Se retiró un mechón rebelde de cabello del rostro y paso otra página de aquel diario que la acompañaba desde hacía tantos años. Una fotografía cayó hasta sus piernas. Camelia hizo a un lado el cuaderno tomando la foto con cariño y mimo, contemplo la imagen con lágrimas en los ojos y dejo que cayeran sin molestarse en limpiarlas. Sus ojos hacía años parecían estar grabados con el dolor, a pesar de todo el tiempo que había pasado, seguía doliéndole igual que el primer día.
No lo había superado.
Había sido criticada, juzgada y humillada, muchas personas en sus mismas circunstancias habían logrado mirar con esfuerzo hacia adelante, y con el tiempo, habían conseguido rehacer sus vidas... Pero ella no podía. No podía mirar al futuro porque en ese futuro, en ese futuro, él no estaba. Su presencia se había apagado repentinamente, y con ello sus ganas de vivir se habían esfumado junto a él y su alma.
Camelia limpio con el dorso de su mano, las lágrimas intentando controlar los temblores de su cuerpo, siempre que recordaba el dolor amenazaba con descontrolar su magia y su núcleo y no pensaba perder el control justo ahora. Tenía quince años planeando aquel momento como para estropearlo con un estallido de magia pura en mediocentro de Londres.
Soltó una maldición.
Quince años habían pasado desde la batalla a muerte de los elementales contra los nigromantes. Fueron muchas las almas que perdieron la vida en aquella guerra sin sentido dirigida por un idiota con ansias de poder. Uno que tenía el suficiente carisma como para encantar a cualquier estúpido con dinero, recursos y poder que se pusiera a su disposición.
Todavía le sorprendía la estupidez del ser humano en general, mágico o no mágico.
Aquella guerra trajo vidas sesgadas, ilusiones, sueños y anhelos rotos. Le habían arrebatado a ella y a muchos el brillo de sus ojos apagándolos para siempre. No había nadie que no hubiera perdido a un ser querido, hermanos, padres, madres, amigos, compañeros... Amantes.
Aún le dolía en el alma recordar su cuerpo sin vida, tirado en el suelo de aquella torre, parecía una marioneta a la que habían cortado los hilos que le daban vida, dejado como un perro a los gusanos cuando su propósito había sido cumplido. Y aun así, ella se quedó con él, con la cáscara vacía que era su cuerpo mientras suplicaba y lloraba por su regreso, aún podía sentir entre sus brazos su cuerpo perdiendo su magia y su calor mientras ella rogaba a cada dios y deidad que conocía por algo de piedad. Se aferró a su cáscara vacía, pero él ya no estaba allí con ella.
"No sé lo que nos depara el futuro, Camelia, Todo esto es muy incierto ahora... Pero pase lo que pase, mantente con vida, mi amor."
Después de todo ese tiempo, aún no podía creer que estuviera muerto.
Luego de aquello, los elementales y su mundo se vio envuelto en un verdadero caos. El poder estaba desestructurado y mucha gente se tomó la justicia por su propia mano, la desaparición de la familia real había dejado un vacío de poder que nadie sabía cómo llenar. La familia real había sido masacrada y quienes estaban en fila para ser candidatos y herederos al trono habían desaparecido sin dejar rastro. Era entendible, la princesa heredera tenía dentro de sí al posible futuro de los elementales, garantizar la seguridad de la sangre imperial siempre había sido una prioridad.
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Comments
maria guillermina lara amezquita
pobre mujer pero creo que algo le devolverá su vida feliz
2022-08-13
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