no sería una derrota para mí. Solo debía ser paciente.

Nuestro juego comenzó hace cinco años. cuando entré a la academia de oficiales. Soy Martín Sotomayor..y al igual que mis amigos todos somos hijos de familias de dinero.

Este juego lo inventamos de aburridos, queríamos tener sexo, pero no queríamos como todos los oficiales contratar prostitutas, un día se nos ocurrió que podíamos disfrutar con chicas que no eran de nuestra clase social.

Las víctimas siempre debían ser chicas de pueblo, no nos gustaban las putas, para nosotros eran mujeres sucias. Por eso preferíamos satisfacer nuestras necesidades con chicas pobres. Éramos ocho amigos, algunos nos conocíamos de niños. Otros desde la academia. Todos teníamos novias o estábamos comprometidos, pero no era lo mismo. Las mujeres de nuestra clase se respetaban, y además estaba la emoción que vivíamos en cada conquista.

El juego tenía reglas. Teníamos puntajes .. si era virgen eran doble puntos, si la conquista era en el primer mes igual sumaba puntos extra. Había que invertir lo menos posible en ellas. Jamás joyas caras. Podíamos regalar bisutería, flores y alguna pieza de ropa pero todo barato, también sumaba puntos. Mientras más rápido era mejor, podías avanzar, a la próxima presa.

Todos los domingos nos turnabamos y elegíamos a la víctima.

Compramos éstos trajes a unos cabos de ejército, les ofrecimos dinero para que perdieran los suyos y a pesar del castigo, los recompensamos con bastante dinero por su silencio. Todos finjiamos ser cabos. El uniforme siempre llamaba la atención de las chicas pobres, éramos irresistibles, todos guapos.

Podíamos demorar hasta tres meses ese era el máximo de tiempo. La presa siempre tenía que ser de baja condición. Y de preferencia que estuviera sola en la ciudad, así eran más accesibles, no tenían a nadie que las defendieran, eran presas para cazar.

Yo opté por Ayleen, noté que cumplía los requisitos, era pobre y no era de la ciudad. Por cómo miraba los edificios y la gente. Y podía ser virgen, se notaba como bien tontona.

La peleamos Andrés y yo. Tiramos la moneda y gané.

En el juego, yo ocupaba el segundo lugar, el primero lo tenía Andrés y tercero era Iván. Si lograba conquistar a Ayleen sería para mí doble premio, era bonita y tenía un cuerpo maravilloso. Gozaría con ella.

Pero habían reglas que no se podían romper, no te podías involucrar sentimentalmente con la presa. Y menos embarazarla. Si quedará embarazada debías obligarla a abortar rápidamente. Nuestra sangre no podía mezclarse. Todos éramos muy responsables.

El castigo era muy grave tanto para ti como para la muchacha. Para nosotros era en dinero y para ellas inventamos un asalto donde las asustabamos. Dos de los integrantes del grupo habían roto las reglas, Juan Luis y Carlos. Y por lo mismo fueron castigados y estaban en los dos últimos lugares.

Si todo me resultaba cómo lo estaba planeando la próxima salida avanzaría bastante. Y quedaría en el mismo lugar que Andrés.

Estaba muy entusiasmado, por lo que hablé con ella, supe inmediatamente que era pura. Osea sería su primer hombre, la dejaría marcada de por vida. Nunca más olvidaría a Martín Sotomayor. Después de la primera vez, sólo podía salir tres veces más y cortabamos la relación de raíz. Si por algún motivo la muchacha se ponía cargante y quería continuar aún sabiendo la verdad era obligada bajo amenazas a desistir. Nunca nos había fallado.

Por lo mismo había que aprovechar la situación de tener el mayor tiempo con ellas, podíamos gozar fines de semana en esas salidas. Esos momentos había que aprovecharlos.

Para conquistar no habían límites, y podíamos ayudarnos entre todos, lo importante es que todo resultara

Si todo salía como tenía planeado con Ayleen me la llevaría un fin de semana a playa Lombardi. Era un lugar tranquilo y ya había llevado a otras presas ahí mismo. Ojalá fuera pronto ya la veía bajo mi, rogandome en la cama un poco más..se me hacía agua la boca. Esperaba con ansias el próximo domingo.