Comprensión

Llegue a mi casa, y fui directo a una ducha fría.

—¡Que rayos acaba de pasar Zoe! ¡Que acabas de hacer Zoe! —me reclamaba a mi misma— Es Axel, se supone que te cae mal, con su actitud de mierda, la forma en que te trata, su estúpida arrogancia ¡Cómo pudiste dejarte llevar! ¡Acaso te has vuelto loca!

Esto no puede estar pasando, está mal. Es el hermano de Alex, no te metas con los dos hermanos o crearás un conflicto más grande. ¡No se volverá a repetir únicamente fue un breve desliz! Si nos llegamos de nuevo a encontrar, conociéndome lo seguiré viendo con molestia como siempre. Que no te afecte porque tampoco es para tanto.

Había salido del baño y ni cuenta me di cuando me vestí por tanto pensamiento. Esa misma noche informaron que para mañana el toque de queda se había levantado para que las personas recurrierán a los servicios de consumo y salud; sin embargo, todo lo demás estaría cerrado hasta nuevo aviso.

Tenía varios mensajes de Alex que decidí ignorar, le escribí a mi padre informándole que me hallaba bien, me despedí de Dalas y me prepare para dormir.

Los recuerdos de lo que hice con Axel, no me dejaban en paz. Aún podía sentir el roce de sus manos sobre mis piernas además de sus besos cálidos, eso causó que el pulso se me acelerará y dichos latidos bajaran como torbellinos por todo mi cuerpo humedeciéndome un poco.

Mi zona me pedía a gritos que hiciera algo y mi cerebro apoyaba a la misma diciendo "Tócate, Tocate" repetitivamente; sin embargo, me obligue a reprimir todo, no quería hacerlo porque justificaría de que en lo más profundo de mi ser deseaba al chico de mechón blanco ¡Y no era así! ¡Definitivamente no era así!

De repente percibí la presencia de alguien en mi habitación, encendí la lámpara y vi a Alex junto a la cama.

—¿Y bien? —preguntó.

—¿Y bien qué? Es la una de la mañana, necesito dormir Alex —dije mientras me aseguraba de estar bien arropada.

—Necesito una respuesta, esta situación no me gusta para nada —comentó sentándose a un lado.

—¡Y que pretendes tu! —exclame—Que estemos juntos y que tolere que estés con otras mujeres. Que cada vez que tengamos relaciones, ignore los horribles pensamientos de que así también estuviste con otras ¡No es justo Alex! Tú en verdad me encantas pero no puedo aceptar eso.

—Te dije que cambiaría —me recordó.

—¿Cuándo sucederá eso? ¿Cuánto tiempo se tardará eso? —cuestione—Porque lo dices como si fuese un proceso muy complicado y largo. Si tan solo fueses para mí únicamente no habría ningún problema, es más, pasaría en alto lo que has hecho con esas chicas, pero ni siquiera me dejas en claro eso.

—¡Entiéndeme Zoe Joder! —exclamó levantándose—Ponte en mi puto lugar, no es fácil, soy muy lujurioso.

—Entonces para qué me metiste en esto ¿Pará qué? —contradije—Nadie merece esto, nadie merece ser engañado de esa manera. Es mejor que esto acabe...

Se acercó a mí y puso las manos a ambos lados. Por un momento vi que sus ojos se pusieron oscuros como si una masa negra y espesa se hubiese apoderado de la misma; sin embargo, cuando estuvo lo relativamente cerca ese efecto se esfumó.

—Jamás terminará —recalcó—No te dejaré ir, eres mía. Estás sellada a mi y te entregaste porque así lo quisiste, lo que me da mucho más derecho sobre tu persona ¿Entiendes?

Alex acababa de revelar un lado perverso que no conocía, su seriedad y el tono de su voz me intimidaba. Por un momento el chico tierno que había conocido parecía haberse escondido.

—No pongas esa cara de asustada —rio—No es una amenaza, te daré tiempo para que reflexiones Zoe, para que te des cuenta de mi situación y decidas ayudarme a lidiar con esto ¿De acuerdo?

Afirme para que de una vez por todas se marchará. Este me beso y se me quedó viendo extrañado.

—Percibo... —dijo sin terminar la palabra.

—¿Percibes que? —pregunté ocultando mis nervios.

—Nada —Sonrió—Haré lo posible para hacerte feliz ¡Lo prometo preciosa!

Sin más que decir se fue, me quite la pulsera rápidamente y la guarde en el cajón. Tenía que admitirlo la actitud de Alex me había asustado.

Al día siguiente, escuché un leve sonido el cual decidí ignorar para dormir otro rato más. Se repetía con frecuencia pero no molestaba, hasta que el estruendo del vidrio de la ventana quebrándose me sobresalto.

—¡Pero qué rayos! —exclamé agitada.

Me acerque con cuidado de no pisar los vidrios vi una roca en el suelo, y de inmediato me asome para ver quien lo había causado.

—No tuve opción, no despertabas —dijo Axel.

—¡Rompiste la ventana de mi habitación estúpido! —protesté— ¡Vas a tener que pagarla!

—Si, sí... Baja que necesito hablar contigo —ordenó.

Me vestí rápidamente, maldiciendo en voz alta con la intención de que este me oyera. Descendí por las escaleras, al llegar hasta el, una ola de nerviosismo y vergüenza me invadió ¡Porque debía recordar lo de ayer en este momento! No lo miraba a la cara, prefería mirar las zapatillas un poco sucias que me había puesto.

—¿Por qué no tocaste la puerta? No había necesidad de hacer eso—pregunté carraspeando mi garganta.

—El sello que Alex puso en ti, no permite que ningún ser sobrenatural entre a tu casa —explico—Es como decir "Ella es de mi propiedad" patético la verdad.

En realidad era sarcástico, "De su propiedad" y su hermano casi rompe ese estereotipo.

—Ok, ¿Qué quieres? —pregunté cambiando el tema.

—Fui hablar con mi padre, pero resulta que tanto el, como mi madre y Shandu, se fueron y no dijeron para donde —reveló—En fin, sé por qué no puedes ubicar el objeto en el mapa.

—No lo dañe —dije con tono triunfante— Entonces ¿Por qué?

—La foto solo es un señuelo, lo que está detrás de todo esto es un monstruo —Aseguró— Le digo monstruo porque aún no sé lo que es, puede que sea un demonio, un espíritu maldito, un wendigo, son muchas opciones.

—Eso es preocupante ¿Qué hacemos? —dije suspirando—Hay que acabar con toda esta matanza.

Me mostró la parte trasera de su auto y vi todo tipo de artefactos, desde armamento humano hasta frascos con líquidos raros.

—Iré de cacería. Sea como sea encontraré a ese maldito —

—¿Puedo ir contigo? —Solté sorprendiéndonos a los dos.

—¿Segura? —preguntó incrédulo.

Toda esta gente dependía de que esto saliera bien, mis amigos, mi familia, merecerían llevar una vida en paz y tranquila.

—Si —dije decidida— ¡Vayamos de cacería los dos!

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