Dos guardias pasaron muy cerca de ella, sin notar siquiera su presencia. Hablaban tranquilamente paseando con las manos en los bolsillos. Uno de ellos le explicaba al otro una receta de cocina, rodó los ojos sin poder evitarlo.
Inútiles.
Cuando los perdió de vista, se adentró por los pasillos del consejo. Debía ubicarse haciendo memoria de la última vez que tuvo la dicha de adentrarse en este lugar y complementarlo con la información tenía, cortesía de Corbus. Había tenido que estudiar a último minuto un hechizo muy útil que ayudaba a la visualización de recuerdos que le vino muy bien para estudiar los caminos que tenía años sin ver. Tenía que aprender el camino de memoria para que su plan fuera perfecto.
Casi podía apostar que era capaz de llegar con los ojos cerrados.
Observo a ambos lados, oculta en la columna que la ocultaba de la vista, siempre usando como aliada la oscuridad, visualizo la puerta del laboratorio elemental, aquel lugar no tenía tantos guardias, pero solía tener investigadores de varias ramas... Por suerte, pronto todos saldrían por la revisión de rutina, eso le daba unos diez minutos para cruzar el laboratorio y bajar directamente al noveno sótano, una vez allí tendría que dar ella sola con la puerta que conectaba con la piscina de la muerte.
Trono su cuello, sintiendo su corazón latir, los cinco minutos que espero a que los investigadores salieran se le hicieron más que eternos, pero al verlos desaparecer en la distancia corrió por los pasillos del consejo, eran oscuros y casi siempre solitarios, algo que la ayudaba en su actual tarea de infiltrarse, sin pensarlo demasiado, abrió la puerta y entro en el lugar con su magia concentrándose en sus manos, lista para lanzar cualquier hechizo.
Estaba tan cerca de lograrlo...
Como lo esperaba, el lugar estaba lleno de pociones en proceso de elaboración, siempre había tenido interés en el desarrollo de medicinas potenciando las propiedades de las plantas sin que tuviera que añadirse algún componente químico, como lo hacían los mortales. En general, el desarrollo de los brebajes era bastante eficiente en el tratamiento de muchas enfermedades, pero abundaban en los hospitales la demanda de cremas que pudieran tener el mismo efecto que las pociones. Era por eso, que el consejo estaba dando prioridad al desarrollo de las cremas medicinales.
Siguió adelante enfocándose en su camino, no había momento para distracciones. A partir de ahora, solo se trataba de recordar, Camelia siempre había gozado de una memoria perfecta, pero pese a ello, había estudiado su plan hasta el punto de lo imposible, solo para asegurarse de no tener ningún error a la hora de infiltrarse. Era por eso, que encontró el camino a la piscina de la muerte como si hubiera estado allí el día anterior.
Se quedó un momento allí, parada de pie frente a la puerta, muy quieta como si en cualquier momento fuera a despertar de un sueño, solo contemplando lo cerca que estaba de conseguir lo que más deseaba desde ese fatídico día. No alargo más el momento y entro en la habitación.
Aquel lugar era impresionante.
El sitió estaba completamente sumido en tinieblas, fue poco a poco que sus ojos se adaptaron a la oscuridad y pudo ver lo que tenía delante. La sala de la muerte, el lugar que ninguna persona se atrevía a visitar por voluntad propia, la piscina de la muerte, la sala era de mármol negro como la noche, un camino se encontraba trazado con piedras y la única luz que se veía, era de la gran piscina que se encontraba al final del camino.
Era el lugar donde las pesadillas comenzaban, aquel era el reino de los muertos, un lugar resguardado por la familia real. La muerte, era un ente que no muchos deseaban como amigo, pero era necesario para este mundo mantenerla contenta. Desde hacía siglos, los elementales habían dejado de estudiar y comprender solo para comenzar a temer.
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